(Sin ellas no habría capitalismo)

Vivimos en Crisis

Para tranquilidad de los angustiados con la reciente "crisis" hipotecaria
euronorteamericana, sobre la que ya la mediática guarda silencio, sepan que
cada vez que los capitalistas de un país cualquiera terminan su periodo
económico anual, antes de enviar al mercado el PIB correspondiente, todos
ellos alimentan una inevitable crisis ínsita al propio sistema burgués de
producción.

El caso es que las ganancias de producción, si bien son potenciales en
función del plusvalor creado por el asalariado, ellas están obviamente
representadas por inventarios "fríos" de bienes de consumo final y de
mercancías de demanda intermedia o medios de producción en general que no
pueden conseguir comparadores más allá de la masa de asalariados, de los
pocos inversionistas que también son consumidores de bienes finales , ni
más allá de los pocos rentistas terratenientes ni de atesoradores de
dinero previamente adquirido, o de ahorristas que opten por agotar estas
existencias en lugar de sumarse competitivamente a la masa de productores en
funciones, ni más allá de quienes a punta de créditos se provean de un
poder de compra extemporáneo al periodo económico del año en curso.

Ese inventario de mercancías representa lo que se conoce como "acumulación
capitalista" con fines de ampliación económica, un proceso de nunca acabar
vendido como un indicador de prosperidad, y que por supuesto se traduce en
crisis periódicas cada vez más insoportables por el sistema nacional e
internacionalmente. No puede esperarse otra cosa de un modo de producción
donde parte de PIB se obtuvo durante el tiempo de trabajo impago excedente,
más allá del que sirvió para que el asalariado reintegrara el salario
recibido.

Digamos que en este sistema mercantil capitalista siempre el consumo anda
por un lado y la producción por otro, la compra se halla divorciada de la
venta, la mercancía del dinero, y el valor de cambio del valor de uso. Toda
una típica desorganización y un descuadre económico que "normalmente" se
corresponde con el mismo azar y carencia de planeación que caracteriza a una
empresa privada donde cada productor anda por su lado y cuyo soporte
jurídico es la libre empresa sin cortapisa alguna.

Macroeconómicamente, es observable que la ganancia del productor, aunque
termine traduciéndosele en dinero, supone que el mismo excedente de
mercancías invendibles dentro del periodo pasa a llenar los estantes del
inversor comerciante quienes muy posible y parcialmente compraron
gracias a créditos recibidos por la banca, con un posible cargo también a
títulos valores o dinero que los productores depositaron en esta última.

El párrafo anterior es una apretada síntesis de cómo se concibe y gesta
las conocidas "burbujas financieras". Porque, pasado un tiempo prudencial,
los comerciantes del ejemplo no logran colocar todo ese inventario, entran
en mora con su financista, este a su vez reacciona y declara baja liquidez
ante lo cual el productor que suele girar sobre esa banca se ve obligado a
constreñir su producción. Tan pronto esa situación de insolvencia se
generalice, la sobreproducción aflora y se manifiesta como resultado de una
crisis que provoca permanentemente la actuación burguesa de cada empresario.

Esa crisis consiste, pues, en que tenemos productores de excedentes
mercantiles fabricados por un valor que no le reconocen a sus trabajadores,
un excedente en mercancías que no hallan ni hallarán compradores solventes
por la sencilla razón de que se trata de una parte del PIB que tomó para sí
el productor capitalista con la esperanza de venderlo al mejor postor en un
mercado donde todos concurren con la misma intención y con excedentes de
producción obtenidos explotacionalmente o sin haberlos comprado.

Una crisis consistente en la concomitancia de mercancías invendibles con
necesidades insatisfechas que se traduce en sobreproducción en medio del
hambre. Digamos que sin esas crisis de excedentes invendibles per se no
podría haber capitalismo alguno.


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Manuel C. Martínez M.


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