Ah, ahora entiendo

El otro día, en este pueblito andino, la oposición montó una gran tarima, gigantisima, con cornetas gigantes, para un evento de cierre de campaña de su candidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, servidor el imperio estadounidense.

Me imaginaba que se iban a presentar cientos de opositores para festejar, bailar y cantar, pero a las siete de la noche, cuando el locutor político, irónicamente un copeyano, empezó a hablar, habían solamente 4 carros, 5 motos, una bandera verde, y como 15 personas presentes.

Pero más interesante fue lo que siguió.

Como ocurre aquí cada fin de semana a partir de las siete de la tarde en la plaza Bolívar, donde se encontraba la tarima, empezó a llenarse de jóvenes, adolescentes, de 13, 14, 15, años de edad, y tal vez un poco más, donde se reúnen en grupitos, pa´echar vaina y joder. Allí me encontraba, del otro lado de la plaza, observando como esta tarde parecía haber más jóvenes que lo normal, y me preguntaba por qué.

La respuesta fue confirmada como a las nueve de la noche, cuando empecé a darme cuenta que casi todos los adolescentes andaban caminando con vasos de plástico transparentes llenos de cerveza.

Pensé - Ah, ahora entiendo.

Poco después de las nueve, después que el locutor de la tarima dijo, “Nosotros los copeyanos vamos a votar por Capriles,” - algo que es totalmente irónico dado que Capriles les negó a los copeyanos participar en la boleta electoral, los jóvenes se acercaron a la tarima, cuando fue presentado una agrupación musical rock, y empezó a escucharse a las muchachas gritando, así como ocurre en cualquier presentación rock para jóvenes.

El cantante empezó a hablar –pero estaba tan borracho que casi no podía hablar– y las muchachas gritaron aún más fuerte. Había alrededor de 60 jóvenes presente, y tocaron música hasta las 4 de la mañana, en todo el frente del CDI, donde se encontraban varias personas internadas, hospitalizadas, tratando de dormir.

El próximo día algunas personas me contaron que habían encontrado grupos de jóvenes botados por las calles, vomitados o dormidos borrachos, y aún dentro de una casa donde venden cerveza de noche. También me encontré con un opositor, quien cobra un salario de la gobernación del Táchira sin trabajar, y me contó que se pasó toda la noche en la plaza Bolívar con el cierre de campaña de Capriles Radonski, porque la cerveza y el ron era completamente gratis.

Pensé – Ah, ahora entiendo.

oscarheck111@yahoo.com


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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