Todos se han muerto, solo queda viva la libertad

Carabobo (*)

Y con Bolívar nace la revolución y con Bolívar está el pueblo, porque pueblo y Bolívar se fusionó para la única esperanza del hombre: Libertad. En un combate que lleva tres siglos de duración no se soluciona nada, mas que con las armas, y el que decide y sentencia en última instancia es el que triunfa definitivamente.

La batalla que decidiría la suerte se prepara durante tres meses que lleva firmado el armisticio. La estrategia de Bolívar es apoderarse de Venezuela saliendo de la Nueva Granada, y así las órdenes durante este tiempo se enmarcan a reducir la impotencia a las últimas fuerzas expedicionarias de la España altanera. En consecuencia Bolívar ordena al ejército del oriente, cuyo mando tiene Bermúdez, avanzar desde las Costas de Barcelona hacia la capital, las fuerzas del frente occidental, compuesta por los regimientos de que disponía Urdaneta en Maracaibo, reciben la orden de marchar sobre Coro; a la división de Cruz carrillo, acantonada en Carora, se le ordenó avanzar hacia puerto Cabello y a La Guardia, situada en Trujillo, prepararse, en combinación con el ejército de apure, para dar el golpe final y definitivo a los usurpadores.

Llega así el 20 de Abril de 1821, las tropas revolucionarias comienzan sus primeros movimientos hacia las líneas de demarcación fijadas por el tratado de armisticio. La causa Bolivariana detectó su magnifica organización al Oriente y al Occidente de sus fuerzas y palpó las deficiencias que ocurrían aún en el Apure. Páez se había limitado a enviar respuestas con excusas para disculpar la demora de su movilización hacia los frentes que se le señalaron. Bolívar sabe que este proceder de Páez pone a Morales que está en calabozo en franca libertad para reforzar a Caracas cuando se acercara Bermúdez, debido a esto envía de inmediato a los campamentos llaneros a su hombre de confianza, diego Ibarra, comisionado para obtener de inmediato la marcha hacia el norte.

El 8 de Mayo Bermúdez derrota a los españoles en El Guapo, al mismo tiempo Urdaneta derrota en Casigua a las tropas enemigas y el 11 entra victorioso en Coro. Bermúdez al acercarse a Caracas y teniendo todos los Valles del Tuy bajo su dominio, entra el 15 de mayo, el 18 de ese mismo mes los habitantes de Caracas en su gran mayoría emigran hacia La Guaira. El 25 de Mayo las tropas revolucionarias al mando de Cruz carrillo, salen de Carora y se apoderan de Barquisimeto y se forman con las de Urdaneta en Coro. Morales recibe la orden de abandonar a Calabozo y marchar a la reconquista de Caracas y la Torre le ordena dejar una considerable fuerza para que marche a proteger a Puerto Cabello. Páez sale de Achaguas rumbo hacia Guanare para allí reunirse con la Guardia. La Torre evacua a San Carlos al verse imposibilitado de enfrentarse a las fuerzas revolucionarias y se retira hacia el lago de Valencia, donde le permitía la defensa de puerto cabello y la llanura de Carabobo.

El 7 de Junio comienzan a llegar a San Carlos las primeras tropas revolucionarias de Páez. Bolívar y el Centauro se abrazan y sólo les queda tiempo para preparar la estrategia para la gran batalla.

Bolívar divide el ejército revolucionario en tres columnas. La primera le da el mando a Páez., la segunda a Cedeño y la tercera al coronel Plaza. A la primera le anexa el batallón británico mandado por Farriar, a la segunda un escuadrón de Caballería comandados por Arismendi y a la tercera también el escuadrón de caballería de Rondón.

Bolívar estaba acompañado por Briceño Méndez, Ministro de Guerra y Santiago Mariño como jefe de estado Mayor.

