(Llamado de atención de UNAMACI)

La emergencia en la comunicación popular y la coyuntura del país

Lamentablemente la fragilidad en la formación política de quienes, últimamente, han conducido y conducen la gestión comunicacional del gobierno bolivariano, los lleva a no entender o a desestimar la significación estratégica de la comunicación popular, alternativa y comunitaria, frente a una coyuntura como la que vive el país

Esbozo coyuntural

En general la comunidad nacional está consciente de la compleja situación en que se encuentra el país, para ello no hace falta mayor erudición, sino, simplemente, vivir día a día, como padece nuestro pueblo, las dificultades que conlleva obtener los productos necesarios de la dieta básica tanto los de carácter alimenticio como los demás requeridos para el desenvolvimiento cotidiano de la vida social; a lo cual habría que sumar la híper especulación de los comerciantes inescrupulosos que, en su afán desmedido de lucro, y, muchos de ellos, guiados por aviesa intencionalidad política, aumentan los precios de bienes y servicios sin ninguna consideración y divorciados del más elemental espíritu solidario.

Y, por supuesto, el desbordamiento de la criminalidad que, sin duda, acrecienta la angustia y mantiene en zozobra permanente a la población. Es decir, hay toda una conjugación de factores que conducen a la maquinación de un tramado que, indudablemente, afecta y perturba la psiquis y el sentir colectivo. Y donde el ingrediente político opositor, indiscutiblemente, se hace presente de manera determinante para tratar de orquestar un caldo de cultivo que le permita cuajar el tan ansiado propósito de alcanzar el poder político del país.

Para los infaltables opinólogos criticistas (dirigentes empresariales, economistas neoliberales y conversos de la izquierda, periodistas y columnistas tarifados, voceros eclesiásticos y politiqueros de ocasión, etc.) tal situación es consecuencia del fracaso, tanto en su diseño como en su ejecución, del modelo chavista al no responder, por un lado, a los supuestos que señalan los cánones de la racionalidad capitalista neoliberal y, por otro lado, por provocar una polarización que ha producido una división perturbadora de la sociedad venezolana.

Quienes así enfocan y asumen la actual coyuntura del país pretenden hacer pasar por alto el elemento gravitante, y a nuestro juicio fundamental, del papel desestabilizador que juega el imperialismo estadounidense en la región latinoamericana y caribeña, a la que desde hace doscientos años los americanos del norte han considerado su patio trasero, y, particularmente, en Venezuela, poseedora de las más grandes reservas petroleras del orbe-tan codiciadas y necesarias para mantener su desquiciante y depredador sistema de vida- y, a partir de la insurgencia de Chávez, convertida en faro luminoso en la lucha redentora de los pueblos nuestroamericanos.

Táctica de guerra no convencional

El imperialismo tiene trazado con mucha antelación a la presente hora venezolana toda una táctica de guerra no convencional que combina diversas formas de lucha y está orientada a socavar la estabilidad del país, su funcionamiento económico y su tranquilidad espiritual; todo ello destinado a derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y a truncar la Revolución Bolivariana; táctica en la que la oposición venezolana tiene pautado un guión que es el que ha venido ejecutando con estricta y perruna fidelidad. Siendo en este marco en el que hay que analizar y asumir los avatares en que se encuentra sumido el gobierno y pueblo venezolano.

Sólo basta con tener presente los planes injerencistas dados a conocer públicamente, como es el caso del documento TC 1801 del Estado Mayor del Ejército de EEUU, publicado en noviembre de 2010, que es un recetario del gobierno estadounidense en el que, atendiendo a los parámetros de la guerra no convencional, se definen las etapas y los medios para derrocar la revolución bolivariana y los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe; siendo, en el caso venezolano, la oposición mudista la plataforma destinada para instrumentar en el ámbito político esta artera guerra no convencional, que, como es harto conocido, apela, para su orquestación, a la guerra económica, financiera, mediática, psicológica, terrorista, criminal, etc., tal cual como se ha venido materializando en el país.

Y más, recientemente se conoció el Informe del Comando Sur estadounidense, de febrero de 2016, en el que su actual jefe, el almirante Kurt Tidd, anuncia el desarrollo de la Operación Venezuela Freedom-2 y en el que con el mayor descaro se estampa: "Es indispensable destacar que la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase-2) de la Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en nuestro comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD involucradas en el Plan (… impulsando como cobertura el referéndum o la enmienda que se apoya en el texto constitucional y que sirve para censar, movilizar y organizar una masa crítica para la confrontación...) por eso nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios (…Almagro, en la OEA, debe proceder según lo convenido con él) para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro".

