En Colombia… ¿Por qué pasa lo que pasa?

De acuerdo con parte de lo planteado por Alberto Pinzón Sánchez en su acertado artículo "El ‘fujimorazo’ colombiano". No obstante, no plantea el interrogante y la respuesta a… ¿por qué pasa lo que pasa?.

Lo planteado por el autor se puede sintetizar así:

- La "lucha" entre Uribe y Santos se da entre dos fracciones de la oligarquía que "seguían dos caminos distintos para liquidar a las guerrillas insurgentes".

- El proceso de terminación del conflicto armado (llamado "proceso de paz") no cuestionó "la orientación general del Estado que siguió siendo la de contrainsurgencia dictada en Washington".

- Un sector de la antigua guerrilla de las Farc terminó defendiendo el Estado social de Derecho, que en realidad no existe como tal y tan solo es la fachada de una dictadura criminal disfrazada de democracia.

- La política de contrainsurgencia sigue adelante y se la aplican no solo a los guerrilleros sino a quien "se les oponga o potencialmente se vaya a oponer, incluso a los que les piden clemencia de rodillas".

- Para enfrentar el momento Uribe intenta aplicar un "fujimorazo", o sea, a través de un referendo quiere legitimar un golpe de Estado y destruir la fachada de democracia que existe en Colombia (imponer el "Estado de opinión", acabar la JEP, crear una sola Corte).

¿Por qué pasa lo que pasa?

Si no intentamos explicarnos por qué ocurren las cosas, la realidad puede ser interpretada de cualquier manera. Para algunos es responsabilidad absoluta del imperio y la oligarquía, dado que "son malos por naturaleza". Así se puede explicar la "perfidia" y justificar nuestra ingenuidad. O, para otros, es culpa del pueblo colombiano que es "por naturaleza" arrodillado, ignorante, cortesano, etc., etc.

Es necesario, entonces, plantearnos esa pregunta. De lo contrario, no podremos salir de la falsa disyuntiva entre Uribe/Santos, guerra/paz, honradez/perfidia, traición/consecuencia, "paz imperfecta"/"paz con justicia social", a la que Pinzón Sánchez le agrega una "Asamblea Nacional Constituyente amplia y democrática" como supuesta panacea que lo solucionaría todo.

Esas falsas disyuntivas ahora enfrentan a los antiguos jefes guerrilleros y sus simpatizantes entre Timo y Márquez, entre los que se "arrodillan" y los que se niegan a hacerlo, entre los traidores y los consecuentes, entre los ingenuos vergonzantes y los ingenuos arrepentidos.

La instrumentalización imperial y oligárquica del conflicto armado

En un artículo del 18 de noviembre de 2013 que titulé "Guerra degradada y paz ‘perrata’" planteaba cómo el imperio estadounidense y la oligarquía colombiana lograron instrumentalizar el conflicto armado que ellos provocaron pero, también, insistía en que nosotros les facilitamos la tarea.

Decía –por ese tiempo– que "nuestra guerra nunca fue resultado de una gran insurrección popular" y, agrego ahora, no pudimos desarrollar una estrategia que comprometiera a nuestro pueblo con la rebelión armada. Esa es la única forma de impedir que la gente se ilusione con "salvadores supremos" y que crea inocentemente que "alguien" nos van a hacer la revolución "desde arriba" (ya sea porque se "toman el poder" o por medio de "una verdadera Solución Política al conflicto", como lo sueña todavía Pinzón S).

Por ese simple detalle, por creer que un pequeño grupo de valientes iluminados puede resolverle los problemas a la gente, no solo han fracasado procesos transformadores en Rusia, China, Vietnam, etc., sino que también están siendo derrotados los proyectos "progresistas" y "revolucionarios" que ilusionan a los pueblos con "milagros" que, no ocurrirán mientras la misma gente –los "ciudadanos", las comunidades y los individuos– no tomemos el pasado, presente y futuro en nuestras propias manos.



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Fernando Dorado

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