Una minoria violenta contra Venezuela

¿Es una condición extremadamente difícil vivir en paz y justicia social en Venezuela? En una condición extraordinaria de pandemia la violencia no se pudo sacar de la práctica política de una de las fracciones de la oposición nacional. Ya el tema pasó de lo discursivo a lo perfectiblemente fatídico: la invasión. Este sector que, aunque forma parte de la sociedad venezolana, se ha levantado bajo una perspectiva negadora de las expectativas de vida de las grandes mayorías y asume una dimensión de ser de odio, de exclusión y de eliminación; que indiscutiblemente utiliza el rencor no sólo como herramienta retórica sino como aliciente práctico para su quehacer.

Esta amenaza constante a la paz que hemos logrado constitucionalizar y que luchamos día a día para que sea certeramente institucionalizada, hace ardua la tarea de construir una sociedad de progreso económico e inclusión social. La desestabilización económica y el uso de la guerra como un escenario conflictivo más cercano es ya una permanente estrategia no sólo de disuasión, sino que suele ir de la provocación, pasando por el chantaje, hasta finalizar en un conflicto bélico real; creación fúrica que instrumenta la oposición en franca contradicción con las expectativas de mejoría que los sectores campesinos, obreros y estudiantiles tienen para sí.

Por ejemplo, el apoyo a las mal llamadas "sanciones" muestra las costuras de esa minoría lacaya. Estas medidas coercitivas se suman a la escalada de agresión en el plano económico; pretendiendo arrodillar al pueblo venezolano y fijar apoyos en torno a la opción de muerte y al proyecto de la nada que encarna el virtual residente de una cuenta Twitter llamado Juan Guaidó. Pero más bien han despertado la solidaridad de naciones amigas como el caso de Irán con el combustible o de la siempre fiel Cuba con su apoyo en materia de salud.

Y aunque la inmensa mayoría de nuestro pueblo cree en el sufragio como una institución que garantiza dirimir los conflictos de interés público, esta minoría pírrica expresa desconfianza, producto del rencor, de una forma violenta. Visualizan a las instituciones del Estado venezolano como territorios enemigos neurálgicos a destruir y muestra de ello es la lista de objetivos militares presentada por los mercenarios estafados de Silvercorp en el contrato espurio y violatorio del derecho internacional.

En esta guerra instrumentada, la oposición violenta convierte a los lideres del Gobierno Nacional en figuras a neutralizar o a "capturar" con la intención de levantar un Estado de terror. Un Estado que nos transformaría a todos aquellos que nos levantemos en defensa de la institucionalidad y la democracia, en enemigos de los instauradores de una república del odio; fichados unos como trofeos y otros muchos como daños colaterales.

Ahora, nuestra insistencia como políticos revolucionarios debe de ser construir una sociedad de formas democráticas donde se desvele la muerte que encubre la libertad de empresa y la dictadura que privatiza las condiciones más básicas para la reproducción de la vida. Además, persistir en que la calma, la tranquilidad y la pausa recreativa aumentan nuestro rendimiento y como resultado el goce de una nación crecida a bien; exaltada por siempre en su gesta heroica, y no dejando atrás la lucha por nuestra segunda independencia, posible en la materialización de un país soberano y productivo.



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