Más claro, imposible, un país, EEUU, nos planifica una guerra no convencional, no declarada, y asume que la dirección de la misma la ha de mantener su Comando Sur y que a la gente de la MUD se le traza el papel instrumental de operador político en contra del país, de su pueblo, de su historia, de sus símbolos. Qué duda cabe, se trata de la existencia de una oposición desnacionalizada, traidora, que responde más a intereses y modos de vida extranjeros que a la autoctonía y esencialidad nacional. Pitiyanquis los definió, en su oportunidad, Mario Briceño Iragorry. Traidores a la Patria, no vacilaría en calificarlos el Libertador Simón Bolívar.

Disputa por la hegemonía

Frente a este panorama, por demás, sombrío, a las fuerzas patrióticas les corresponde, asumir, en primer lugar, una cabal comprensión de la magnitud de la gravedad de la situación planteada, (la posibilidad de que el fascismo se haga con el poder del país y haga tabla rasa con los avances democráticos y sociales que nuestro pueblo ha conquistado en estos años de Revolución Bolivariana) y, en este sentido, impulsar la concienciación del pueblo como sujeto político para que sea capaz de enfrentar y superar las contingencias que están por sobrevenir.

En segundo término, entender que hay que imprimirle mayor eficacia revolucionaria a la acción gubernamental, demostrando de que se es capaz de solventar las vicisitudes presentes y darle respuestas efectivas a los padecimientos del pueblo que se percibe desamparado (frente a la escasez, las colas y el bachaqueo), fortalecer los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAPs) y acentuar la labor contralora ante la agresión contumaz del empresariado voraz y ante la labor socavadora de los funcionarios corruptos y desaprensivos que, dejándose ganar por los antivalores capitalistas, han perdido la perspectiva del papel que les corresponde en la gestión pública.

Y en tercer lugar, desarrollar las acciones políticas pertinentes en aras de reconstituir el bloque histórico de fuerzas sociales insurgentes que le permitió al Comandante Chávez emerger de las entrañas del pueblo para consensuar la hegemonía que hizo posible los cambios sustantivos y revolucionarios alcanzados por la sociedad venezolana en estos años de Revolución Bolivariana.

Bloque histórico social con el que se logró ir construyendo un nuevo sentido común, una nueva subjetividad, una nueva hegemonía en la sociedad, fundada en los valores bolivarianos, chavistas y socialistas, hoy, nuevamente, en disputa por el afloramiento del mensaje regresivo de la derecha apátrida, cuarta republicana y capitalista decadente.

Mediática imperial

En esta táctica de guerra no convencional, al no tener aún un carácter abiertamente beligerante, el ámbito comunicacional ocupa un rol preponderante, pues, como es harto conocido, esta guerra se libra, básicamente, en la mente de las personas, apuntando a socavar la identidad nacional de los pueblos, sus valores patrios, a debilitar la credibilidad ciudadana en sus gobiernos como garantes de la seguridad y del bienestar colectivo, a insuflarle miedo y progresiva angustia a las masas, procurando la afectación de la psiquis social, en fin, a disminuir la confianza en el proyecto-país, agotando la resistencia popular, y presentando como salida necesaria el señuelo del retorno a la "democracia en libertad" que no es más que la reinstauración de la tiranía del capital y la sumisión del país a intereses extranjeros.

Como es claramente ostensible, el imperialismo cuenta con todo un poderoso aparato mediático tanto a nivel local como internacional, en el que se conjugan desde los más diversos y sofisticados elementos de la industria cultural, del entretenimiento y el espectáculo, las agencias de noticias internacionales, los grandes multimedios, las redes sociales, las empresas privadas mediáticas locales que, evidentemente, disponen de una sofisticada y avanzada infraestructura y logística tecnológica, pero también de los otros aparatos ideológicos tradicionales como es el escolar, cimentado en los colegios católicos y las universidades privadas y en el no menos efectivo aparato religioso que tiene en la jerarquía eclesiástica una amplia cantera de cuadros difusores de la ideología del viejo orden de dominación; la idea que los mueve es moldear la memoria colectiva de nuestra sociedad, bien a través de los aparatos ideologizantes tradicionales o bien a través de los modernos medios masivos de comunicación.

