La violencia social parece inevitable, digo yo

Leí un reciente artículo escrito por Toby Valderrama y Antonio Aponte, titulado, “Lo que pasó en Maracay es grave,” donde dicen, entre otras cosas, lo siguiente: 
 
"Es así, luego del asesinato del Comandante se creó un vacío moral que lo llena espontáneamente lo peor del capitalismo, el egoísmo elevado a niveles de deshumanismo ... Caro estamos pagando el abandono de la espiritualidad revolucionaria, su sustitución por el clientelismo mercenario ... Parece ser una ley histórica que el regreso de un intento socialista, la restauración del capitalismo desde el camino socialista, no es pacífica, requiere de un periodo de violencia social, de fascismo… ¿Será eso lo que asoma en nuestro horizonte? ¿Aún hay tiempo para detenerlo?”

Ver: http://www.aporrea.org/actualidad/a207870.html 
 
Este mismo día, por casualidad, un lector --- creo que es un opositor --- me dijo algo conceptualmente parecido: 
 
“… pero un gobierno medianamente cuerdo y eficiente no puede caer en sus supuestas trampas, entonces en manos de quien estamos? quienes llevan las riendas del país ? En las guerras cuando se están perdiendo, cambian a los generales con el fin de cambiar la estrategia y revertir los resultados, no crees que estos "generales" ya tienen demasiado tiempo perdiendo la supuesta guerra?” 
 
Yo le dije que no, que tal vez él, y la gente como él, están perdiendo la guerra, pero yo no, ni tampoco mucha otra gente, los pobres.  No le dije nada más al lector, pero aquí le diré algunas cosas al respecto, y a Toby Valderrama y Antonio Aponte. 
 
Estas son mis opiniones personales al respecto. 
 
Primeramente, si el lector se refería a la “guerra” por parte del gobierno contra la escasez, el acaparamiento, la especulación, y la masiva inflación, y la angustia generada por lo tal, le puedo decir una cosa segura, para los pobres, esta situación de angustia por no alcanzarle el dinero, no es nada nuevo. 
 
Hace 500 años que estamos viviendo lo mismo, excepto durante algunos cortos periodos, como por ejemplo cuando la corrupción interna dentro del sistema de abastecimiento y distribución de las cadenas Mercal, PDVAL, y Bicentenarios (cadenas del gobierno, comida subsidiada) no era tan flagrante y criminal como lo es hoy.  
 
Si habla de la corrupción, la criminalidad, la delincuencia, y la anarquía, lo cual ha estado incrementando en el país, también le puedo decir al lector que nosotros los pobres tenemos una gran experiencia al respecto que también data desde 500 años. 
 
Desde cuando los delincuentes perversos españoles vinieron a atracarnos, violarnos, y matarnos. Después vivieron los criollos, hijos de esos españoles, quienes nos robaron las tierras, nuestras mujeres, y nuestras vidas.  
 
Después vinieron los Capriles Radonskis, las María Corina Machados, y toda esa banda de delincuentes modernos, los hijos de los hijos de los hijos de los grandes delincuentes europeos, quienes nos robaron, y siguen tratando de robar, casi todos nuestros recursos naturales, y que hasta hoy han siempre andado escondidos como cobardes detrás de sus inmensas paredes electrificadas, sus clubes privados, sus guarda espaldas armados y carros blindados, y sus residencias y cuentas bancarias en Miami.  
 
La delincuencia no es nada nuevo para nosotros los pobres. 
 
Ahora, lo que no entiendo es cómo Toby Valderrama y Antonio Aponte --- aparte de quejarse todo el tiempo --- piensan que cuando un estado tipo Venezuela, capitalista, explotado, violado, y aplastado durante 500 años, al pasar por un proceso de cambio hacia el socialismo, o hacia el humanismo, o durante ese intento, pueden considerar la pregunta, “¿Será eso lo que asoma en nuestro horizonte? ¿Aún hay tiempo para detenerlo?” 
 
Se refieren a un periodo de violencia social, lo cual, en mi opinión, es inevitable por las siguientes razones. 
 
Imaginase una piñata en el patio trasero de una gran quinta en Prados del Este (un sector de ricos de Caracas) donde hay unos 30 niños sifrinos, ricachones, blanquitos, y sus familiares, participando en una fiesta de no sé qué. Ahora imagínense que de repente se presenta un grupo de 300 niños pobres, negritos, y sus familiares, provenientes del barrio Santa Cruz del Este, no muy lejos de allí.  
 
El presidente del país los acompaña y les dice a los ricachones que a partir de hoy cualquier piñata que se haga en esa propiedad debe ser abierta, sin ningún costo asociado, a toda la población de Santa Cruz del Este. 
 
