El candidato iletrado

Como se sabe, las campañas electorales persiguen, fundamentalmente, dar a conocer tanto al candidato como a su propuesta de gobierno, si es que la tiene. Pero, en el marco de la atípica campaña electoral que se desarrolla hoy en el país, han aparecido muchas más candidaturas que propuestas.

En promedio, la mayoría de esas propuestas terminan siendo, por fuerza de la contundente realidad que constituyen los logros del presidente Chávez a lo largo de toda su gestión, una reedición o simple copia de los postulados conceptuales que inspiran y dan forma a los programas sociales del actual gobierno, así como de las líneas gruesas de la visión económica que ha permitido que, por primera vez en toda su historia, Venezuela rompa records de recuperación simultánea en casi todas las áreas de la economía, ya sea privada como del Estado. Es decir; lo que otros apenas ofrecen, ya Chávez, en buena medida, lo ha cumplido.

Pero este fenómeno no se produce porque los sectores adversos al presidente Chávez hayan madurado en modo alguno y repentinamente se aboquen a un proceso de recapacitación sobre su errático comportamiento de los últimos años, sino porque esa contundente realidad de repunte económico que hoy experimenta el país, ha terminado por cerrarle el paso a los eternos traficantes de la demagogia que por años se utilizó contra el pueblo para obtener su voto y luego dejarlo de lado. El pueblo, no sólo ya no cree en ellos, sino que no se deja embaucar por la prédica demagógica a la que se habituó durante décadas la dirigencia cuarto republicana, porque ha aprendido a detectar con criterio propio a los farsantes de oficio que tienen en la política un negocio fácil gracias a sus eventuales recursos retóricos y de encantamiento.

Sin embargo, es posible encontrar todavía en la escena política a truhanes y bucaneros, como el inefable Rosales, que pretenden engañar de nuevo a los venezolanos regalando espejitos y cuentas, como si de antiguos aborígenes se tratara, porque, además de no poseer un discurso consistente que les permita estructurar una oferta electoral responsable, consideran que la gente del pueblo es idiota por antonomasia.

Pero, si algo destaca a Rosales entre la diversidad de candidaturas presidenciales opositoras no es ni siquiera su condición de furibundo antichavista o de viva expresión del más reaccionario pensamiento adeco de todos los tiempos, sino (aunque resulte redundante) su extraordinaria y vergonzosa ignorancia y su aborrecible desprecio por el pueblo. En el mejor de los casos pasará a la historia simplemente como “El Candidato Iletrado”.


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Alberto Aranguibel B.

Comunicador social e investigador. Conductor del programa Sin Tapujos, que se transmite por Venezolana de Televisión. Asesor Comunicacional y de Imagen en organismos y empresas públicas y privadas.

 albertoaranguibel@gmail.com      @SoyAranguibel

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