La historia oral y los vaivenes de la memoria (I)

Las entrevistas orales, el testimonio puede ser fuente e instrumento para el trabajo del periodista, narrador, analista de discurso, el politólogo, el sicólogo, biógrafo, cultor, antropólogo y también del historiador. Lo que hace que una entrevista se convierta en fuente para la reconstrucción histórica es el historiador, mejor dicho, la persona con conocimientos profundos sobre los siguientes elementos: 1.- Contextualización del sujeto que investiga. 2.- Contextualización del tiempo que se pretender abordar. 3.- Conciencia, es decir, dominio teórico y filosófico que le permiten entender el sentir de la fuente oral. 4.- Capacidad de triangular la información de la fuente oral con la fuente escrita. 5.- Capacidad de sintetizar y narrar con el discurso histórico esta conjugación de información, teorías y filosofías.

Entre los criterios para las fuentes orales está el de entrevistar a otros sujetos que hayan vivido o conozcan sobre lo estudiado, es una forma de contrastar, analizar las similitudes y diferencias en las informaciones dadas y confrontarlas con los documentos escritos. Las fuentes orales también responden a un tiempo histórico determinado, es decir, la memoria no puede superar más de dos o tres generaciones anteriores. Una persona puede hablar con propiedad de sus padres y sus abuelos más allá de eso, de ese tiempo se hacen cuesta arriba, y tiende a surgir más la fantasía y los deseos que la verdad histórica.

La mayoría de historiadores coinciden en señalar que la fuente oral no puede abarcar más de 150 años. Por ejemplo, en nuestra historia venezolana hemos visto como se confunden, en esta historia oral, sucesos de la Guerra de Independencia (1810-1821) con los sucesos de la Guerra Federal (1859-1863). Otros ejemplos lo hemos visto al pretender reivindicar nuestros ancestros aborígenes desde la historia oral. Tratar de reconstruir en la memoria procesos de 500 años, que no tienen asideros ni en las fuentes documentales ni en los registros antropológicos.

A la hora de analizar testimonios, conviene que el historiador saque provecho de la psicología del testimonio. O lo que es lo mismo, tener presente que las personas se equivocan a la hora de ubicar tanto el espacio como el tiempo. El mismo estado físico del testigo puede hacer que las cosas se vean y escuchen de una u otra forma, o los prejuicios de la época, o situaciones de convulsión colectiva. Se debe tener en cuenta que los testimonios no son propiamente sino la expresión de recuerdos. De todos modos, estas afirmaciones en apariencia pesimistas no afectan a la estructura elemental del pasado. (Marc Bloch. 1996)

La historia no es una regresión psicoanalítica ni tampoco un viaje al pasado, a ambos estamos inhabilitados. El pasado es por definición, un dato que ya nadie habrá de modificar (Marc Bloch. 1996). La historia es una construcción desde el presente, es siempre una interpretación, es básicamente argumentativa y discursiva. No es neutra ni objetiva, la práctica historiográfica no es realizada por hombres descarnados, no son sujetos acontextuales, son siempre hombres con posiciones ideológicas y políticas con intereses particulares.

Tal como lo plantea Edwar H. Carr (1993): "Los hechos de la historia nunca nos llegan en estado puro… siempre hay una refracción al pasar por la mente de quien los recoge. De ahí que cuando llega a nuestras manos un libro de historia, nuestro primer interés debe ir al historiador que lo escribió y no a los datos que contiene."(p. 74).

Compartimos con Dora Schwarzstein para quien no puede confundirse historia oral con testimonios, ni tampoco hacer del testimonio un simple registro:

Por el contrario, se trata de productos culturales complejos. Incluyen interrelaciones cuya naturaleza no es fácil de comprender, entre memorias privadas, individuales y públicas, entre experiencias pasadas, situaciones presentes y representaciones culturales del pasado y el presente. En otras palabras, los testimonios de historia oral están profundamente influidos por discursos y prácticas del presente y pertenecen a la esfera de la subjetividad. (1991, p. 133).

 

Más adelante, insiste en lo complejo que es abordar un testimonio y las formas en que se construye y constituye la memoria como fuente de la historia, cuyo tratamiento no puede ser ingenuo y requiere de habilidades y dominio teórico: filosófico del historiador:

El testimonio, cuya materia prima es la memoria, no es la historia. Por tanto, no es suficiente recuperar la memoria y transmitida, sino que es imprescindible reflexionar sobre su naturaleza para poder entenderla, analizarla e incorporarla plenamente a la narrativa histórica. Esa es la única manera de transformar la memoria en historia. (…) No se trata entonces de la mera búsqueda de nuevas fuentes para una nueva historia, es necesario entender los mecanismos a través de los cuales el testimonio se construye y constituye. Esta precaución elimina toda ilusión de transparencia del discurso de los sujetos. Las entrevistas no nos acercan a la historia instantánea, no son "la voz del pasado", ni la memoria es una fotografía inmaculada de los hechos que ocurrieron. Lo que implicaría adherir a una visión empirista e ingenua frente a la cual es necesario estar alerta (p. 80).

