La Ignorancia de Trump acerca del cambio climático

Los nuevos cambios dinámicos económicos, políticos y sociales que se están develando en los albores del siglo XXI, tienen que ver con la globalización, el arraigo de la democracia, la redefinición de lo público, la participación de los ciudadanos en la solución de sus problemas, el nuevo establecimiento del estado y a la constante incertidumbre latente. En cuanto, a estos eventos que deben afrontar las organizaciones públicas y privadas bajo un patrón de racionalidad político- administrativas dirigidas hacia el éxito, deben de darle un giro de trascendencia al umbral de la competitividad y eficiencia. A este respecto, las Tics y el comercio electrónico juegan un papel esencial al abrirle al empresario nuevas oportunidades de negocios para colocar sus productos que redundaría en beneficios económicos y una mejor fluidez comunicacional entre firmas comerciales

Contrariamente a lo que se ha expresado, el candidato Trump durante la campaña electoral llegó a afirmar que la falta de competitividad de las empresas del pueblo estadounidense se originó por el rumor que supuestamente hizo circular China acerca del cambio climático y, prometió; en caso de ser electo presidente que denunciaría los acuerdos de París dado que era lesivo para los intereses económico de su país. Igualmente, asevero que otra causa de la baja competitividad es la firma de acuerdos o tratados internacionales en materia de desarrollo sustentable que posteriormente no son cumplidos, lo cual hace estragos en la economía del país norteño. (La Vanguardia, 2016). Estas son algunos de los argumentos que esbozo Trump para justificar la baja competitividad de los productos de su país, a pesar que el Dr. Michael Porter, catedrático de la Universidad de Harvard; define a la competitividad "como la productividad con la que un país utiliza sus recursos humanos, económicos y naturales".

Quizá lo que este ciudadano deseaba expresar era la imperativa necesidad de hacer uso racional y eficiente de los recursos naturales y del capital humano para desarrollar nuevos puestos de trabajo seguros centrando su mirada en la explotación del carbón, como instrumento para generar electricidad a bajo costo reduciendo de manera sustancial los precios de los bienes y servicios que irían a adornar los anaqueles del mercado nacional e internacional haciéndolos más competitivo con respecto a los provenientes de las economías emergente.

Resulta asimismo interesante, suponer que este vendedor de ilusiones se encuentra entre los que consideran que el cambio climático es parte de un gran ciclo normal del planeta que se genera cada 50.000 años y que el actual corresponde a una fase de la mencionada etapa. Dentro de este ámbito, también abundan personas que se niegan a aceptar que el cambio climático sea producto de la actividad del ser humano para satisfacer sus necesidades básicas fundamentales. Sin duda, Donald Trump se está haciendo eco igualmente de esta corriente que se niega a considerar que el calentamiento global del cambio climático sea consecuencia de esta práctica necesaria pero efectuada en forma irracional. Por el contrario, los científicos estadounidense abogan por que el recién electo mandatario "acepte la realidad del cambio climático, en vez de dar por buenas las teorías conspiratorias de los escépticos del clima". (http://www.elmundo.es/ciencia/2016/11/12/5827156b22601dcd568b4618.html).

En consecuencia, el presidente Trump anunció que, a partir que asuma el poder, cancelará las restricciones impuestas a la producción de carbón y otras formas de energía que eliminan puestos de trabajo para que contribuyan a la generación de empleos bien remunerados ignorando que este combustible fósil es el peor contaminante del ambiente. Es evidente entonces, que con la llegada de este ciudadano al máximo trono de esta nación pudiera dar un nuevo aliento a la ya moribunda industria del carbón reactivando el eslogan "Perfora, nena, perfora".

En relación a la problemática expuesta, debe de anotarse que los Estados Unidos de América es el segundo consumidor de carbón en el mundo y, es el mayor contaminante del ambiente a nivel mundial. Por lo tanto, de concretarse esta promesa; las políticas energéticas asumidas por el electo mandatario podrían suponer un aumento de las emisiones de dióxido de carbono de 3.400 millones de toneladas en los próximos ocho años, según estimaciones de la consultora energética Lux Research Inc., lo cual echa por tierra el acuerdo internacional contraído por Obama a finales del año pasado en Paris de disminuir la "contribución" de EEUU a los gases de efecto invernadero en un 30% de aquí al 2025. (http://www.cricyt.edu.ar/enciclopedia/terminos/NecBas.htm). Así se ha verificado, que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado a niveles alarmantes como consecuencia del uso indiscriminado de los combustibles fósiles favoreciendo el calentamiento global del cambio climático. En este orden de ideas; Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en el año 2015 "las concentraciones de gases de efecto invernadero han alcanzado niveles sin precedentes". En opinión de este científico, el combate contra el cambio climático pasa por "la lucha para reducir la emisión de dióxido de carbono, pero falta la voluntad política para poder actuar en busca de soluciones", según declaración que emitió en una rueda de prensa en Ginebra. (Ídem).

En consecuencia, los científicos del clima han manifestado su preocupación de dar marcha hacia atrás del Clean Power Act; instrumento puesto en movimiento por el presidente saliente Barack Obama. Además, esto pudiera convertir este gigante del norte en el plebeyo del Calentamiento Global del Cambio Climático. (http://www.elmundo.es/ciencia/2016/11/12/5827156b22601dcd568b4618.html). Debe señalarse, que el Acuerdo de Paris cuenta con el apoyo de los países que encarnan un 56,75% de las emisiones de gases de efectos invernaderos a nivel mundial, que de concretarse el repliegue de Estados Unidos de América (El Universo, 2016), el mismo quedaría guindando de la brocha. Con lo cual durante el futuro mandato de Donald Trump se aceleraría el declive del imperio norteamericano; siendo una de las últimas fases de este desmoronamiento, acontecimiento que el sociólogo noruego Johan Galtung predijo en su libro "The Fall of the American Empire—and then What?". (http://www.aporrea.org/tiburon/n301341.html).

En todo caso, todas estas promesas las hizo en el marco de las elecciones presidenciales por lo que es necesario dejar que las aguas del rio se deslicen nuevamente a través de su cauce original para estudiar el incierto horizonte que se avecina sobre la humanidad en materia ambiental, circunstancia que permitirá formarse una opinión acerca de la gestión administrativa de la tolda azul debido a que este empresario por su forma de actuar hace difícil por no decir imposible diseñar un patrón confiable que permita predecir sus actuaciones futuras. Cabe considerar, que una cosa es ser candidato y otra; ser presidente de una nación.

Por lo expresado anteriormente, resulta claro que la sustentabilidad ambiental debe incluirse como principio rector y eje transversal de las políticas públicas de toda nación. De este modo, pueden integrarse y articularse más. Es por ello, de allí pues, que es necesario romper con este paradigma que tiene como basamento la degradación del ambiente en busca de un desarrollo económico sin tener políticas claras ambientalistas, sociales y culturales. Desde este contexto, se puede decir que la paz social es indisoluble de las vertientes económica, educacional y ambiental.



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