El hombre que no supo soñar

Algo pasó.

Dicen que hay dos tipos de personas: los que hablan y los que hace. Los que hablan, hablan y hablan, la historia se los traga sin dejar rastro. Mientras que los que hacen, son quienes hacen que el mundo crezca y se desarrolle armónicamente, a pesas de los males que están sembrados en las mentes de algunos hombres. José Ingenieros descubrió, desde hace muchísimos años, que hay que huirle a los habladores, porque llevan incrustada en su alma, la mediocridad. En Venezuela hay un personaje que parece haber sido arrancado de alguna página del libro del escritor argentino. ¡Desgarrador, el parecido!

Nadie sabe qué pasó.

También dicen que el hombre no supo soñar. Se quedó dormido pensando en el regalo que le ofrecían desde el exterior, y perdió fuerzas para soñar. Por más que intento, nada consiguió. Otros, sin tapujos, afirman que no supo soñar porque se enfermó. El ego lo intoxicó. Y no hubo manera de curarlo. Mientras más golpes duros le propinaban en su cabeza, más torpe y mediocre se ponía. "Era cuestión de vida o muerte", cuenta uno de sus seguidores. "¿O lo mata su efervescente ego, o lo matan las malas intenciones".

Su pueblo, se alzó.

A lo que él llamaba "pueblo", según cuentan, era a tropel de gente, tantico como él, se la alzó, por tonto, y embaucador de profesión, plagado de promesas incumplidas. Lo mandó a acostarse, después de lavarse el paltó, ya que lucía cansado y sin fuerzas para enviar sus mensajes, donde convocaba para que lo acompañara en su guerra contra la "dictadura", pero nadie le paraba. "Debemos dejarlo en reposo, para que reflexione sobre su futuro, que luce oscuro, muy oscuro", dijo uno de sus simpatizantes, antes de romper, rabiosamente, las fotos del modelaje en México.

Pero, soñó al revés.

Antes de ser presidente le cayó la mavita de la corrupción. Y está perdiendo el juego, sin poder anotar. Soñó al revés y se le volaron los tapones. Tamaña desgracia para un grupo de "chicos malos" que creyeron que llegar al poder era cosa de ensartar una aguja. Fueron tantas las desgracias que ensombrecieron al "chico mayor", que se rodeó de alimañas de poca monta, tal vez, salpicado por aquel viejo refrán que reza: "Dime con quién andas y te diré quién eres". Nombró, con el poder del cual había sido investido por quien se creía dueño del mundo, al señor CB., un viejo representante de lo más rancio de la IV, quien se vanagloriaba de codearse con el jeque Zaki Yamani, famoso ministro de petróleos de Arabia Saudita, en la época de oro de la OPEP, en la década de los 60.

Empavado.

La pava existe, y nos sorprende, de vez en cuando. JG está con la foto cabeza abajo, con tres alfileres clavados en el corazón, y con una vela prendida, cuya llama flamea débil y deslucida. Dicen que se trata de un trabajo que le está haciendo MCM, quien lo "ama" profundamente ante los ojos de los demás. El trabajito fue efectivo. En Colombia explotó una bomba. Los efectos de la explosión tienen malhumorado hasta al mismísimo Luis Almagro. La pandilla de la Casa Blanca está consternada. El jeque venezolano, representante de JG en Colombia está pegando brinco, y con los ojos brotado como un huevo frito. Hay temor, en el círculo de JG, porque podrían destaparse otras ollas podridas de la corrupción del nuevo tipo.

El "modelo" caído en desgracia.

Algo pasó, de repente. Eso de irse a México a modelar, es pavoso. Miren el retrato que hizo el escritor mexicano Alejando Rosas, del tipo: "En las adulaciones es disforme, mezclando alabanzas verdaderas y falsas. No sabe contenerse en los medios: o ama o aborrece con extremo, o es sumamente agradecido, o sumamente ingrato, o teme o se hace meter. O sirve con humildad o manda con soberbia. Ni sabe ser libre, ni deja de serlo. En las amenazas es valiente, y en las obras cobarde. Sigue, no guía. Más fácilmente se deja violentar que persuadir. Con el mismo furor que favorece a uno le persigue después. Fomenta los rumores, los finge, y crédulo acrecienta la fama. Imita las virtudes y vicios de los que mandan. Estas son las principales condiciones y calidad de la multitud. ¡Padres de la Patria, cuidado con perder de vista este fiel retrato!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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