ONU y OEA: elefantes blancos

Transcurrido el tiempo quedó en evidencia que la ONU y la OEA parecieran más bien siamesas. Aunque con ligera diferencia por la partida de nacimiento, en el fondo su operatividad y eficacia son gemelas, ya que ambos organismo nunca resuelven favorablemente los conflictos entre naciones, y entre los ciudadanos y su Estado. ¿Será que los organismos internacionales no representan a los pueblos en sus justas aspiraciones, sino a los gobiernos de turno? ¿O porque EEUU se acostumbró a limpiarse el trasero con el derecho internacional publico, anteponiendo así sus cochinos intereses imperiales?

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda (1939-1945), fueron el caldo de cultivo que luego concretarían la creación de la Organización de Naciones Unidas. El antecedente directo de la ONU fue la Sociedad de Naciones.  Estando en plena confrontación las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje, a bordo del “USS Augusta” en aguas del Océano Atlántico se firma el 14 de agosto de 1941 la llamada “Carta del Atlántico”. Representando los gobiernos de Franklin Delano Roosevelt (EEUU) y Winston Churchill (Gran Bretaña), manifestaron con el mayor desparpajo haber juzgado conveniente <>.

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La ONU creada en 1945, su balance es negativo

Como dato interesante para los acuciosos, la Carta del Atlántico nos recuerda al idealismo de los Catorce Puntos del ex -presidente estadounidense, Thomas Woodron Wilson. Prominente figura del Partido Demócrata y también ex -gobernador de Nueva Jersey, Wilson en los primeros días de diciembre del 1918, habiéndose cumplido tres meses de acabada la guerra, se embarca en el Geoge Washington rumbo a Europa. Desembarcó en Brest el 13 de diciembre de 1918, iniciando varias visitas a ciudades europeas, siendo acogido en todas con el entusiasmo de los pueblos cuando están cegados por la ingenuidad. Con la doble moral que caracteriza a los mandatarios gringos, Wilson anunciaba “un mundo pacifico, tranquilo, feliz, en marcha por los senderos del trabajo y la prosperidad”. Igualmente, Wilson aspiraba a una Liga de Naciones, a la cual se pudieran someter todos los problemas planteados entre los países.  Al oír esto, los gobernantes de todos los países se esponjaban en discursos de fraternidad, cantos líricos para estrechar lazos.

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Entre otras de sus ofertas altisonantes pero vacías de autenticidad, Wilson sostenía que la paz no puede apoyarse exclusivamente sobre el derecho, debe partir también de un principio moral, y desprovista de todo principio pasional". He aquí los catorce puntos de Wilson contenidos en su discurso al Congreso de EEUU, el 8 de enero de 19181: 1.  Acuerdos de paz negociados abiertamente sin secretos; 2. Libertad absoluta de navegación de los mares; 3. Supresión, hasta donde sea posible, de todas las barreras económicas; 4. Suficientes garantías recíprocas de que los armamentos nacionales serán reducidos al límite compatible con la seguridad interior del país; 5. Libre ajuste de todas las reivindicaciones coloniales; 6. Evacuación de todos los territorios Rusos; 7. Bélgica deberá ser evacuada y restaurada; 8.Todo el territorio francés deberá ser liberado, además reparar sus daños; 9. Deberá efectuarse un reajuste de las fronteras; 10. A los pueblos de Austria-Hungría deberán permitirles un desarrollo autónomo; 11. Rumania, Serbia y Montenegro deberán ser evacuados. S Servia se le concederá libre acceso al mar; 12. A los territorios turcos del actual Imperio Otomano se le garantizará plenamente la soberanía, 13. Deberá constituirse un Estado Polaco independiente, asegurándosele acceso al mar; y, 14. Deberá crearse una Sociedad General de Naciones en virtud de acuerdos formales, que tenga por objeto garantías reciprocas de independencia política y territorial tanto a los pequeños como a los grandes Estados.

