Mi Palabra

Guaidó: Un pobre hombre y de paso un auténtico hazmerreír

"La penitencia zurce los

rompimientos de las culpas"

Aguado

Nadie se imaginaba, ni siquiera Donald Trump el padre de este aborto político: que su autoproclamado iba a terminar, como un perrito asustado, que no consigue donde esconder el rabo, y antes todos los giros de la situación del país, se presenta, como el sonámbulo, cuando se para de madrugada y no haya que hacer. De engreído y prepotente, ahora empieza a utilizar el último recurso disponible para protegerse: el chantaje.

La última de este personaje, es para reír en medio de la cantidad de problemas del país, muchos de ellos se los podemos endosar a su cuenta por ser el representante más directo del imperialismo, sin dejar a un lado, la pareja –Ledezma–Capriles– quienes, muy bien ubicados y tranquilos en España, quieren dar enseñanzas de moralidad y buenas costumbres; todo lo contrario al desesperado, quien propuso un acuerdo nacional: entre el gobierno nacional, la oposición y la comunidad internacional, al verse acorralado sin su tutor, y sus seguidores en desbandada, antes tamaño chasco.

¿Cómo podemos calificar a este desesperado "conciliador"? La única diferencia en la larga cadena de opositores involucrados directamente en derrocar al presidente Maduro en estampida, es, que se ha mantenido en el país; la razón muy elemental, pero muy poderosa, carga el salva conducto en la frente, emitido por el gobierno de los Estados Unidos, a cambio de su vergonzosa labor de actitud de compinche para el saqueo y robo descarado de propiedades y dinero en dólares pertenecientes al estado venezolano.

La aparición de Guaidó, como interino, fue un experimento del imperialismo muy bien planificado, después de varios fracasos por acabar con el proceso bolivariano. De un guarimbero exhibiendo el trasero de muy pocas palabras, lo convirtieron en líder de la oposición, a tal punto, que prepotentes y vanidosos dirigentes de la derecha, formados en los dos grandes partidos de otrora –AD y COPEY– se les escuchaba a cada momento ¡Mi presidente Guaidó! ¿Quién se imaginaba al creído de Antonio Ledezma con esa expresión? Esa era la línea trazada, acatar todas las directrices emanadas, desde la Casa Blanca; para finalmente desengañarse, que este aventurero no asusta ni mutando, como un virus en medio de la pandemia.

De ahora en adelante los cachazos del embaucador de la oposición, van a llegar muy repetidos y los únicos heridos en carne propia, son precisamente los opositores, y en cada expresión arrugaran las caras, al no poder disfrutar los arrebatos de un auténtico hazmerreír, que de paso vendió el alma al diablo, y el único punto visible para terminar con sus andanzas está precisamente en los Estados Unidos, pero todo el mundo sabe, como terminan esta clase de traidores utilizados por el imperialismo para seguir engañando a los pueblos.



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Narciso Torrealba


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