En esta relación del dispositivo comunicacional imperial y lacayo local no debe soslayarse, además, toda la amplia gama de mecanismos publicitarios (vallas, afiches, pendones, volantes, panfletos, etc.) comerciales y culturales que en infinitas expresiones contribuyen a reproducir constantemente la ideología y valores imperiales y burgueses; el capitalismo se cuela por todos los intersticios de la sociedad reproduciendo sus valores, para ello cuenta con dos instrumentos sumamente poderosos y omniabarcantes: el dinero y la mercancía, que son dos valores que están íntimamente sembrados en la estructura social. Y la noticia convertida en mercancía se ha constituido, precisamente, en una fuente generadora creciente de dinero.

En todo caso la intencionalidad imperial en materia comunicacional está orientada a imponer un pensamiento único, hegemónico, no contradictorio, en base a una comunicación unidireccional y unilateral que no se plantea compartir conocimiento ni mucho menos fomentar un pensamiento crítico sino la confusión de las conciencias y la ocultación de la realidad, en otras palabras, la recreación de una realidad virtual y la manipulación sutil y sistemática de una opinión pública favorable a sus intereses; la idea es atacar la mente de la ciudadanía para sensibilizarla hacia sus planes de control y dominio.

Modelo comunicacional bolivariano

Por ello, la lucha por contrarrestar la acción imperial y lacayuna en el plano comunicacional, desde la perspectiva de la comunicación popular alternativa impresa debe partir de una visión lo más integral posible del hecho comunicacional, concebido este no sólo en su expresión mediática sino en su acepción más amplia como relación social, como manifestación de interacción humana.

Los tanques de pensamiento imperiales, los llamados thinks tanks, hacen uso de todos las herramientas que tienen a su disposición con tal de materializar sus políticas y estrategias, esto lo han aprendido ellos, en parte, de las experiencias de las derrotas que le han sido propinadas por los pueblos en sus luchas antiimperialistas, especialmente, la del heroico pueblo vietnamita que recién acaba de celebrar el cuarentiuno aniversario del triunfo obtenido en su lucha por la liberación nacional y contra el imperialismo estadounidense.

Allí en Vietnam, se desarrolló la lucha de todo el pueblo, la guerra de todo el pueblo contra el imperialismo, es decir, el genio de Ho Chi Min entendió, en primer lugar, la necesidad de conformar una amplia alianza social que permitiera unir a todo aquel patriota vietnamita ganado para enfrentar al invasor y, en segundo lugar, hacer uso de todas las armas y formas de lucha y de organización, desde las más artesanales y primarias hasta las más sofisticadas y avanzadas de la época, con tal de que fuesen útiles para combatir al enemigo. Así venció el hermano pueblo vietnamita pero de allí también aprendió el derrotado pero taimado imperio estadounidense.

A nuestro pueblo le corresponde prepararse y utilizar todas las formas de lucha y de organización y aplicando ese principio al terreno comunicacional asumir que debe apelar a todos los mecanismos, dispositivos, instrumentos, herramientas, técnicas habidas y por haber para darle la pelea, en este caso mediática y comunicacional, a quienes pretenden torcernos la determinación que hemos tomado de ser libres y soberanos; ni más ni menos asumir el principio estratégico de la guerra popular comunicacional como condicionante para abatir a tan poderoso enemigo.

Por ello no se debe subestimar ni marginar ninguna vertiente comunicacional, aún cuando algunas tengan mayor relevancia o significación que otras en un momento determinado. En nuestro concepto, allí está la médula del modelo comunicacional bolivariano, que evidentemente el Comandante Chávez entendió y practicó desde el inicio de su práctica revolucionaria y más aún cuando ya desde el gobierno adosó el concepto de pueblo comunicador.

Chávez, comunicador por excelencia, fenómeno comunicacional del Siglo XXI, apeló a todos los medios que tenía a su alcance para comunicarse con su pueblo, sin desestimar ninguno; así como hacía uso o estimulaba el uso de un megáfono, de un volante, de un mural, de un conversatorio en una esquina, de una emisora o periódico local, comunitario, alternativo o de su programa Aló Presidente así mismo estimulaba el acceso a las redes sociales y propiciaba la creación de TELESUR y de la Radio del Sur; sabiendo aprovechar cualquier medio para relacionarse y comunicarse con la sociedad. Siempre entendiendo que lo importante era mantener una relación permanentemente interactiva, formativa, educativa entre y con el pueblo.