El 18 de Junio, Bolívar ordena a Cruz Carrillo que avance sobre San Felipe, para obligar a La Torre a protegerla y debilitar al enemigo. El 23 Bolívar pasa revista a las tropas, están cerca de Tinaquillo y les expresa a los combatientes: “Los revolucionarios somos hijos de la defensa, hacemos la guerra para lograr nuestra libertad y nuestra paz con justicia. El poder de quienes nos oprimen es el cotidiano ejercicio del terror tiránico contra el pueblo, es la violencia a escondidas de todos los días, es la obligante miseria y explotación de los vasallos, es la coacción feroz de las bayonetas sobre la carne de los humildes y desposeídos. El deber de todo revolucionario es hacer la revolución, mañana tenemos ese deber y lo cumpliremos exitosamente”.

Se asoma la aurora sobre las mejillas de Carabobo, es 24 de Junio, día de San Juan Bautista, es el año de 1821. Los revolucionarios se dirigen a Valencia, cuando llegan al campo de Carabobo, superando todos los inconvenientes, saben que allí esta atrincherado el general La Torre. Bolívar se reúne con sus oficiales y desplega la estrategia. A la vanguardia le ordena ocupar el sitio denominado Buenavista formado por los cerros del mismo nombre y Cayetana, las tropas enemigas al observar este avance, se repliegan y lo abandonan. Bolívar y su comando observan la llanura y la disposición del ejército español. Los batallones Valencey, Histarich, barbastro, Infante y Burgos ocupan una posición magistral, pues impiden a Morales que baje a la llanura, dejándolo en su sitio sobre la Quebrada de las Manzanas, al fondo del campo. Las posiciones enemigas muestran a Bolívar que La Torre espera el ataque por uno de los caminos que existían para llegar hasta él. El Genio de las Guerrillas Latinas, concibe el atrevido plan de envolver al enemigo por uno de los flancos. Un revolucionario guía de nombre Manuel Rivas, conocedor del terreno informa sobre un estrecho bastante dificultoso, pero posible de penetrar para llegar al enemigo, se trata del sendero “Pica de la Mona”. Páez, el catire invencible de las guerrillas llaneras, recibe la orden de lanzarse por el atajo con la primera división a su mando, éste se interna por los desfiladeros que bordean el oeste de la sabana de Carabobo y gana la explanada, allí 5.000 españoles bravos y aguerridos esperan desde el día anterior este enfrentamiento convencidos de asestar la derrota a los revolucionarios. La Torre se convence de que se trata de un ataque de frente, moviliza una parte de su ejército, se coloca a la cabeza del batallón “Burgos” y corre a cerrar el paso a Páez a la entrada del atajo. El batallón “Bravos de Apure”, comandados por los capitanes, coronel Juan José Conde y teniente coronel Carlos Centelle, es el primero en recibir a quemarropa toda la descarga de la artillería e infantería española, la sangre revolucionaria derrama aquel campo, el ataque se hacia mas intenso y soberbio, ya la resistencia parecía llegar a su final. Pero en su auxilio el batallón “Cazadores Británicos”, cubre con su cuerpo la sangrienta brecha. 17 oficiales revolucionarios quedan sembrados para siempre, Manuel Farriar completamente destrozado, resiste de pie las repetidas y furiosas acometidas del enemigo. ¡Firmes! Su voz atraviesa como el caudal del Orinoco toda aquella extensa llanura, su sable se tambalea y se precipita hacia la tierra para sembrarse en aquel lugar, detrás caen Devis y Scott, quienes le sucederían en el mando.



Páez reorganiza el “Bravos de Apure”, lo lleva de nuevo al combate ordena cargar a bayoneta limpia la lucha, a él se le unen dos compañías del batallón “Tiradores”, bajo el mando de José Rafael Heras, ante esta fiereza revolucionaria, los españoles ceden y pierden sus posiciones, corren despavoridos a buscar apoyo en el grueso de la caballería. Los revolucionarios penetran con decisión firme hacia la llanura, haciendo más atroz el combate, 100 jinetes organizados por el catire y bajo el mando de Vázquez, se enfrenta a la caballería española de Morales, mientras que el mismo Páez con su escuadrón de la muerte, arremete toda su carga sobre la retaguardia de la infantería enemiga. El choque es violentísimo, una mezcla de polvo y humo con olor a pólvora envuelve los escuadrones y no se puede ver nada, quedan ocultos, en ese instante un jinete a toda velocidad y lanza en mano se acerca bañado en sangre, se ha salido del combate y afanosamente busca a su jefe. Páez lo ve y sorprendido le grita: ¿Qué pasa cobarde por qué huyes? ¿Tienes miedo? ¿No queda enemigo? ¡Vuelve y hazte matar!

