Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Venezuela

Estos días, posteriores a la grandiosa victoria popular alcanzada por el pueblo venezolano el pasado 20M, el imperialismo de EEUU no ha cesado su agresión a la Nación venezolana, insistiendo en su política de bloqueo financiero, guerra mediática global, económica a lo interno, y preparando lo que pareciera ser su solución final, de no alcanzar su propósito de aislar la Venezuela Bolivariana y confinar su ejemplo de dignidad a tan solo el Caribe, la anhelada intervención militar. La internacionalista y camarada, Stella Calloni, siempre solidaria con la Venezuela Bolivariana, se preguntaba: "¿Qué cosa esperamos que Estados Unidos haga contra Venezuela, si ya lo han intentado todo?", respondiéndose en consecuencia: "A Estados Unidos solo le resta la intervención militar". Tres alertas, al respecto, ha realizado el Hno. Presidente Nicolás Maduro, dirigiéndose –en especial- a los hermanos y hermanas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela. En senda entrevista con Walter Martínez, el camarada e insigne diplomático, Roy Chaderton, habla sin guardar las apariencias que obliga el lenguaje diplomático y alerta al pueblo venezolano: "todos los movimientos que hace Colombia son preparativos para una guerra contra Venezuela". Nada casual, la visita que hiciera el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, quien en su paso por Brasilia se diera el tupé de presionar al dictador Temer, para que aplicara mano de hierro en su relación con Venezuela y utilizara sanciones de tipo económico; al menos, es lo que sale a la luz de la opinión pública internacional. Finalmente, el Hno. Evo Morales, saca a la luz lo que fuera su experiencia en la pasada última Asamblea General de Naciones Unidas en 2017, que contó con la presencia de muchos Jefes de Estados, entre ellos el propio Trump. Confiesa Evo, que en las conversaciones bilaterales con algunos Jefes de Estado de la región, éstos le manifestaron, que el gobierno de EEUU los había convocado a conversaciones para analizar una eventual intervención militar contra Venezuela. No contando con la anuencia de los mismos, pese a ser mandatarios de derecha. Asimismo, el presidente electo de Colombia, el uribista Iván Duque ya manifestó la disposición de su gobierno a no reconocer la institucionalidad venezolana y no enviará embajador a Venezuela. Lo que llevaría las relaciones colombo-venezolanas, al nivel de ruptura. Mientras, en territorio colombiano ya se han instalado en su frontera los terroristas de "cascos blancos", cuya actuación en Siria estuvo relacionada con todos los falsos positivos relacionados con supuestos ataques con armas químicas, que el gobierno de EEUU los adjudicó al gobierno del Hno. Bashar al-Assad y en consecuencia, procedió al bombardeo de su territorio, ocasionando muertos y heridos, de ese pueblo hermano del Medio Oriente bajo asedio imperialista.

En medio de esta brutal agresión imperialista, a la Venezuela Bolivariana le ha tocado resistir. Tal cual lo hiciera Cuba, a todo lo largo de mediados del siglo XX. Venezuela, a diferencia de Cuba, esta etapa de resistencia no la realiza, en la penuria de la soledad y falta de solidaridad de los gobiernos del mundo. Ello, está impidiendo que a Venezuela se le aísle y reduzca su influencia política sobre los pueblos del mundo. Con esa política, que pretende reducir todo lo malo que ocurre en nuestro Continente al factor Venezuela, tan solo ha conseguido el imperialismo que los pueblos del mundo volteen su mirada hacia la patria de Bolívar y Chávez, como expresión de resistencia heroica y ejemplo antiimperialista a seguir. Así, mientras J.M. Santos más se enfocaba y acentuaba sus ataques contra Venezuela, y en la campaña electoral presidencial acrecentaba sus agresiones, colocando a Venezuela como centro de ataque de su candidato; el pueblo colombiano, se interesaba más y más por lo que ocurre en Venezuela y el proceso de cambios que en su vecino país se llevan a cabo, y que tanto molestias causan a la godarria bogotana. Los resultados, además de sepultar políticamente al propio Santos, cuyo candidato se hundió en un tercer lugar de las preferencias populares, evidencian el surgimiento de un nuevo polo de referencia política en Gustavo Petro, exguerrillero de la Unión Patriótica, con una votación extraordinaria que logró aglutinar un poco más de 8 millones de votos. Siendo su logro más importante, haber quebrado el bipartidismo de Santos y Uribe, que durante este último decenio se repartió el poder en esa sufrida República. Un cambio político trascendente, que debe comenzar a apreciar y valorar la oligarquía bogotana o como acostumbramos decir en Venezuela: "sepan administrar su victoria".

