Uribe rehén y advenedizo

No obstante lo que dice el título, se ha podido observar a los recién liberados por las FARC con una gran dignidad y en nada afectados por aquello que se ha dado en llamar el síndrome de Estocolmo. Es decir, no se les percibe doblegados o vencidos, ni hay en ellos muestra alguna de conciliación con quienes les tuvieron ilegalmente retenidos. Quien exhibe esos síntomas es el “presidente” Uribe; sin duda alguna, por eso las comillas, es un rehén del gobierno gringo y la oligarquía colombiana.

Es un rehén domesticado y solícito a hacer todo aquello que complazca a sus captores. Meses atrás, en un inusitado gesto que esperaba quizás demoler al presidente Chávez, le nombró intermediario para buscar un acuerdo humanitario con las FARC. Apenas éste comenzó a dar los primeros pasos ordenó, a esta altura no puede pensarse de otra manera, a algunos de sus funcionarios a hacer todo lo posible para torpedear. Así, su ministro para la guerra, Juan Manuel Santos, el canciller Araújo y Carlos Luis Restrepo, alto comisionado para la guerra, a dar declaraciones por todos los medios posibles y en cuanto sitio llegasen, en forma provocadora, con la delibera intención de entorpecer las ge stiones del venezolano. La mayoría de las veces, Uribe optó por ignorar aquellos poco diplomáticos gestos.

En diciembre, cuando las diligencias del gobernante venezolano, estaban por plasmarse en la primera entrega de rehenes, cosa que el alto gobierno colombiano y los militares gringos no esperaban y menos deseaban, Uribe en estado inadmisible, por no decir incomprensible, porque no cabe, de violencia, allá en Villavicencio, con la excusa ya conocida alrededor del niño Emmanuel, interrumpió los trámites e impidió que el 31 de diciembre, la gente de buena voluntad celebrase aquel bello acontecimiento. El presidente rehén cumplió la orden que le fue dada por sus captores.

Sólo por la presión internacional, persistencia de Chávez y Piedad Córdoba y el deseo evidente de la FARC por arribar a un acuerdo, quienes controlan a Uribe, permitieron que en Enero Clara y Consuelo, fueran liberadas. No sin antes hacer todo lo posible, como intensificar operaciones militares, para obligar a la guerrilla a abortar la operación.

Percatados Uribe y sus captores, que las diligencias parecían destinadas al éxito y a obligarles a abrirse al diálogo y posponer las acciones de guerra, optaron por sacar a Chávez y la senadora colombiana de las funciones humanitarias que habían venido desempeñando.

Ahora, por el impacto que produjo dentro de Colombia y el mundo, la liberación de cuatro nuevas personas, lo que confirmó la pertinencia de Chávez y Piedad Córdoba como intermediarios, Uribe y sus captores, pasando por alto de manera vulgar las señales que la guerrilla está mandando, tomó la decisión de producir una masacre, calificativo usado por Rafael Correa, al referirse a los acontecimientos que llevaron a la muerte de Raúl Reyes, violentando la soberanía ecuatoriana, aún a sabiendas que eso les afectaría ante la opinión mundial, con el propósito de provocar una reacción de la guerrilla, que al gobierno de Colombia, a Uribe y sus captores, colocase en mejor situación.

Pero se volvieron a equivocar. Sólo han conseguido el rechazo de grandes sectores de la opinión mundial y de países y deteriorar en gran medida sus relaciones con Ecuador, cuyo gobierno ha reaccionado con dignidad ante el desconocimiento a su soberanía; además no obtuvieron de la guerrilla la respuesta que anhelaban, como el asesinato de personas que ésta tiene retenidas. Este hubiese sido el gran argumento para que no continuasen las liberaciones unilaterales, palabras de paz, sino que se hablase el lenguaje de la guerra, el preferido de Uribe y sus captores. Por lo demás, independientemente de las opiniones que se tengan sobre las FARC, es notorio que están en la búsqueda de un espacio para la paz y el diálogo fructífero. Esto es lo que explica los gestos unilaterales de enero y febrero.

Con la declaración de la guerrilla que, pese a lo sucedido, continuarán en sus esfuerzos por las gestiones humanitarias, el presidente colombiano y quienes le tienen secuestrado, sufrieron un gravé y calamitoso revés político y quedaron desenmascarados y señalados como guerreristas.

Solamente, como era de esperarse, pues su conducta es en exceso predecible, la oposición venezolana, por intermedio de Manuel Rosales, acaba de expresarse condenando a nuestro presidente, por la posición asumida ayer domingo.

Por cierto que, el gobernador del Zulia, una vez más, dio muestras de su enredo mental y poca cosa, al afirmar que, dos enemigos históricos, las FARC y paramilitares, han estado “entrando de brazos“, léase bien “entrando de brazos” a nuestro territorio, bajo el gobierno actual de Venezuela.

Uribe, es pues un rehén que no merece ser rescatado porque, desde hace tiempo, se pasó al bando de sus captores y por ello no quiere la paz para su pueblo, ignora los gestos de la guerrilla y sabotea todo y a todos que gestionen para que en Colombia se acabe la guerra.

Por nuestra parte, sostenemos que Colombia, Ecuador y Venezuela, son países hermanos, y esto no debe quedarse en las palabras que se pronuncian para enternecer y arrancar aplausos. Por eso, no es posible que un factor extraño a nosotros, nuestra tradición, cultura , “lenguaje y religión”, como dijo Bolívar, aunado a un advenedizo como Uribe, nos pongan a matarnos.

pacadomas1@cantv.net


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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