    Pero examinando su actuación son los hechos cumplidos los que contradicen sus pomposas ofertas. Se considera a Thomas Woodrow Wilson como uno de los Presidentes de EEUU que más tuvo inherencia en los asuntos internos de México. Esta afirmación se apoya en estudios serios de fuentes documentales, manuscritos, impresos, así como también en fuentes hemerograficas. A todas estas cabe preguntarse: ¿Fue realmente ayuda desinteresada la que prestó el presidente Wilson a México? ¿Fue una intervención en donde el presidente se vio forzado por las presiones de distintos grupos dentro de su mismo país? ¿Fue falta de comprensión de nuestra historia por parte del presidente y de la psicología del pueblo mexicano? En suma, se trata de un intento por comprender lo mejor posible la mentalidad del presidente estadounidense que no fue más que un reflejo de la mentalidad misma de su pueblo. Woodrow Wilson fue el heredero de una vieja tradición política y diplomática que determinó mucho su actitud frente a los acontecimientos. ¿Acaso fue una ficción el conflicto bélico entre EEUU y México entre 1848 y 1848? Puntualizando más sobre este hecho  cabe reseñar que el mencionado conflicto armado se había iniciado por las pretensiones expansionistas de la relativamente joven nación americana, cuyo primer paso fue la creación de la República de Texas —a la que el Gobierno Mexicano consideraba un territorio rebelde que podía reconquistar—, sobre una parte del territorio de Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo México; este hecho, sumado a la demanda de indemnización al gobierno mexicano por los daños causados en Tejas durante la guerra de independencia de ese antiguo territorio coahuilense y los intereses estadounidenses en adquirir los territorios de Alta California y Nuevo México, fueron los motivos que provocaron la invasión del territorio de la República Mexicana por parte del ejército estadounidense. En fin, se impuso la odiosa   tesis de que el pez grande se come al chico; con lo cual México perdería grandes extensiones de su territorio nacional. Como habría dicho Don Cipriano Castro para condenar la inherencia de potencias provenientes de ultramar en 1902: “La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria”.

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Gobernó  en EEUU de 1913 hasta 1921

LA ONU: un engendro de la mentira imperial

 
Muchas son las críticas que se han tejido sobre la incapacidad y la ineficiencia de la ONU desde su aparición en la palestra internacional en 1945. De acuerdo a su recurrente actuación negativa se le considera   un fracaso sin remedio. ¿Será acaso que el mundo está involucionando a una época de barbarie, donde surge el caos y el desequilibrio internacional?  Evaluando sus resultados se llega a la conclusión de que la ONU en sí ha demostrado ser una organización creada para defender intereses de una sola nación. Y conociendo los apetitos imperiales de EEUU, es iluso creer que iban a proponer una organización contraria a sus intereses políticos y económicos. Hasta ahora, no habido una sola misión de paz que haya disminuido la tensión de guerra entre los Estados en beligerancia, razón por la cual se ha debilitado más su credibilidad para cumplir su misión de ente estabilizador regional y mundial. He ahí el quid de la cuestión que nos permite comprender por qué la ONU ha sido un fracaso desde todo punto de vista. Pobres majaderos aquéllos que estén creyendo que la ONU o el Vaticano nunca arriman la canoa a los países más ricos.

Siguiéndole fielmente los pasos a la ONU, la Organización de los Estados Americanos aparece en 1948, como otra criatura al servicio exclusivo de los oscuros intereses del imperialismo norteamericano. Algunos historiadores en su intento de disfrazar el origen del sistema interamericano tratan de asociarlo al Congreso de Panamá convocado por Simón Bolívar en 1826. Sin embargo, en realidad fue en 1889 cuando motivados por meros    deseos expansionistas que EEUU logra que los Estados americanos muerdan el azuelo, con el pretexto de forjar un sistema común de normas e instituciones.  La Primera Conferencia Internacional Americana tuvo lugar  en Washington, D.C., del 2 de octubre de 1889 al abril de1890, con el aparente objeto de discutir  a los respectivos gobiernos la adopción de un plan de arbitraje para el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan en lo futuro suscitarse entre ellos; de tratar de asuntos relacionados con el incremento del tráfico comercial y de los medios de comunicación directa entre dichos países; de fomentar aquellas relaciones comerciales recíprocas que sean provechosas para todos y asegurar mercados más amplios para los productos de cada uno de los referidos países”. Posteriormente quedó evidenciado que detrás de las pomposas promesas, EEUU escondía sus propósitos expansionistas.