En su obra "El dieciocho brumario de Luís Bonaparte", Marx precisaba que: "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y es cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal". Andrés Manuel López Obrador (AMLO), gana en circunstancias excepcionales, si bien se trata de una victoria avasalladora, se logra en tiempos bien complejos y difíciles. México, después de gobiernos neoliberales de derecha, es hoy un país en bancarrota, con altísimos niveles de pobreza, corrupción, narcotráfico y encima, despojado de su soberanía económica, con su industria petrolera en proceso de privatización. Un país en que los cárteles de la droga, ejercen soberanía territorial con extremada violencia, en una especie de doble poder: Estado-Cárteles de la droga, ambos repartiéndose el control del territorio. Como muestra palpable de cuán fallido es, el Estado burgués regentado por la godarria mejicana. Al punto, que el presidente de EEUU, Donald Trump, se da el tupé de humillar el gentilicio mejicano sin que, desde la presidencia de ese país, se le responda dignamente. Incluso, el propio Presidente Nicolás Maduro, en 2017, se vio obligado a responderle a Trump, ante sus agresiones contra el pueblo mejicano, ripostándole que: "si fuera presidente de México tumbaría los muros fronterizos con EEUU y "Lo haría de frente, con valentía, como lo haría Emiliano Zapata y no como este cobarde que es presidente de México, Peña Nieto, que se comporta como un empleado abusado, violado de parte de Donald Trump". Como era de esperar, Trump no tuvo repuesta alguna de la cancillería mejicana, sino que las respuestas de la cancillería de Peña Nieto, se volcaron en agresiones contra el gobierno venezolano.

La victoria de AMLO, cuya ascensión a la presidencia de la República de México se concretará en diciembre próximo, debemos apreciarla como una evidencia palpable de que un nuevo ciclo progresista está en curso en la Patria Grande Latinoamericana y Caribeña. La victoria de Nicolás Maduro en Venezuela; el avance significativo de la candidatura de Petro en Colombia; la ascensión a la presidencia de una nueva generación en la Cuba Revolucionaria, en la figura del camarada Miguel Díaz Canel. Ahora, la victoria arrolladora de AMLO. En perspectiva, está el imponente huracán que representa la candidatura de Lula en Brasil y todas las tentativas o trabas que le han puesto el imperialismo y la oligarquía brasileña, para impedirle presentarse en las presidenciales de octubre próximo. Finalmente, tenemos la debacle del gobierno Macri, que en 2015, era presentado como el modelo democrático a seguir en la región y que hoy sucumbe, ante la derrota de todos los planes que ha venido instrumentando el FMI para evitar la crisis permanente en que se ha sumido la economía argentina y que no logran atenuar. Hecho, que ha renovado las esperanzas de aquel pueblo hermano, en la vuelta al ruedo político de la bella Cristina de Kirchner. Pues, como revelan diversas encuestas, mientras las simpatías hacia Macri no han dejado de caer, las correspondientes a Cristina no dejan de crecer, en correspondencia con el malestar económico y rechazo a la entrega de la soberanía económica al FMI.