¿Qué pasaría? 
 
Creo que primeramente los ricachones se pondrían más blancos de lo que son a raíz del susto, de la cobardía, y del racismo, así como siempre lo ha sido, le tienen miedo a los pobres, pero después, algunos de los padres de los niños sifrinos se reunirían para discutir sobre cómo ponerse del lado del presidente para negociar acuerdos con respecto a las próximas piñatas, que por lo menos el gobierno pague las piñatas, los refrescos, y la torta --- ah, y el jabón. 
 
¿Y qué habría pasado durante la piñata? 
 
Bueno, los niños sifrinos se hubieran escondido, ciertamente debajo de las faldas de sus madres, mientras que los niños pobres, quienes nunca habían probado los dulces exquisitos importados de la piñata de los ricos, se hubieran caídos a golpes, a palos, tratando de recoger lo más posible de los dulces para ellos mismos.   
 
Después del alboroto, algunos hubieran compartido entre sí los pobres, pero también hubieran tal vez compartido con los niños ricos, mientras que otros, las ratas, no hubieran compartido nada, y otros, los niños pobres delincuentes, hubieran tratado de robarles más dulces a los más pequeños, pero no solamente sus dulces, también sus zapatos, camisas y pantalones.  
 
Así es la vida, así se desenvuelven las cosas cuando algo nuevo se presenta y se pone en marcha.  
 
Para mí esto no es ningún misterio.  
 
Hoy los pobres tenemos acceso a los dulces de la sociedad, a los servicios médicos  gratuitas, a la educación gratuita, a las computadoras gratuitas para los niños de primaria, lentes gratuitos, dientes gratuitos, comida subsidiada, etc., etc., etc., mientras que los sifrinos no tienen otra opción hoy que de aceptar esta nueva realidad, gústenles o no.  
 
Mala suerte.  
 
Pero también, el pobre comparte los dulces con los sifrinos, los CDI, los PDVAL, y los abastaos Bicentenarios, etc., los ricachones también tienen el acceso a todos los dulces que hoy los pobres disfrutan del la misma piñata de los ricos por primera vez en 500 años, aunque durante esos 500 años, los ricachones nunca compartieron sus dulces con los pobres a menso que les convenga, o para lucirse de piedad y generosidad. 
 
¿Entonces, cuales serian las subsecuentes reacciones? 
 
Algunos ricachones, como María Corina Machado, se ofenderían al tener que compartir la misma piñata, y en el mismo sitio, con los Negros e Indios pobres.   
 
Algunos pobres, tercos como yo, siempre se quedarían pendientes de la posibilidad de ser atracado por sorpresa por los ricachones hipócritas de siempre, los sifrinos cobardes, y sus lacayos y traidores de las clases pobres.  
 
Algunos ricachones se irían del país por siempre, hablando mal de su Patria, mientras que otros se suicidarían, y otros se encontrarían en una situación de depresión psicológica eterna, “Ayyy … ¿Cómo puede ser que ahora los pobres pueden hacer lo que les dé la gana y nosotros no?” 
 
Pero, obviamente, hay un montón de gente, a todos los niveles, algunos ricos, y algunos pobres, pero todos sinvergüenzas desalmados, y delincuentes de corazón, quienes harían todo lo posible para aprovechar la situación de cualquier manera que sea posible para enriquecerse a espalda de los buenos, los honestos, y los humanistas, y eso es lo que estamos viviendo hoy. 
 
No es nada complicado, ni tampoco es algo inesperado, digo yo. 
 
Consecuentemente, en algún momento todo esto llevará inevitablemente al caos y a la anarquía, lo que enseguida llevará a la violencia social --- hasta que el orden social se reencuentre otra vez cuando todos se acostumbren a la nueva realidad, y que todos se den cuenta que esta sociedad nunca va a regresar, jamás, a lo que fue durante los 500 años antes de Chávez, y que nunca más se permitirá a los aprovechadores sinvergüenzas de abusar del prójimo.  
 
Hay que tomar en cuenta también que así como existen chavistas como yo, dispuestos a morir para que los ricachones nunca vuelvan al poder, también hay ricachones cobardes dispuestos a incendiar, destruir, sabotear, y matar para volver a vernos los pobres aplastados como lo fuimos durante esos 500 años. 
 
¡Pero, nunca volverán!  
 
¡Estamos ganando nuestra guerra! 
 
¡Ellos están perdiendo su guerra! 
 
La violencia social es inevitable --- digo yo. 
 
oscarheck111@yahoo.com



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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