Estamos conscientes que cada proceso revolucionario genera su propio modelo comunicacional según sea las condiciones específicas en que se da y el tiempo histórico y el nivel tecnológico en que se desenvuelve, es así como, por ejemplo, el proceso revolucionario independentista venezolano descansó su modelo comunicacional en la imprenta (Correo de El Orinoco y las octavillas) y en la relación boca-oreja (hoy se hablaría de la popular radio-bemba); y el aleccionador proceso ruso tuvo en el periódico impreso, un centro generatriz primordial para la organización y la acción revolucionaria, el desarrollo tecnológico de aquel entonces hacía impensable el uso de cualquier otro medio, pero, en ese sentido, la genialidad y el aporte de Lenin, como conductor de ese proceso de transformación revolucionaria, fue precisar, determinar, el papel relevante que el medio de comunicación como ente organizador, agitador y propagador estaba llamado a cumplir en aquel escenario de clandestinidad y de represión extremas. La experiencia venezolana en ese sentido es muy rica, sólo basta recordar la lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez con la prensa clandestina de la resistencia y los panfletos contra la dictadura de la Junta Patriótica que debilitaron el régimen y llevaron a decir al dictador: "Papel de imprenta no tumba gobiernos", pero él cayó gracias, en buena medida, a esos periódicos y volantes.

Una vertiente comunicacional en proceso de extinción

En nuestras específicas particularidades, en la que se adelanta el proceso de cambio, teniendo el control del gobierno y de buena parte del Estado y con una correlación de fuerzas favorables debemos saber hacer el mejor uso de tales condiciones, desarrollando una acción comunicacional efectiva y eficaz, haciendo acopio racional e inteligente de todos los recursos y potencialidades disponibles para interactuar con el pueblo y para contrarrestar la labor del fuerte adversario y generar la conciencia crítica en el seno de la sociedad que haga irretornable el viejo orden de dominación; sin dejar de prepararnos, desde una perspectiva estratégica, ante un eventual cambio de condiciones y de escenario que obliguen a desarrollar la lucha de otra manera; las revoluciones contemporáneas, cada vez más, se planifican no se improvisan (la experiencia del 11 y 12 de abril de 2002 debería servirnos de alerta y prevención).

Creemos así lo entendió, lo predicó y lo practicó Chávez, pero no así lo entienden, ni lo predican ni practican muchos de los compatriotas a quienes les ha correspondido la importante responsabilidad de adelantar las políticas públicas y partidistas relacionadas con el ámbito comunicacional.

La mejor demostración de esta aseveración la representa la situación en que se encuentran los medios alternativos y comunitarios, especialmente, los impresos que, a pesar del comprobado compromiso militante con la Revolución Bolivariana de los comunicadores y las comunicadoras populares que los impulsan, se encuentran expuestos a una virtual desaparición ante la incomprensión e indolencia del funcionariado estatal.

Nos resulta ocioso abundar en las demostraciones de ese compromiso militante de los y las comunicadores y comunicadoras populares con la Revolución Bolivariana, solo apuntamos que desde antes del insurgimiento del movimiento bolivariano liderado por el comandante Chávez muchos de los (as) activadores (as) de los medios alternativos y comunitarios ya tenían una posición de compatriotas resteados con los anhelos de cambio del pueblo venezolano que, por supuesto, se vino a potenciar con la aparición del movimiento chavista y su asunción posterior al gobierno de la nación, lo cual significó un despertar del pueblo venezolano de ese adormecimiento al que estuvo sometido por varias décadas por la labor desplegada por el imperialismo y sus lacayos locales temerosos, como estaban, de que renaciera el espíritu protestario que ya se había manifestado en algunos momentos puntuales de la luchas sociales durante el período cuarto republicano.

El ascenso al gobierno nacional del movimiento bolivariano fue el detonante para que aflorara el ímpetu participativo y protagónico del pueblo del que estaba impregnada la impronta chavista y junto con ello su deseo de expresarse por tanto tiempo contenido e invisibilizado. Desde los primeros años de la Revolución Bolivariana ya en funciones de gobierno, esta estuvo amenazada por el propósito imperial de derrocarla y ante la situación de debilidad aparente en que se encontraba, especialmente en el área comunicacional, comenzaron a surgir numerosos medios alternativos y comunitarios tanto en la ciudad capital como en el interior del país dando lugar a ese vigoroso y extraordinario fenómeno de la comunicación popular sin parangón en el mundo que fue otra característica innovativa de la Revolución Bolivariana.

Este fenómeno de la comunicación popular en nuestro país surgió sin ningún tipo de afán de lucro ni interés pecuniario de la mayoría de compatriotas que lo impulsaron, fue expresión, por el contrario, de la más excelsa disposición de contribuir con la defensa de las aspiraciones redentoras del pueblo y de la afirmación de los valores de soberanía y de independencia nacional que encarnaba la gesta liderada por el Comandante Chávez, quien, por cierto consciente del aporte y de la significación de la comunicación popular en la lucha de nuestro pueblo, siempre abogó y trazó medidas para apoyar y estimular su fortalecimiento y desarrollo.