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Comenzó  agrupando a 18 países

Comenzó  agrupando a 18 países, cometiendo el gravísimo error de tener la sede en el territorio de EEUU. El 30 de abril de 1948, con el concurso de 21 naciones se funda definitivamente lo que hoy se conoce como OEA. Desde entonces se ha expandido para incluir a Estados del Caribe y también a Canadá.  Teóricamente su misión se basa en el compromiso con la democracia, así en la praxis se haya hecho de la vista gorda con todas las dictaduras que han azotado el subcontinente. En la actualidad la forman 35 países, ya que resulta una felonía mantener a Cuba fuera del sistema interamericano.

A vuelo de pájaro, cabe recordar algunas de las descaradas perfidias del Departamento Estadounidense. Por ejemplo, en 1923, la Quinta Conferencia Internacional Americana reunida en Santiago de Chile adoptó el Tratado de Gondra, cuyo objeto consistía en evitar o prevenir conflictos entre los Estados Americanos. Como es sabido, dicho tratado no fue llevado a la practica por EEUU, y tampoco fue aplicado en los cincos años que corrieron hasta la siguiente conferencia. En las primeras décadas del sistema interamericano, también se aprobaron varias convenciones sobre derecho internacional privado, en particular, la Convención sobre Derecho Internacional Privado (Código Bustamante), adoptada en la Sexta Conferencia Internacional Americana, que tuvo lugar en la Habana, Cuba, en 1928. Según la propuesta del abogado cubano, Antonio Sánchez de Bustamante: Los extranjeros que pertenezcan a cualquiera de los Estados contratantes gozan, en el territorio de los demás, de los mismos derechos civiles que se concedan a los nacionales. Lamentablemente, dicha propuesta no tuvo gran aceptación; Estados Unidos se retiró a mitad de las negociaciones, México y Colombia no firmaron dicho tratado, Argentina, Uruguay y Paraguay decidieron regirse por las normas de Montevideo en lo relativo al Derecho Internacional Privado de 1889 y 1939, y el resto de los países ratificaron con grandes reservas. Y como perro que come manteca mete la lengua en tapara, también EEUU   jugo sucio a lo acordado en la Séptima Conferencia Internacional Americana reunida en Montevideo, Uruguay en 1933. En esa ocasión se reafirmó el principio de que los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos y tienen igual capacidad para ejercitarlos, además se reitera que ningún Estado tiene derecho a intervenir en los asuntos internos o externo de otro, y se subraya la obligación de todos los Estados de resolver por medios pacíficos reconocidos las divergencias de cualquier tipo que se susciten entre ellos.  

 

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A lo largo de muchas décadas, los Estados Unidos no ha renunciado a la hipocresías de su estrafalaria doctrina “América para los americanos”, caramelo de cianuro que elaboró a su turno    John Quincy Adams y que se atribuye a James Monroe con su anuncio el 2 de diciembre de 1823. Tampoco los gobiernos norteamericanos han acogido con beneplácito la Doctrina Drago, formulada en 1902 por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Luís María Drago, quien exponía que ningún poder extranjero pueda utilizar la fuerza contra una nación americana a los fines de hacer efectivo el cobro de una deuda. En esencia se sostiene que el internacionalista Drago se inspiró en las ideas de Carlos Calvo, autor del Derecho internacional teórico y practico de Europa y América, que prohibía la intervención diplomática hasta que no estuvieran agotados los recursos locales. Político y estadista, Drago también sostuvo que no puede haber expansión territorial en América, ni opresión de los pueblos de este continente porque una desgraciada situación financiera pudiese llevar a algunos de ellos a diferir el cumplimiento de sus compromisos (…) La deuda pública no puede dar lugar a intervención armada, y menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas. Sin embargo, cuando Venezuela fue objeto del bloqueo naval impuesto a finales del 1902 por Gran Bretaña, Alemania e Italia, Estados Unidos se lavo las manos como Poncio Dilato diciendo que como país no apoyarían a un estado que se viese afectado por ataques de potencias europeas que no se originasen con intenciones de recuperar territorios americanos y colonizarlos.  