El fundador de los Annales, Marc Bloch, nos refiere a las imposturas al tratar los testimonios:

La impostura es capaz de viciar un testimonio. Ésta a su vez puede tomar dos formas. Primero es el engaño acerca del autor y de la fecha: la falsedad, en el sentido jurídico de la palabra. Existe una forma más insidiosa del engaño; en vez de la mentira brutal, completa y, si puede decirse, franca, el solapado retoque: interpolaciones en cartas auténticas, o el bordado en las narraciones, sobre un fondo aproximadamente verídico, de detalles inventados. Eminentemente variable, de un individuo a individuo, la facultad de observación no es, tampoco, una constante social. Sin embargo, para que el error de un testigo venga a ser el de muchos hombres, para que una observación equivocada se metamorfosee en falso rumor, es necesario que el estado de la sociedad favorezca esa difusión. (P.44-45)

El maestro francés refiere a que la crítica del testimonio, que trabaja sobre realidades psíquicas, será siempre un arte lleno de sutilezas. Para ella no existe libro de recetas. La crítica se mueve entre dos extremos: la similitud que justifica y la que desacredita. En cuanto al abordaje metodológico de los testimonios insiste sobre la importancia del método comparativo, el conocimiento de la psicología humana y al carácter "detectivesco" que debe asumir el historiador:

Para que un testimonio sea reconocido como auténtico hemos visto que el método exige que presente una cierta similitud con los testimonios vecinos. La crítica se basa sobre el trabajo de la comparación. No se podrá fechar un objeto ni pronunciarse sobre su autenticidad si no es posible relacionarlo con huellas ajenas al hombre. Los vestigios se tienen que poder insertar en una tabla cronológica o en un conjunto sincrónico. La concordancia de un testimonio con los testimonios cercanos establecerá unos tipos de conclusiones u otros. Son tan sospechosos dos relatos sobre el mismo suceso completamente distintos como otros dos completamente iguales. En el caso de relatos distintos, está claro que alguno no dice la verdad. Investigar las razones que llevaron a componerlos de esa forma, utilizar el análisis psicológico, hará que se encuentre al probable impostor, como también el comprobar si concuerda con otros documentos de la misma época en cuanto a su morfología. Uno de los dos tiene que sucumbir: el principio de contradicción prohíbe inexorablemente que un acontecimiento pueda a la vez ser y no ser. Por lo que respecta a dos documentos exactamente iguales, si dos testigos narran el mismo acontecimiento con las mismas palabras, los mismos detalles, está prácticamente claro que uno de los dos copió al otro o que ambos copiaron un modelo común. No resulta demasiado razonable que dos narradores utilicen exactamente las mismas palabras, como tampoco que ambos vieran y oyeran exactamente lo mismo situados en espacios distintos y con distinta capacidad de atención. La crítica se mueve entre dos extremos: la similitud que justifica y la que desacredita. (Marc Bloch. 1996. P. 47)



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1959 veces.



Pedro Rodríguez Rojas

Sociólogo e historiador (UCV). Magister en Historia Económica (UCV). Maestría en Tecnología Educativa (UNESR). Doctorado en Ciencias Económicas y Sociales. (UCV). Doctorado en Historia (UCV). Ha sido docente de Pre y Postrado en la UCLA, UNA, UPEL. Actualmente de la UNESR en la categoría de Titular. Ha sido investigador del Centro de Historia para la América Latina y el Caribe, OEA, CELARG, Congreso de la República, Centro OPEP, entre otros. Ha sido Asistente de Investigación de los Doctores Ramón J. Velásquez, Federico Brito Figueroa, Héctor Malavé Mata y D.F. Maza Zavala, entre otros. Ex-Director de Postrado de la Universidad Simón Rodríguez-.Barquisimeto. Ex Coordinador del postgrado en Gerencia Cultural. Coordinador del doctorado de educación UNESR. Coordinador de la Línea de Investigación Filosofía y Sociopolítica de la Educación del Doctorado en Ciencias de la Educación. Presidente de la Asociación Civil Museo Histórico Lisandro Alvarado 2002-2010. El Tocuyo. Miembro fundador de la comisión de recursos hídricos de El Estado Lara .Asesor de la Misión Sucre y Aldea Universitaria de Morán. Vocero asesor de consejo comunal Los tres brazos y San Pedro. Entre los reconocimientos recibidos podemos mencionar: Premio Regional (Lara) sobre la obra de Andrés Eloy Blanco (1996). Premio Estimulo al Investigador UNESR, mayor productividad Científica del Núcleo Barquisimeto desde 1997 hasta la actualidad. Investigador ONCIT PEI Nivel. C. Premio CONABA. Premio Ensayo Histórico: Federico Brito Figueroa, Aragua 2001. Premio Ensayo Antonio Arráez: 450 años de la fundación de Barquisimeto, .2002. Premio Ensayo Educativo, Universidad de Oriente, 2004, Premio Primer Concurso Historia de Barrio Adentro del Ministerio de la Cultura, 2009. Premio sobre Legado de Chávez, Maturín, (2013). Premio Literario Rafael María Baralt, Maracaibo (2014). Más de sesenta publicaciones entre libros y artículos en revistas arbitradas a nivel nacional e internacional sobre ciencias sociales y filosofía. Es articulista en varios periódicos a nivel nacional. Coordinador de la Revista de filosofía de la educación TERÊ. Entre sus libros podemos mencionar: Juan Pablo Pérez Alfonzo, La economía venezolana, La Universidad frente a la globalización y la posmodernidad, Pensar América latina, América latina en la globalización, Educación para el Siglo XXI y La Ética Socialista. Junto a Janette García Yépez ha escrito varios libros sobre la historia de El Tocuyo, a saber: Personalidades tocuyanas, La cultura tocuyana, La cañicultura en El Tocuyo, El café y los resguardos indígenas en Morán, Crónicas tocuyanas, El Rio Tocuyo, la educación secundaria en El Tocuyo, La vida cotidiana en El Tocuyo, Memoria fotográfica de El Tocuyo, La Personalidad Intima de Lisandro Alvarado y Cultura y Tradiciones Tocuyanas.

 pedrorodriguezrojas@gmail.com

Visite el perfil de Pedro Rodríguez Rojas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Pedro Rodríguez Rojas

Pedro Rodríguez Rojas

Más artículos de este autor