Henry Escalante y el supuesto “antivenezolanismo” de Petro: Es la política compadre

Nadie como el pueblo venezolano, o incluso como los pueblos del mundo. Comprenden, acompañan y avanzan en la medida que su protagonismo se traduce concretamente en logros alcanzados en cuanto a condiciones de vida se refiere. Un liderazgo político revolucionario se cualifica al ritmo que lo lleve a saber orientarse ante cada situación, no porque sea una máquina que de forma automática encuentra solución infalible para todo, sino porque sea capaz de leer la disposición instalada en quienes desde su posición histórica de golpeados por las condiciones imperantes estén dispuestos a enfrentar a ese referido orden. En todo caso, el nivel de conciencia general adquirido por un pueblo, avanza o retrocede según qué institucionalidad surja y funcione al compás de los cambios, por eso el "mejor Chávez" que tuvimos (por así decirlo) fue ese que siendo poder constituido se citaba con el poder constituyente y en ese ejercicio se pudo lograr una constitución como la del 99, por ejemplo.

La gran virtud del proceso bolivariano fue la mayoría del pueblo venezolano que se hizo parte de un levantamiento que despertó el interés internacional como alternativa ante la crisis mundial del capitalismo y los fracasos de la política de los partidos tradicionales, pero esa virtud tuvo consigo siempre la gran debilidad de ser incapaz de lograr articular de manera autónoma las distintas corrientes de pensamiento y tradición que hacían vida en el referido proceso y lograr saldos orgánicos que desde ese sentido expresaran la gran diversidad que se agrupaba en el Chavismo como sujeto político y social de todo lo que motorizaba el fenómeno al cual estaba al frente Hugo Chávez y lograr una dirección colectiva a esa altura. Eso llevó a que nunca se tuvo la fuerza suficiente para disputarle o polemizar con Chávez sobre las decisiones trascendentales en materia política, económica o social, desde el Chavismo mismo, al menos en las mejores condiciones en cuanto a oportunidades y todo ello en la medida que la burocratización avanzaba y se apropiaba de la suerte de la revolución bolivariana. Cuestión, ésta última, reconocida por el mismo Chávez en su último consejo de ministros en 2012, también conocido por "Golpe de Timón"

La burocracia cooptó y clientelizó a la militancia de base revolucionaria y transformó el espíritu rebelde y contestario en un razonamiento anodino y desmovilizador. Ese razonamiento burocrático o desapegado de las auténticas premisas de un proceso que tuvo su punto de inflexión en las jornadas de Febrero de 1989, recordadas como "Caracazo", es lo que se expresa en el artículo que firma Henry Escalante que lleva por título "Gustavo Petro: el antivenezolano" (I). Escalante, mira hacia otro lado para hablar de "antivenezolanismo" y precisamente va contra quien en la región está canalizando la irrupción de lo más dinámico que tiene incomodo al capital financiero y su plan global, dada la importancia que tiene Colombia en ese punto. El autor, al igual que Maduro, Cabello o Jorge Rodríguez, enaltece la figura de Chávez para colocarle de fiador respecto a un concepto sobre soberanía que efectivamente queda a nivel de "Dioses", como califica a Bolívar y al expresidente fallecido, porque solo desde divinidades puede entenderse que se es soberano aplicando la política del PSUV-Gobierno.

En cuestiones terrenales y entendiendo la venezolanidad, a la que le subyacen una nacionalidad, un Estado, unos colores, una economía, etc., etc., no tenemos dudas que difícilmente pueda haber algo más antivenezolano que el actual gobierno que encabeza Nicolás Maduro y eso lo define su política: Arco Minero del Orinoco (entrega del 12% del territorio nacional a transnacionales de la explotación minera, rigiendo las condiciones impuestas por esas empresas, donde muchas son de maletín); pago de miles de millones de dólares por conceptos de deuda externa mientras se reduce la importación de alimentos y medicinas para la población; no se investiga el desfalco a la nación (que son más de 500.000 millones de dólares); los decretos de la Ley de Regionalización o de Zonas Económicas Especiales, que favorece con regímenes especiales e inconstitucionales las inversiones extranjeras en los 15 Motores y en donde no rige el marco legislativo nacional, incluyendo la ley orgánica del trabajo; Ley de Inversiones Extranjeras aprobada en la ANC (que es entrega de soberanía); instalación a trocha y mocha de la ANC y la suspensión de la Constitución del 99. Entonces ¿Qué es más antivenezolano que eso?

Y como es la política lo que define, por eso es tan equivocado considerar a Gustavo Petro un antivenezolano, como pretender ubicarlo con Santander y la oligarquía colombiana. Petro está en lo correcto marcando sus diferencias con Maduro. Es la coherencia de estar en contra del extractivismo, de la exclusión social, de la pobreza, de la corrupción y es muy acertado resaltar que el gobierno de Maduro es "un gobierno que mata". Escalante no logra ver las similitudes de la Colombia Humana con el fenómeno venezolano previo a la llegada de Chávez a Miraflores porque le concede a la población un puesto de comparsa y no de sujeto político en el que reposa las verdaderas posibilidades de lucha que nos lleve hacia una ruptura contra la hegemonía económica de los imperios Norteamericano, Europeo, Chino o Ruso, lo cual nos pone en debate directo, a manera de balance, sobre el papel de Chávez en el marco de esa comprensión y tiene que ser materia de igual forma en el relacionamiento de los distintos sectores empobrecidos de Colombia con Petro.

Desde Venezuela podemos decir a los colombianos, de pueblo a pueblo, que la crisis nuestra es el resultado de las inconsecuencias de un gobierno que se asimiló para la misma vía que han transitado los gobiernos históricos colombianos, como también se asimilaron los Kirchner en La Argentina, Lula y Dilma en Brasil u Ortega en Nicaragua. El madurismo, que se reclama socialista y anticapitalista, ha hecho negocios con los consorcios internacionales en el marco del Nuevo Plan Global del Capital y atrapados por los demenciales niveles de corrupción, no han tenido más salida que hacernos retroceder ante lo que había sido el avance de la tarea de la independencia económica que fue una de las banderas centrales que habíamos levantado los trabajadores venezolanos y los sectores populares junto a Chávez. Por tanto, Maduro es tan capitalista y entreguista como Pastrana, Santos o Uribe y esa claridad es fundamental para entender que nuestra suerte como pueblos también se juega en el plano internacional y que la experiencia bolivariana sirve como enseñanza para indicar que el acompañamiento más seguro a Petro, pasa por la mayor organización posible a nivel de base, que permita elaborar propuestas de conjunto con las cuales disputar direccionalidad política.

 

  1. https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a261447.html

 

 

 



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Gustavo Martínez Rubio

Militante de Marea Socialista y de La Liga Internacional Socialista (LIS).

 gmartinez2109@gmail.com      @gmartinezru1978

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