La tiranía de la geografía

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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Todos podemos ver que la geografía determina el destino de una nación en su búsqueda de senderos históricos específicos y en la adopción de orientaciones psico-nacionalistas bien entendidas. En ausencia de amplios mares y altas montañas como barreras naturales a través del tiempo Rusia ha desarrollado sentimientos de desconfianza hacia los extranjeros y un nerviosismo razonable respecto a las invasiones y dominación externa.

Grecia, muy próxima a Turquía (que es islámica y a veces hostil y agresiva) ha desarrollado una mentalidad que no habría estado allí si el medio natural fuera diferente. Los cientos de islas esparcidas en el Mar Egeo exigen un gasto militar masivo para sostener una flota para defenderlas.

Países como China o Japón que cuentan con enormes barreras físicas que los protegen –una infinita masa territorial o un extenso océanos—históricamente han conseguido evitar numerosas o fatales invasiones. Exactamente lo contrario es cierto con países como Polonia, Lituania, Austria y Ucrania cuya carencia de fuertes defensas físicas los ha condenado a través de los siglos a ser objeto de agresiones desde el exterior como también pasadizo para ejércitos invasores dirigiéndose a sus metas de conquista.

Muy a menudo los eventos que determinan el destino de un país específico se desarrollan sobre la base de las idiosincrasias geográficas de tal territorio. El devenir en Grecia por ejemplo, fue conformado por los asuntos e intereses de las grandes potencias de la época. Estos siempre estuvieron centrados en la geografía.

El estado griego se formó a consecuencia de una radical restructuración de la organización del Imperio Otomano y por las necesidades de las potencias dominantes del período para manejar los nacientes vacíos geopolíticos. La batalla naval de Navarino, en la costa occidental de la antigua región del Peloponeso, señaló con claridad el éxito mayor de la revolución griega contra los otomanos lo cual recompensó los esfuerzos de Gran Bretaña, Rusia y Francia para poner fin al control otomano de las islas del Mar Egeo, Egipto y el Mar Negro.

Por lo tanto, la geografía es el factor dominante en la mayoría de los desarrollos de los asuntos internacionales. Exige respeto de parte de la gente común para todos sus antojos y minucioso examen de sus requisitos y de sus necesidades generales. Determina el tipo de armamento que deberá ser adquirido y empleado y el terreno que será utilizado.

Ignorar la geografía generalmente resulta en fracasos o desastres. Inutiliza ventajas y elimina sentimientos de superioridad. El examen cuidadoso de sus atributos produce resultados positivos y construye reputaciones. En el pasado también ha favorecido al establecimiento de imperios. En realidad, la política no es nada sin la geografía. La psicología de una nación es con frecuencia controlada por su ubicación y los mapas tienen un poder que los políticos deben inevitablemente encontrar la manera de dominarlo.

Las naciones carentes de litoral desarrollan rasgos psicológicos particulares y generalmente terminan empantanados en la xenofobia y un sentimiento general de desconfianza, mientras que su comportamiento exterior depende de su tamaño y de sus relaciones históricas con sus vecinos. Es una cuestión muy diferente si su vecino más cercano es, por ejemplo, la inmensa China (es decir Mongolia) o si ese país está en el medio de los Balcanes destrozado por la guerra (es decir la antigua República de Yugoslavia, Macedonia o Kosovo). Las naciones isleñas o costeras son más cosmopolitas y miran más hacia afuera y son proclives a la expansión y agresivo crecimiento económico (es decir, Gran Bretaña, Japón, Holanda y España).

La lectura de mapas es una habilidad esencial para los estadistas contemporáneos para que puedan desarrollar una adecuada comprensión de la ubicación geográfica de su país y sus desafíos geoestratégicos. Resulta sorprendente que la ignorancia sobre geografía sea tan común entre los políticos del mundo.

Es por eso que con frecuencia ocurren desastres y las poblaciones sufren.

Es necesario que se entienda que la geografía conforma no solo la historia sino también el destino de los humanos*. En un mundo cada vez más complejo, caótico e interrelacionado en el que la geografía juega un papel crucial en la conformación de la geopolítica. Entender la geografía contribuye a un modo eficiente de comprender el mundo y realizar estimaciones precisas para el futuro.

*Ver Prisoners of Geography de Tim Marshall, Londres, 2016 y The Revenge of Geography de Robert D. Kaplan, Nueva York, 2017

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