La África blanca y la Europa musulmana

Parece que las nuevas generaciones europeas desconocen el histórico remoto del viejo continente, bien porque lo olvidaron o quizás porque los académicos no explican sobre el pasado oscuro de la llamada "cultura europea". Posiblemente los eruditos o los profesores no revelan algo sobre la infamante Conferencia de Berlín ocurrida en 1884, cuando se perpetró el mayor y horrendo crimen de lesa humanidad que se haya cometido contra todos los habitantes de un continente. En aquella ciudad y para esa fecha se celebraron un conjunto de reuniones entre los plenipotenciarios de las decrépitas monarquías, convertidas luego en las grandes potencias europeas. El propósito fundamental de los participantes fue crear y desarrollar un marco legal internacional para llevar a cabo la cruenta colonización de África. Los países con más intereses en la zona que acudieron a la Conferencia de Berlín fueron Inglaterra, Alemania, Francia, Portugal e Italia. Junto a ellos, algunos menos poderosos pero que intentaban obtener algún beneficio, como Países Bajos, Suecia, España, Rusia y Suecia.

Este funesto reparto de un territorio ajeno se convirtió a la larga en la cruenta lucha por África. Que no fue más que la invasión, ocupación, división y la colonización de este continente, instaurándose el Nuevo Imperialismo. Acción consumada para robarse la materia prima de aquellos territorios, conseguir mano de obra barata y en algunos casos, el desarrollo económico mediante la esclavitud. Así mismo, el establecimiento de mercados cautivos, impidiendo con intimidación la producción nativa para obligarlos a comprar productos importados desde Europa. Debido a la recién germinada Revolución Industrial europea, los grandes magnates necesitaban materia prima robada y mano de obra casi esclava para lograr el desarrollo europeo. Fue así que estas naciones occidentales se posesionaron del oro, los diamantes, cobre, esmeraldas, petróleo, madera y toda una gama de productos africanos que fueron trasladados al viejo continente hacia Europa para su transformación en productos acabados.

En este inhumano reparto intervinieron el Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Alemania, Portugal y España, un pastel que podía prorratearse entre los invitados, cual banquete de Baltazar. Se da inicio, mediante esta rapacería a un proceso de una cruenta colonización que dio origen a numerosos genocidios como el del Congo, hoy República Democrática del Congo, por parte del gobierno del reino de Bélgica que dejó más 10 millones de muertos, el genocidio Namibia por parte del imperialismo alemán, el de Argelia, por parte del régimen francés, entre millones de víctimas cuya única culpa fue haber nacido en un continente, una fruta apetecida por los nuevos capitalistas. Como consecuencia de la disconformidad de Alemania en dicho repartimiento, dado que Francia y el Reino Unido se había tomado para ellos la mejor y mayor rebanada, fue una de las causas de la Primera Guerra Mundial.

Los resultados de aquella colonización fueron diversos, entre otros, la transculturización de África que obligó a los naturales a renunciar a su cultura para absorber de forma obligada la del invasor. Es por este motivo que en África existen actualmente 237 millones de africanos angloparlantes repartidos en una docenas de países (Nigeria, Etiopía, Sudáfrica, Tanzania, Kenia…); 450 millones de africanos francoparlantes quienes viven en 24 países de África (Gabón, Benín, Túnez, Argelia, República del Congo, Guinea, Níger…); 14 millones de habla portuguesa (Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Ecuatorial…); 17,5 millones de africanos que hablan el idioma neerlandés, la lengua de los Países Bajos…); medio millón hispanoparlantes (República Saharaui Democrática y Guinea Ecuatorial) y también se habla alemán en Namibia.

Como se observa en el párrafo anterior, como consecuencia de la colonización, los africanos fueron obligados a hablar otro idioma para facilitarles a los invasores la comunicación con el oprimido. Pero no solo el idioma fue trasladado a África, además impusieron las religiones que tantas guerras ocasionaron en Europa. Los nuevos cultos también fueron trasladados y compelidos en África, de tal manera que el 45,53 % de la población africana es cristiana-evangélica y 20,8 % de africanos profesan la fe católica.

Como se ve el asunto del blanqueo de África fue un proceso lento y cruento que obligó a los africanos, mediante la violencia, a incorporarse a la cultura europea, sin pensar que esta cruenta colonización, es decir, esta malévola acción, con el tiempo iba a tener una reacción.

