23 junio 2017 - Son las 11: 30 de la mañana. El área de despacho de la panadería y pastelería "Luchadores del Castillo", empresa de propiedad social directa comunal, es un hervidero, pese a que allí solo se encuentran las personas que se necesitan para cumplir la tarea de proporcionar el anhelado pan al pueblo.

En el trabajo en el mostrador del local, ubicado dentro de las residencias Vuelta El Castillo, en la parroquia San Agustín, se ve a dos productores metiendo pan campesino en una bolsa plástica.

Otras tres personas, que llevan impolutos uniformes blancos, complementan el equipo. Tres se ocupan de cobrar el dinero producto de las ventas de las polvorosas y el pan dulce (que se hace al público en general), al tiempo que atienden a los voceros del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) del consejo comunal El Fénix de la Revolución, que se de-sempeña en Roca Tarpeya.

Es el quinto día de trabajo desde que el ministro del Poder Popular para las Comunas, Aristóbulo Istúriz, y la entonces jefa de Gobierno del Distrito Capital (GDC), Carolina Cestari, junto al Poder Popular de la zona, inauguraran la empresa de propiedad social siguiendo instrucciones del presidente de la República Nicolás Maduro, para atacar la guerra del pan.

EL SABROSO PAN QUE SALE DEL HORNO

El área de producción de la panadería y pastelería es pequeña. En ella hay un mesón de trabajo, donde sobresale una enorme bola de masa, que está próxima a convertirse en piezas de pan. En el fondo está una nevera tipo cava, donde se guardan las bandejas con los panes que se hornearán a primera hora del día siguiente; una amasadora, que es capaz de darle forma a 25 kilos de harina por cada amasada; una picadora, una formadora y dos hornos de cinco cámaras.

En cada una de esas cámaras se coloca una bandeja con cinco panes campesinos, es decir, cada horno es capaz de producir 25 panes por horneada cada 25 minutos, aproximadamente. Noventa panes se hacen en una hora, y en toda la jornada diaria se producen más de mil 800 sabrosos campesinos.

Desempeñan las labores de fabricación 14 productores, entre ellos sobresalen los dos maestros panaderos: Rafael Gutiérrez y Stanly Blanco, quienes hacen de formadores de los demás trabajadores. En seis meses terminaron su curso en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces), gracias a la Misión Saber y Trabajo.

"El mismo tiempo que tiene la derecha fomentando la guarimba en la calle, lo empleamos nosotros para formarnos como maestros panaderos, y ahorita estamos en plena producción", acotaron.

El proceso de hacer el pan es "fácil", a decir de los expertos. Se toma la masa panadera que proporciona Cargil y Superintendencia Nacional de Gestion Agroalimentaria (Sunagro), y se le coloca azúcar, sal y manteca. Luego, esa mezcla se vierte en la amasadora y, más tarde, en la picadora, donde se elaboran porciones de 340 gramos, que es el peso de un campesino.

El siguiente paso es llevar las porciones pesadas a la formadora, que da forma alargada a la porción de masa. Finalmente, se coloca el pan estirado en las bandejas. El siguiente paso es darle unos pequeños cortes en la superficie, y de allí llevarlos a la nevera para que la levadura haga su función.

Al cabo de un rato, ese pan está listo para ser metido al horno.

"Yo veo la crisis como una oportunidad para crear algo nuevo, y que el pueblo tenga el poder de la economía en sus manos. Los CLAP son el inicio de una nueva economía, de un nuevo poder económico popular", reza un pensamiento del presidente Maduro en un mural que está plasmado en una de las paredes del área de despacho. No cabe duda de que este colectivo de San Agustín ha entendido al pie de la letra el mensaje.

Luchadores del Castillo atiende en este momento a tres CLAP de la zona, pero están haciendo ajustes en la producción, para ir incorporando a otros de zonas aledañas.