Venezuela al límite

Una lucha de clases en su más pura expresión es lo que está viviendo actualmente la sociedad venezolana. Ya se han roto casi todos los parámetros de convivencia política  entre nosotros, con esta guerra declarada de la derecha más servil de toda la América Latina, que ahora ha decidido tomar una revancha en nuestro país bajo todas las formas posibles, creando la peor zozobra entre la población. Han expresado su odio de todas las maneras; han insistido con todos los mecanismos hasta crear las peores reacciones entre la gente, mostrando los lados oscuros y viles de las personas a través de una propaganda mediática intensa, como nunca antes habíamos vivido. Es algo triste ver cómo venezolanos van contra venezolanos, caraqueños contra caraqueños, larenses contra larenses y así en todas las regiones del país,… se trata de una situación inédita entre nosotros, que nos lleva a la decepción y al abatimiento.

Las diferencias ideológicas o políticas entre los ciudadanos siempre existirán, pero nunca imaginamos que nuestro país se iba a convertir en un campo de batalla con estas características; una tierra de una riqueza natural incalculable ahora se halla sumida en una guerra sin cuartel entre afectos al gobierno y opositores a éste. Ya sabemos las causas. Pero estas causas mutan cada día, se convierten en otras más peligrosas, cambian de forma. Lo más triste es ver jóvenes vestidos de guerreros, de soldados ideológicos portando escudos y armas costosos, equipos sofisticados, de última generación, pagados con recursos extranjeros, arsenales, armas y municiones para hacer guarimbas, cerrar los pasos en calles y avenidas, pegar fuego a edificios y hospitales, quemar seres vivos en espacios públicos sólo por parecer chavistas y pretender que nada de esto sea castigado ni que haya una respuesta de las autoridades; a esto hemos llegado sin que los representantes de la derecha se hayan pronunciado al respecto, o se deslinden de estos hechos de sangre, con lo cual estarían aceptando tácitamente el estado de las cosas, con la anuencia de la Fiscal General de la nación, quien ahora ha pasado a ser una suerte de líder de la oposición, cortando de raíz los antiguos liderazgos, que por su misma naturaleza ambiciosa fueron débiles. Más que líderes, los actuales legisladores de la Asamblea parecen actores que, apenas ganaron las elecciones parlamentarias a comienzos de año, prometieron “sacar” a Maduro del gobierno en apenas cuatro meses. Lo han intentado por todos los medios: además de la evidente guerra económica han pasado a emplear la violencia y el sicariato, han acudido a cortes internacionales, haciendo antesalas en España, Estados Unidos, Colombia y la OEA, de donde han salido con las tablas en la cabeza. Sin embargo, no se dan tregua en su escalada al poder, arremetiendo ahora contra el proyecto de una Asamblea Nacional Constituyente por construirse, quieren sabotear las elecciones a la asamblea el 30 de julio: ese es su objetivo, y acudirán a cualquier medio para lograrlo. Han llegado al extremo de disparar desde un helicóptero la sede del Tribunal Supremo de Justicia, para luego proclamarse héroes sociales. Al máximo tribunal de justicia han intentado descalificarlo y satanizarlo hasta extremos, así como a la Defensoría del Pueblo. Han tratado de crear una suerte de estado paralelo con la ayuda de la fiscalía, y ahora convocan a un plebiscito a todas luces ilegal, pues ni siquiera está contemplado en la Constitución, en una carta magna que han usado a su antojo como un comodín cuando les conviene o cuando no. Pero tienen a la gran mayoría del pueblo venezolano en su contra; me refiero al pueblo trabajador y creador. No al pueblo parásito, burócrata y holgazán, sino un pueblo que ha sabido tolerar todos los embates y ha conquistado espacios de trabajo organizado, y no está dispuesto a entregarlos de buenas a primeras a una clase parasitaria.

Los pueblos trabajadores, creadores y progresistas de América Latina, EEUU y Europa no van a renunciar a su lucha contra las oligarquías nacionales atornilladas al poder financiero: ahí están protestando en calles de Caracas, Buenos Aires, Río de Janeiro, Bogotá, Madrid, Barcelona, México y en estos días en Hamburgo, Alemania, donde se celebró la Reunión del G-20, (grupo de presidentes de naciones poderosas), en abierta protesta contra regímenes que tienen asfixiados a los pueblos con sus políticas de recortes salariales, atropellos a trabajadores y despidos.

Venezuela no se amilana. Su pueblo va a seguir en pie dando la talla con el trabajo productivo y la imaginación creadora por delante, con entusiasmo, alegría y  fe en el futuro, para que mediante la herramienta política de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, se puedan decidir más claros objetivos y mejores destinos para la patria de Miranda, Bolívar, Sucre y Zamora.



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Gabriel Jiménez Emán

Poeta, novelista, compilador, ensayista, investigador, traductor, antologista

 gjimenezeman@gmail.com

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