La comuna, Angel Prado y de que lado ladran los perros

A lo largo del desarrollo de este proceso social que es la revolución bolivariana, tomando como punto de quiebre los hechos ocurridos en el año 89, se van sucediendo hechos y fenómenos, concatenados muchos, aislados otros, pero con una característica común, LA PARTICIPACION DEL SUJETO PUEBLO, como garante de la permanencia en el tiempo de una serie de premisas, conceptos e imaginarios, que son referenciales del proyecto en marcha, algunos de esos conceptos, ha logrado calar en la aceptación general de quienes compartimos desde sus inicios, la propuesta transformadora que sintetiza un proceso de luchas por la liberación y la soberanía reales del pueblo, en la construcción de la nueva sociedad y por ende, de las nuevas relaciones, definitorias de un modelo de sociedad, igualitaria, justa, incluyente, capaz de satisfacer en sus necesidades y aspiraciones a sus miembros, sin distingo alguno, combatiendo a diario los viejos vicios que portamos por herencia y que están plenamente identificados como impedimento para lograr la materialización de sueños, que amenazan convertirse en pesadilla, por las ansias de quienes entienden el poder como el derecho de someter a su criterio personal las decisiones colectivas.

Algunas de esas premisas y conceptos, compartidos por quienes han asumido el rol de constructores de una nueva realidad, ha estimulado al trabajo voluntario, al trabajo comprometido y han motivado a abrazar la causa del desarrollo de una nueva lógica, en la que el potencial local, los niveles de organización y los métodos de comunicación creados para tal fin, jugaron y juegan papel central para la identificación de las mayorías con la propuesta revolucionaria, así; el mensaje contenido de buenas nuevas, hizo despertar la esencia de pueblo libertario e inclusivo que somos.

Desde esa perspectiva, hemos ido pariendo instancias de participación adecuadas a los tiempos y útiles para los objetivos que nos hemos trazado. Nacieron los círculos bolivarianos, la derecha los satanizo al calificarlos como círculos del terror, y una campaña mediática feroz, se encargó de hacernos ver que habíamos emprendido el camino correcto, por eso de "si los perros ladran…" por supuesto, no podemos obviar al pedagogo que tuvimos de guía para esa etapa y las siguientes, en las que la organización, el diagnostico, y la comprensión del rol, resultaron determinantes del avance hacia el logro de las metas, pasamos por los comités de tierra, los comandos de campaña se convirtieron en hervidero de acción y conocimiento, de espacios para la formación política y de combate a la lógica adeca del cuanto hay pa eso, de disposición permanente a contribuir a solucionar, a motivar la participación y llenarnos la boca con el mensaje que anunciaba el carácter vinculante del modelo asambleario.

Así fuimos probando, haciendo de la frase "inventamos o erramos" la razón justificante de nuestros errores, y la socialización de los problemas fue la entrada a la socialización de los aportes para resolverlos, eran épocas de mucho romanticismo político, de voluntarismo que derivaba siempre en tareismo, de militancia a ciegas en un proyecto amoroso de rescate de la "patria", de la soberanía y de los derechos, conculcados por una clase instalada en la estructura del estado a la que acusamos directamente, de ser causantes de muchos de nuestros males, así, cada coyuntura, cada realidad, cada perspectiva, cada intención, se convertía en instancia de participación permanente y evaluación consecuente del sujeto participante y protagonista, dando luz a comités de tierra, de salud, mesas técnicas de agua, consejos comunales, comunas, desarrollo endógeno, misiones, grandes misiones, saraos, saraitos, y otros inventos como las ciudades socialistas, que pretendíamos injertar en el tronco social, político y económico de nuestro país.

Materializar lo contenido en el pensamiento bolivariano "la mayor suma de felicidad posible" era tarea prioritaria para consolidar la sociedad justa y amante de la paz que manda la constitución, en esa dimensión giraba la acción de gobierno y la organización comunitaria como pilares de lo nuevo, que sustituiría a la red clientelar que se vinculaba a través de la chapa y el carnet o la carta enviada por el partido de turno en el poder, para incluir al "compañero" después de cada jornada electoral y así pagar los favores políticos que les hacia alcanzar cargos y prebendas.

Atrás va quedando la ilusión que movía la maquinaria que es el pueblo organizado, esta va siendo sustituida por una serie de relaciones y "tramas" que se desarrollan al margen de la posibilidad de control social o la posible actuación de instituciones del estado, que deberían ser garantes de las condiciones necesarias para impedir que estas relaciones y tramas, convertidas en redes, terminen imponiendo la lógica de la fuerza al punto de desplazar del imaginario popular, la formalidad de la justicia, y terminar aceptando los dictámenes de la patota, de la pandilla, de los que aspiran mantener el poder a toda costa, aunque para ello tengan que matar la semilla de la patria buena, el sueño del estado comunal y la sociedad socialista.

El estado que aspirábamos, no era una entelequia a disposición de apetencias grupales, creímos posible emprender el camino de su restructuración, de su reingeniería, de su eliminación a largo plazo inclusive, los hechos van marcando la distancia que separa esa aspiración colectiva de la realidad que tarde o temprano tendremos que volver a enfrentar, para poder dar un paso más en sentido de lograr sacarnos definitivamente el yugo que significa la herencia representativa y la membresía vitalicia de quienes ascienden cada cierto tiempo a esos espacios, que convertidos en privilegio de unos pocos, se convierte en la mejor herramienta para frenar otras visiones del poder, que marchan paralelas a los procesos sociales.

Extraño el comportamiento de muchas organizaciones sociales, e instituciones del estado, promotoras de participación y protagonismo, que hacen mutis, frente a lo ocurrido en el municipio Simón Planas en el estado Lara, allí, Ángel Prado, de la comuna El Maizal, integrada por 22 consejos comunales, con una característica propia del concepto de la nueva geometría del poder, ha ganado en buena lid la alcaldía de ese municipio, ese aparato estatal que hemos descrito en el párrafo anterior, pretende desconocer la voluntad mayoritaria del pueblo, con argumentos fútiles y leguleyerismos palaciegos, aunque se pretenda invisibilizar el hecho sacándolo de la agenda informativa oficial, hay un pueblo que entendiendo su papel, dentro de la revolución, sabrá defender el derecho sagrado a escoger sus autoridades y de seguro se convertirá en referente para las batallas por venir.

franco__rivas@hotmail.com

 



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Henry Franco

Comunicador popular. Miembro del Colectivo Radiofónico de Petare y de la emisora Al son del 23 en Caracas

 ccdresistencia9960@gmail.com

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