Una vez finalizadas las dos Guerras Mundiales, y sobre todo la Segunda, una gran masa de africanos se trasladó a Europa para trabajar, dado que este continente quedó devastado, sin mano de obra, dado que millones de jóvenes europeos perdieron la vida en esta conflagración. Evidentemente, el salario que recibían los emigrados de áfrica fueron jornales de hambre que los obligó a vivir en guetos ya que la población blanca los marginó. Esta exclusión impidió al trabajador recién llegado y a sus descendientes, los nacidos en Europa, a incorporase a la cultura inglesa, francesa, alemana, española…, es decir, siguieron siendo africanos desde el punto de vista cultural. Esta discriminación o exclusión obligó a los africanos, inclusive a sus futuros herederos, a preservar en Europa parte de su cultura gastronómica, musical y sobre todo, la religión musulmana.

Las oleadas africanas fueron y siguen llegando a Europa por diversas vías, a tal cantidad que actualmente el viejo continente tiene un población musulmana de 25 millones de personas, repartidas entre Francia (5,7 millones), España (2 millones), Alemania (4,7 millones), Inglaterra (3,9 millones), Italia (1,58 millones)…Sin contar los inmigrantes ilegales que constantemente están arribando, en calidad de refugiado, por diversas vías a países europeos. Hoy por hoy, los racistas españoles de la derecha, quienes desprecian a los musulmanes, no recuerdan que el general Franco inició el golpe de estado contra la república conduciendo un ejército de moros llevados desde Marruecos, en aquella época una colonia española, hacia la península. Germina así la Europa musulmana, con el agravante que las nuevas parejas europeas no desean tener más de un hijo y los descendientes de los primeros africanos y los nuevos arribados tienen hasta cinco herederos. Es la reacción a la Conferencia de Berlín.

Ya para el año 1960 muchos de esos países africanos se independizaron del yugo europeo, algunos pacíficamente, otros, como Argelia, Sudáfrica y Angola, a fuego, sangre, sudor y lágrimas. Fue entonces cuando los colonialistas franceses, británicos y otros les llegó la hora de entregar las vastas tierras, que por décadas usurparon con violencia, dejando como recuerdo de aquella criminal acción millones de muertos africanos, como consecuencia de la sed de dinero, la única razón que mueve el imperialismo. A partir de esta emancipación se genera otro problema para los pueblos africanos: las grandes y avaras potencias no se resignan a renunciar a las materias primas a las que estaban acostumbrados a robar y a colocarles el precio que a ellos les convenía. Por lo tanto de nuevo se producen masivos asesinatos e invasiones contra los países africanos, sobre todo, los que debajo de sus dunas desérticas encierran grandes pozos de crudo.

Durante el siglo XX y ahora, en pleno siglo XXI los países imperialistas, EEUU y los apandillados en la UE, no admiten que ningún país administre la materia prima y las reservas de minerales pertenecientes a su pueblo, por tal motivo, bajo cualquier excusa repiten las mismas acciones cometidas a raíz de la Conferencia de Berlín. Es decir, la invasión de territorios, el robo y el pillaje bajo la acción de una moderna maquinaria de guerra que está arruinando los pueblos, generando además de las víctimas y destrozos de ciudades enteras, el surgimiento de multitudes de emigrados y refugiados que abandonan su país para buscar nuevas tierras con el fin de lograr una mejora en la calidad de vida para su familia. Es por eso que las poblaciones musulmanas de Irak, Libia, Siria, Yemen, Palestina…están huyendo de sus países nativos, emigrando de África hacia occidente como reacción al vandalismo bélico de EEUU y la UE contra sus pueblos. Miles de africanos todos los meses llegan a Europa por vía terrestre y marítima, aquellas víctimas de las guerras quienes con el tiempo le darán al viejo continente un nuevo perfil, tal como lo hicieron los pioneros evangélicos en EEUU y los colonizadores católicos de Castilla y Aragón en América y posteriormente, los ricos, blancos y cristianos europeos en África.

Nadie podrá impedir la incursión mahometana en Europa, además tampoco conseguirán frenar la integración de parejas de jóvenes musulmanes-católicos quienes darán origen a una nueva Europa, lejos de la exclusión religiosa, hacia una verdadera integración. En este viejo continente renacerá el antiguo mestizaje que comenzó hace siglos, durante la presencia del islam en Europa. Contra esto no se puede luchar, así se han formado las naciones y esto lo expresa muy bien el escritor alemán Günter Grass: "Europa no podrá sobrevivir sin inmigración. No debe tenerse tanto miedo de eso: todas las grandes culturas surgieron a partir de formas de mestizaje". Lee que algo queda.

 



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Enoc Sánchez


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