Cohabitar en la promiscuidad del periodismo

Escarbar la prensa contemporánea es una experiencia sofocante para quien tenga cabeza propia; nadie me lo ha comentado pero lo afirmo.

Recuerdo con fruición la magnífica columna de Arístides Bastidas, entre otros ejemplos no sólo de opiniones sino de noticias que, aun cuando no siendo objetivas puesto que la objetividad es función del objeto, no de sujeto alguno, eran potables y tú sabías ponerle una pizca de tu sal y de tu pimienta, al gusto.

Mas, de un tiempo a esta parte ha habido como un acelerado descalabro de esa prensa, en sentido lato, y el periódico, ese mismo donde aparecía el destacado periodista citado, se convirtió en un colmo de lo peorcito, entre otros colmos.

La prensa actual ya no sirve siquiera para que la maestra de la escuela mande a un muchacho a recortar el periódico para hacer una tarea; no señor, eso se acabó, y no precisamente por la aparición de la canaimita sino porque la maestra, que se supone inteligente, en consecuencia ella apela a la ética de lo debido, se inhibe y dice, ¡bah!, eso echa a perder al muchacho y, busca otra alternativa menos traumática.

Todo lo que aparece en la prensa, valga que en el periódico, en la tele, en la radio, en la red y, por supuesto, en radiobemba (colorá, como dijese Celia Cruz), es subjetivo puesto que proviene de sujetos, no de objetos en cuyo caso sí sería objetivo; pero independientemente de la reflexión, es que uno desea que la prensa no sea tan embustera, tan manipuladora, tan falta de ética popular; pareciera haber una cohabitación promiscua entre el editor y el periodista, deliberadamente por parte del dueño del medio de difusión de embustes, y del ganapán que sumiso acepta la coacción del jefe.

Los periódicos por lo general no nos sirven sino para, a falta del adecuado papel y en momentos de emergencia [¡rompa el vidrio!], "poner un fax", es decir, "un telegrama", y uno limpiarse "el teletipo".

Estimo que ese es un tema para que la sociedad organizada haga un debate a fondo y meta en cintura no sólo a las escuelas donde se acreditan los periodistas sino a los dueños de esas máquinas de guerra que son las televisoras, radios, periódico y etc.

Naturalmente que se necesitan leyes de gran peso y su aplicación rigurosa contra los infractores pero, sin guabinear.

Y eso no es todo de acuerdo a mi punto de vista, hay personas que opinan la mar de pistoladas que juegan garrote y eso también es pernicioso pero en este caso, que el libre albedrío de cada quien use su propio colador.

De todas maneras, con apelar a la reflexión crítica de cada quien, es decir, a reflexiones que abran la mente, es suficiente para no enredar; y, no obviemos que es muy creíble la tesis de que cada persona se conduce por sí misma o es conducible, manipulable como los chivos mansos (Alí dixit), en función de cuanto procese o no la información a la que está expuesto.

Entre el lenguaje libre y el lenguaje controlado de los medios de difusión hay una delicada brecha a considerar y subsanar porque no olvidemos que hay niños que están expuestos al contagio; estimo por ejemplo que la televisión, por citar sólo un poderoso medio de difusión de embustes, debe estar sujeta a los planes y programas de las escuelas y es al gobierno, bolivariano en este caso, quien debe monitorear la cuestión para meter en cintura a tanto bicho malo.

Permítaseme la digresión pero es que quiero enviar y, de hecho lo hago, un asertivo saludo a todos quienes tuvieron la gentileza de leer mis garabatos; tanto a los que pudiesen haber estado de acuerdo conmigo como los que no y que me enviaron insultos non sanctos pero, igual se les quiere, se les agradece, pero a éstos quiero decir que lo que pasa es que a veces suelto carnadas para medir sus reacciones y los engancho con mi anzuelo, los hago venir a mi buzón, con sus insultos que se constituyen en insumos para yo estudiarlos in vitro y confirmar que a la escualidad le falta un tornillo, por lo que les patina el koko.

Ah, os revelo que uno de mis recientes anzuelazos fue ese de: ¡plooomooo contra Ramonet!, así que muchas gracias a quienes me enviaron insultos tan buenos.

Por último, agradezco muchísimo a aporrea.org por haberme permitido opinar desde su prestigiosa revista, he de decirles que mi modesta opinión solo fue contribuir con el foro; no hay que matar el foro y más justificadamente cuando, en nuestro caso, Venezuela está en proceso de pasar de ser una sociedad cerrada, como en un cepo, por parte de los editores de lochas de comunicación de embustes, a ser una sociedad abierta, gracias a los medios (no lochas) que se atrevan a decir verdades pero, eso sí, tomando en cuenta una premisa fundamental, que la debida información tiene que ver no solamente con la verdad sino también con la ética del pueblo.

Una piedra no opina, un sujeto sí; de tal palo tal astilla; ok, pero de nada sirve que medio alguno, por hacerse liberal se convierta subrepticiamente en una especie de caja de pandora de cualquier arista del periodismo.



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Guillermo Guzmán


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