 ONU y OEA, hoy en el banquillo de los acusados

Definitivamente, así haya cambiado de manera favorable su correlación de fuerza en su seno, la ONU y la OEA no están en capacidad de impartir justicia a la comunidad internacional. Ambas organizaciones han resultado ser patéticamente un par de elefantes blancos, favoreciendo selectivamente a las naciones afectas a la política exterior de Washington. En el caso concreto de Honduras, se ha comprobado que los hilos invisibles de la CIA y el Pentágono están por encima de cualquier norma del Derecho Internacional Público. Aunque con nuevo antifaz, guantes de seda y doble discurso que crean espejismo en la figura de Barack Obama, todavía sigue vigente la doctrina del Palo Gordo o Big Stick que en el año 1901 orientó la política de Theodore Roosevelt, popularmente conocida como “El Gran Garrote”.

Ahora bien, si el mundo cambia, inevitablemente la norma y el Derecho deben cambiar. Bajo esta premisa fundamental, se justifica un golpe de timón para reorientar el rol de las organizaciones internacionales que hoy se nos presentan abigarrados por el tiempo y oxidados por una manifiesta indolencia. No cabe duda que los sujetos tradicionales del Derecho Internacional Público: Estados y las Organizaciones Internacionales integradas por los Estados, se hallan en franca crisis; y asimismo, la emergencia de nuevos sujetos de este Derecho.

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Hechos históricos como la Revolución Bolchevique de Rusia en 1917, la Republica Popular de China de  Mao Tse-tung en 1949, la Republica Democrática  Popular de Corea y su ideal de que los propietarios únicos  de la revolución y la construcción posterior son las masas, la Republica Socialista de Vietnam siempre  recordada por el heroísmo de sus guerrillas, la Caída del Muro de Berlín en 1989, la reunificación de Alemania, el fin de la Guerra Fría y la Desintegración de la Unión Soviética, el gobierno socialista de Fidel Castro en Cuba después de su entrada triunfal en enero de 1959,  los cambios del modelo ideopolitico del socialismo en Europa del Este con la llamada “Revolución de Terciopelo” (Polonia y Hungría), la Guerra del Golfo de 1991, los intentos fallidos de EEUU por expandir el capitalismo con la globalización, el regreso del sandinismo al poder en Nicaragua, y los gobiernos progresistas y pro socialistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador son algunos de los acontecimientos más importantes que concurren al debate  para comprender el mundo actual.  

  Hoy, se impone con carácter de urgencia que lideres mundiales de izquierda se planteen otro tipo de organizaciones internacionales que esté en sintonía con los nuevos tiempos. Figuras ridículas como esa del “Derecho a Veto” por parte de los cinco miembros permanente del Consejo de Seguridad, representan una odiosa discriminación que niega toda posibilidad de igualdad entre los pueblos. Porque el tiempo no pasa en vano, y la humanidad comienza a sentir terror viendo cómo serias amenazas se ciernen sobre nuestro porvenir, el ALBA y UNASUR están llamados a llenar el visible vacío que dejó la ONU y la OEA a propósito del advenimiento del nuevo Siglo y Milenio.  

Advirtió  en el siglo XIX sobre la amenaza Imperial de EEUU

kameleljuri@gmail.com


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Freddy Kamel Eljuri

Presidente del Instituto Municipal de Patrimonio Histórico de la Alcaldía Bolivariana del Municipio Miranda del estado Falcón. Vicepresidente de la academia de Historia del Estado Falcón. Escritor. Productor radial.

 kameleljuri@gmail.com

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