Como era de esperar, vistas las traiciones ocurridas recientemente en nuestra Patria Grande, muy en especial, el caso de Lenin Moreno en Ecuador, quien termina de entregare al imperialismo, cediéndole su soberanía económica al FMI, se viene generando una expectativa negativa sobre el eventual gobierno de AMLO. Sus primeros discursos, dan fe que tal despropósito no ocurrirá. De hecho, según anunció, una de las primeras acciones de su gobierno, será el aumento de las pensiones de los adultos y adultas mayores, garantizando que esa pensión sea universal: "Desde el primer día de gobierno todos los discapacitados pobres, van a tener una pensión igual que la de los adultos mayores. Y desde los primeros días del próximo gobierno democrático, se va a garantizar a todos los jóvenes de México el derecho al estudio y el derecho al trabajo". Garantizando así, su palabra empeñada, de gobernar para los pobres.

En lo que concierne a las relaciones internacionales del nuevo gobierno en México, AMLO, ha dejado bien claro que: "Seremos amigos de todos los pueblos y gobiernos del mundo. En política exterior, se volverán a aplicar los principios de no intervención, de autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica a las controversias. Y como decía el Presidente Juárez: "nada por la fuerza, todo por la razón y el Derecho". Con ello, AMLO, renueva sus lazos históricos con la Revolución Mejicana, en especial con Benito Juárez, también llamado el "Benemérito de las Américas", cuya frase más simbólica es, sin duda: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz". Con la llegada de la revolución a México, en 1910, el anti-intervencionismo se volvió nacionalista, reafirmando los principios universales del derecho internacional, como lo son la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. En 1918, el Presidente Venustiano Carranza, enarbola el principio de la no intervención. En un discurso ante el congreso, expresó los siguientes ideales: "Que todos los países son iguales; deben respetar mutua y escrupulosamente sus instituciones, sus leyes y su soberanía; Que ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos interiores de otro". Principios estos, que serían consagrados en la Constitución Política de 1917, convirtiéndose desde entonces, la política exterior mejicana, en un modelo para el mundo. Los principios, que guiaron la política exterior de los gobiernos surgidos de la Revolución, fueron los que establecía la Doctrina Carranza, la cual defendía –principalmente- la igualdad de la naciones, su soberanía y el principio universal de no intervención. El contenido de estos principios, era defensivo para asegurarse, a través del respeto al derecho internacional, que ningún país interviniera en los asuntos de política interna de México. Sin embargo, es evidente que el diseño de esta política exterior, se hizo –principalmente- para "contener" al imperialismo de los Estados Unidos. Los gobiernos de derecha, desde la llegada a la presidencia de Vicente Fox, sumisos y vasallos de las directrices imperialistas, abandonaron los principios que rigieron históricamente la política exterior mejicana; a los cuales, ahora pretende retornar AMLO.

El retorno a los principios revolucionarios de no intervención en los asuntos internos de otros países y respeto a su soberanía; ese solo gesto, marcaría el carácter progresista del naciente gobierno de AMLO. Lo que implicaría, entre otras cosas, la retirada de México de esa nefasta organización -promovida por Trump para pretender aislar a Venezuela- conocida como el Grupo, más bien, el Cártel de Lima. Por otra parte, en base a la doctrina revolucionaria mejicana, en el panorama de la política exterior en nuestro continente, ello representaría un contrapeso a la política injerencista, más bien intervencionista, que hasta ahora ha caracterizado la gestión de la cancillería mejicana, en conjunción con los gobiernos de la derecha; quienes, siguiendo lineamientos desde el Departamento de Estado de EEUU, se han alineado en una bestial persecución contra el Gobierno y pueblo venezolano, hecho éste, sin paragón en la historia del continente Americano. Este simple y gran cambio de paradigma en la política exterior mejicana, de cumplirse, estimamos que sería el mayor gesto de hermandad revolucionaria que podría prestar el gobierno de AMLO, para la asediada patria de Bolívar y Chávez...



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Henry Escalante


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