El fascismo camina por las calles de Brasil


11 de octubre de 2018.- Caminar por las calles brasileras con un adhesivo mostrando su posicionamiento político nunca fue tan peligroso como hoy. Todos los días despertamos con alguna nueva noticia e imágenes de víctimas de agresiones por parte de seguidores del candidato fascista Jair Bolsonaro.



El sencillo hecho de estar con una bandera LGBT, hoy puede llevarte hasta a ser agredida y terminar con una esvástica marcada en tu piel con una navaja. Este caso pasó en Porto Alegre, cuando una joven fue agredida por tres hombres mientras estaba con una bandera LGBT con la frase "Ele Não" (Él No). La policía, también fascista, intenta darle al caso un marco de "crimen de homofobia", pero sabemos claramente que fue un acto de intolerancia política por parte de los seguidores del candidato protonazista.



Otro reciente caso ocurrió en Recife, cuando una mujer estaba en un bar y se acercaron dos hombres y una mujer que la derribaron y empezaron a golpearla por simplemente estar con adhesivos de la candidata a gobernadora Dani Portela (PSOL) y otro con la frase "Ele Não". Según los relatos, la agresión tenía intención de matarla y solo no finalizaron el "servicio" porque los trabajadores del bar la llevaron para la cocina, donde intentaron llamar a la policía 3 veces y no lograron que los atiendan.



No ver las similitudes entre el movimiento del candidato Jair Bolsonaro y sus seguidores, con el fascismo de Mussolini o el nazismo de Hitler, es cerrar los ojos y abrir la posibilidad de estar cerca de una fase tan oscura como las citadas. Brasil en las manos de Bolsonaro corre reales riesgos de bucear, aún más, en una fase de total intolerancia y crímenes humanitarios. Toda la rabia y odio que ya podemos ver caminando de la mano con el fascismo en las calles brasileras, son apenas la punta de un iceberg que puede colisionar y hundir todo un país, que hace poco salió de una experiencia de fascismo dictatorial militar, donde hasta hoy existen familias que fueron privadas de enterrar sus familiares.



La esperanza no tiene miedo, y es hora de no tener miedo de ocupar las calles, todos juntos, mujeres, jóvenes, trabajadores, y construir con la fuerza de las masas una organización revolucionaria que pueda frenar cualquier posibilidad de avance de los movimientos protonazistas.




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