Pero como ya hemos señalado una cosa proponía el Comandante y otra cosa disponían los encargados de ejecutarla, tendencia anómala que se reforzó con la lamentable dispersión que se hizo presente en el seno del incipiente movimiento social de la comunicación popular, error este que se impone ser superado como en efecto está siendo, en el caso de la comunicación impresa, con la conformación de la Unión Nacional de Medios Alternativos y Comunitarios Impresos (UNAMACI) para poder enfrentar la situación de debilidad en que nos encontramos.

En otros documentos hemos expuesto los avatares a los que nos hemos enfrentado los comunicadores populares del país, especialmente los de la vertiente impresa que hemos tenido que padecer desde los arrestos burocráticos e indolencias de distintos funcionarios, hasta las desviaciones academicistas y positivistas en la formación profesional de otros tantos, pero sobre todo, hemos estado expuestos a la incomprensión y falta de formación de la mayoría de ellos, para asumir, con las excepciones naturales del caso, el principio fundamental de la guerra popular comunicacional, de la necesidad paradigmática de incorporar y activar toda la potencialidad comunicacional del pueblo venezolano a la lucha y confrontación fundamental en contra del imperialismo y sus lacayos locales en su deleznable pretensión de truncar la Revolución Bolivariana y acabar con la voluntad de afirmación de la soberanía nacional y de integración nuestroamericana del pueblo de Bolívar. Si entendieran este principio darían muestras concretas de apoyo y solidaridad con la comunicación popular.

Se pretende negar o minimizar el papel que desde aquel glorioso 13 de abril de 2002 jugó y juega la comunicación alternativa y comunitaria, cómo desde nuestros medios hemos enfrentados todos estos años la guerra mediática y a los lacayos medios de comunicación nacionales y regionales en manos de la oligarquía. La derecha nos teme porque ha sentido y siente los golpes que les asestamos, pero, desde el gobierno, funcionarios plantean ahogarnos, ignorarnos, exhortándonos a los impresos a que migremos a internet. No entienden que al debilitar el músculo de los medios alternativos se está debilitando a la Revolución.

Los medios impresos han sido condenados prácticamente a su extinción por los altos costos de impresión, las dificultades para acceder a los insumos requeridos para la producción de los periódicos, la imposibilidad, a la fecha, de utilizar la infraestructura del Estado para imprimir y, especialmente, por la negación a otorgar pautas publicitarias o a establecer otros instrumentos financieros que hagan posible la producción de los productos editoriales. Mientras tanto la burguesía no escatima esfuerzos y recursos para fortalecer su presencia en la mediática impresa, no hay ciudad y pueblo de significación demográfica en los que no dispongan de dos, tres, cuatro y hasta más medios impresos sin contar con las publicaciones sectoriales como las de carácter religioso que pululan por todo el país. Por ello, el Estado y gobierno revolucionario deben atender con prontitud esta situación extrema en que se encuentra la comunicación popular alternativa impresa venezolana.

La experiencia reciente, contemporánea de otros pueblos que han sido azotados por la acción infernal del imperialismo (Irak, Libia, etc.) indica que, este, en las primeras de cambio, procede a destruir la plataforma comunicacional que le es adversa, en especial, las de naturaleza radioeléctrica, con la expresa finalidad de desarticular la capacidad comunicacional de los pueblos, de minar su disposición a la resistencia. La intención es incomunicar a la sociedad en cuestión para hacerla pasto fácil de su arremetida y propósitos invasores. Ya lo hemos dicho, cada vez, las revoluciones se improvisan menos, por ello, UNAMACI, hace este llamado de atención y de reflexión a fin de que se tomen las decisiones y medidas estratégicas pertinentes.

¡Viva la comunicación popular alternativa y comunitaria!

¡No a la extinción de la comunicación popular alternativa y comunitaria impresa!

¡A defender la Revolución Bolivariana con la activación del pueblo comunicador!

¡A derrotar la agresión imperialista y a la derecha nacional e internacional!

¡Unidad, Lucha, Batalla y Victoria!

Coordinación Nacional de UNAMACI

Miguel Ugas, Periódico Y Ahora

Humberto Gómez, García Revista Caracola

Carmen Hernández,  Noticias de Mujeres

Lourdes Ibarra, Notivecinos

José López, Por Ahora

Jesús Hernández, Marea Roja

José Lara, La Réplica

Fredys Liendo, Cacerola Solitaria

Caracas, 27 junio 2016



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