Del desprecio al odio

Desde siempre un plebeyo humanista como yo ha tenido muchas razones para sentir desprecio por los poderosos; de la política, de la realeza, de las finanzas, de los bancos, de las multinacionales, de las energéticas, de la religión; lo que se entiende por Poder. Y no tanto por sufrirlo yo directamente sino porque me paso la ya mi larga vida presenciando en España cómo, por unas razones políticas o por otras, aunque las condiciones psicosociales hayan cambiado de manera sustancial, los poderosos de este país siguen abusando descaradamente de los débiles y ejercen una opresión sobre los débiles que recuerda otras épocas para olvidar. Han cambiado, en efecto, las condiciones, las circunstancias y los tiempos, pero ni el sufrimiento ni los sentimientos ni la condición humana varían por mucho progreso material que en teoría vaya habiendo para todos. Lo que varía son los modos de ejercer el abuso y la opresión, como varían en el mundo las prácticas de la tortura...

El sátrapa, el tirano y el dictador oprimían directamente al pueblo y a los individuos. Y todo aquel que no se sometiese o no se mostrase sumiso era torturado, eliminado destruido, Los ejecutores y sicarios del genocida real, virtual o en potencia estaban en todas partes del espacio dominado por éste. No había intermediarios en el ejercicio de la perversidad, pues los ejecutores y sicarios eran simplemente su brazo armado.

Hoy, sin embargo, el abuso y la opresión adoptan muy diversas formas y ya no son directos en la mayoría de los casos. El mal ya no lo encarna un individuo. Hoy, en países todavía inmaduros en la política y en tolerancia y por consiguiente también de convivencia como España, el abuso y la opresión llegan de la insensibilidad social, de la inconsciencia y de la debilidad de quienes ostentando el poder político permiten barbaridades. Lo que hacía decir a Einstein de que el mal del mundo no es tanto de los perversos sino de los que les consienten... Barbaridades incrustadas en las leyes. Como barbaridad es dejar casi exclusivamente en manos privadas iniciativas y precios odiosos de las corporaciones, grandes empresas y multinacionales multimillonarias que son dueñas de la energía, por ejemplo, o de empresas creadas para adueñarse de miles de viviendas de alquiler, por ejemplo, aprovechando leyes emanadas de una ideología deplorable, deshumanizada y depredadora como es la neoliberal...

Pues una norma de 2009, fruto de la modificación de la ley de arrendamientos urbanos permite a los tribunales ejecutar los desahucios sin examinar la situación del inquilino ni el grado de desigualdad entre arrendador y arrendado que era preceptivo para el juzgador hasta esa fecha. Pues no es lo mismo que el arrendador vivaliteralmente de la renta que le proporciona una vivienda adquirida quizá tras muchos años de esfuerzo y el arrendatario no le pague, que una "firma" que se ha hecho dueña de mil pisos, y sin alma ni el más mínimo escrúpulo pues su objetivo es ganar dinero expulse casi súbitamente, con el visto bueno de un juez o un tribunal, a quien ha vivido gran parte de su vida en ese piso y no tiene tiempo material para rehacerla...

Una mujer de 65 años se ha suicidado en Madrid por el interés de una de esas empresas llamadas "socimis" que en Madrid poseen 10.300 pisos, el 48% de las viviendas de alquiler en la capital... Un juez condena a un año y nueve meses de prisión a un joven por robar un bocadillo para "enriquecerse"; decisión tan injusta como extravagante de un juez que ha visto la ocasión de darse a conocer como excéntrico en los medios de comunicación...

Dos casos que son dos representaciones vivientes del estado de desvarío que vive este país y que, sumados al triste hecho de que cada vez abandonan más jóvenes los estudios, y a las mil conductas disparatadas en todas las instituciones del estado, en un Senado inoporante, en unas Diputaciones que agravan el déficit, en un modo cazurro de tratar e interpretar la Constitución y los preceptos que contiene, etc, etc, por mucho que los optimistas profesionales difundan y vendan a los cuatro vientos optimismo, este estado de ánimo, el optimismo, hoy día sólo parece propio de ignorantes y de necios.

Cuando creíamos que España caminaba por senderos de justicia social, que es tanto como decir de sensatez, de humanismo y de cordura, España, esa España de la bandera hasta en la sopa, esa España del bandolerismo, esa España del esperpento camina por un hilo de funambulista cada vez más fino. Y por todo ello yo, e imagino que muchos españoles, hemos ido pasando paulatinamente del desprecio profundo hacia los abusadores, a un odio cerval...
 



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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