Negro I clava sus ojos para mirarlo fijamente, arroja la lanza y esta va a clavarse sobre una pequeña meseta, rompe con ambas manos la chaqueta de su uniforme y le enseña el pecho abierto y ensangrentado con dos heridas de par a par, jinete y caballo se detienen, el combatiente comienza a desplomarse y en ese momento exclama: “Mi general, mi general. Vengo a decirle adiós porque estoy muerto”. Páez se resiste a creerlo, su mano derecha, su lugarteniente está ahí muerto, el primero entre todos queda allí amarrado para siempre. Páez ve a su héroe y comprende que la naturaleza de aquel indomable y valiente se hace historia porque en él esta representado todo el pueblo. Pedro Camejo yo te vengaré. En ese momento los revolucionarios persiguen a los españoles que huyen desconcertados. La Torre y Morales hacen vanos esfuerzos para reunirlos y poder enfrentarse por lo menos a una resistencia digna. Dispersos todos se cunden de terror y buscan la fuga vergonzosa. Los “húsares” están totalmente vencidos y los lanceros de Morales inmovilizados. Cedeño y Ambrosio Plaza salen a campo abierto para buscar la rendición enemiga. El coronel Francisco Farfán retumba la llanura con un inmenso tambor anunciando la victoria.

“El Valencey” y “El Barbastro” están aún de pie y resisten, el “infante” guarda la vía del Pao e intenta reunirse con “El Valencey” pero quedan rodeados por los revolucionarios del batallón “Granade” y el “Rifles” y caen prisioneros. Un nuevo grito hace eco en aquella llanura, una bala perdida segó la vida del coronel Ambrosio Plaza, afinca su pie al estribo y su caballo sale también disparado, su sangre riega aquella sabana que ya va quedando libre. Tomás García, “El Moro” comanda “El Valencey” que gallardamente resiste la embestida revolucionaria, toma la decisión y ordena una retirada en orden replegándose sin poder ser destruido. Bolívar angustiado arroja de nuevo todos sus hombres sobre el cerco enemigo, pero se hacia difícil. Los revolucionarios eran rechazados y “El Valencey” se hacia invencible, alcanza una posición que equilibra su debilidad y para colmo en ese instante se desprende una lluvia y un viento a su favor que hace inexpugnable la cima donde se han parapetado los españoles. Cedeño, no soporta esa resistencia, y en un arrojo inmenso y valiente se avalancha contra aquel batallón casi invencible, con una lanza en la mano y sus hombres arremete con soberbia. Tomás García que los dirigía se sorprende y tambalea, no podía creerlo jamás había visto semejante empuje. Cedeño asegura la victoria, el “Bravo de los Bravos de Colombia” cae mortalmente herido; otro hombre de la nueva patria que puja y se estremece de furia al grito de libertad queda allí tendido para escarnio de esa España imperial. El combate se suspende, García y sus pequeños residuos logran huir tomando el camino hacia Valencia. Mellado el valiente cuadro revolucionario también se queda libre para siempre en Carabobo. La persecución cesa, Bolívar desciende a la llanura en el momento que se decide la batalla y se consolida el triunfo de la guerra emancipadora. Aquí se aseguró la victoria de la revolución nacional.

La Torre y García estaban asombrados ante aquel espectáculo macabro, en las tinieblas de la oscuridad muerden la sed angustiosa de la derrota y corren veloces para salvar sus vidas, sin embargo no pueden soportar el nacimiento que se acerca a medida que llega la nueva aurora, pues saben que un sol nuevo, un aire libre, se vislumbra en otro pedazo de tierra latina con su propio cielo. Carabobo abrió la brecha que se tiene que cuidar y que a cada momento se hace más peligrosa. Esta es la historia real de una causa que se llama Bolivariana, que nos enseña el combate revolucionario y la verdad para aspirar a una legítima emancipación nacional. Esta lección para las generaciones de siempre se tiene que llevar en la conciencia. No se puede esperar otro Bolívar, no viene, Bolívar es la causa y ya esa causa tiene patente inmortal, Bolívar es el pueblo que se subleva, el hombre que cuando ve en peligro a su patria se hace subversivo. El 24 de Junio de 1821, en una batalla que comenzó a las 11:05 del día y a las doce del medio día estaba decidida la suerte de la patria, es Carabobo que recostada al tiempo no quiere ser un orgullo inútil.

Carabobo es la suma de experiencias obtenidas por la causa, es la sistematización basada en la práctica histórico-social de una defensa objetiva para la libertad. Aquí observamos la ciencia militar de la revolución, su finalidad, la defensa y la ofensiva victoriosa, aquí el Bolivarianismo nos enseña que la guerra no queda solo en la práctica guerrillera como se quiere enseñar hoy, la ciencia revolucionaria de la causa muestra que una guerra defensiva tiene contactos con otras ciencias, que surgen de esa necesidad técnica de organizarse dentro del pueblo, en este caso vemos como se desarrollan conocimientos empíricos distinguiéndose por su origen, por su expresión, por su ferocidad y significación de la actividad práctica.

Son muchos los que han expresado que Bolívar es el hombre de la guerra; yo pienso que esta expresión se le podía asignar al catire Páez, que a diferencia de Bolívar podemos decir que durante el proceso histórico de esa guerra, no paso de ser un simple guerrillero valiente y audaz con las armas. Bolívar en su estrategia siempre demostró que ocupaba un lugar diferente, él actuaba dentro de una ciencia aplicando otras ciencias, él vio que el ejército revolucionario era el organismo para la guerra, y de acuerdo al carácter de la época las orientó dentro de la estructura social, dentro del tipo de Estado que iba a tomar el poder y bajo la política libertaria tan ansiada por las mayorías. Esto por supuesto correspondió a la capacidad económica y militar, porque el método de guerra en la causa Bolivariana se determinó por la etapa de desarrollo de la producción, la tecnología y la composición de los ejércitos.

Su política proyectó la guerra y creó las condiciones en lo económico y lo ideológico y esto sin lugar a dudas facilitó su desarrollo. Una vez que Bolívar inicia el centro de la lucha política se desplaza dentro de las guerrillas y las militariza, las disciplina, las ordena, les siembra la conciencia, es decir, comienza su tarea para darle función de nuevas relaciones y leyes. En ocasiones traza una política limitada en cuanto a cumplir los objetivos de la estrategia militar que profundamente en su extensidad son fines políticos.

Es necesario aclarar que Bolívar no contó con fuerzas productivas e industria para la guerra, es decir, ciencia y tecnología armamentista, las armas de la causa fueron adquiridas en su mayor parte de Europa y de las obtenidas en los combates victoriosos, pero en cambio si se planteó la necesidad de cambios en la manera de conducir las acciones revolucionarias donde exhortó un sistema de conocimientos que integraron la denominada ciencia militar. La época tenía sus características y la causa las adoptó históricamente. Sus leyes fueron revolucionarias, defensivas y adaptadas al terreno donde se escenificaban de ahí que las directrices reflejen claramente el pensamiento defensivo del hombre y la realidad objetiva del momento.

Sin armas se hizo la guerra, esto no es un fenómeno, la misma guerra se convirtió en proveedora de las guerrillas que poco a poco se fueron militarizando y de esa forma pudieron penetrar a la vida social.

Bolívar estructuró su ejército respondiendo a los fines políticos del Estado, para ello el sentimiento nacionalista, la justicia, la igualdad y la absoluta libertad de las naciones como tales contribuyó entonces al progreso social. Impulsó a los pueblos hacia la disolución de los grandes dominios feudales, dispersos y atrasados. La causa Bolivariana no es otra cosa que el nacionalismo de los pueblos, ahí esta la justificación histórica y su empeño actual en despertar para que sea utilizada.

(*) tomado de mi libro: Bolívar en el Útero Frio de América
vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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