La agresión a Siria fue una burla al mundo

Un estadounidense amigo mío opina que cuando finalice la presidencia
de Donald Trump –no importa cómo concluya-, el mejor recuento habrá de
hacerlo en un libro de historietas cómicas (comic-strips) que sería el
más hilarante en la historia de Estados Unidos.

Sin embargo, los nefastos efectos en términos de muertes y desgracias
que van dejando en personas, pueblos y naciones de todo el mundo las
locuras de este payaso no son compatibles con un enfoque festivo de
los sufrimientos provocados por este grotesco personaje y su cohorte
de halcones.

En estos días, las fuerzas armadas de Estados Unidos han hecho un
enorme ridículo en aras de satisfacer la voluntad de su desquiciado
presidente y, de paso, han hecho aparecer como satélites tontos a sus
homólogos de Francia y el Reino Unido.

En la noche del 13 de abril esa dispar coalición de potencias lanzó un
ataque contra Siria. "Ordené a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos
lanzar ataques de precisión contra blancos asociados con las
capacidades de armas químicas del dictador sirio Bashar al-Assad",
dijo Trump sin poder siquiera justificar la agresión con el testimonio
de los expertos de Naciones Unidas encargados de supervisar la
prohibición del uso de armas químicas OPAQ que unas horas más tarde
debían dictaminar sobre la naturaleza del supuesto ataque del gobierno
de Siria contra sus oponentes.

La llegada de estos especialistas estaba programada para el 14 de
abril pero el gobierno estadounidense decidió actuar antes,
evidenciando su temor por el veredicto de estos especialistas.
Casi un centenar de congresistas republicanos y demócratas
estadounidenses, habían enviado un mensaje a Trump insistiendo en que
antes de atacar solicitara la aprobación del Congreso. "Comprometer a
nuestros militares en Siria cuando no existe una amenaza directa a
EEUU y sin autorización oficial previa, violaría la separación de
poderes claramente delineada en la Constitución", decían.

No obstante, Donald Trump, con sus oídos sordos para tantos llamados a
la cordura y la legalidad propia e internacional, lanzó sus ataques
aéreos contra posiciones militares en Damasco, entre ellos un centro
de investigación científica en Barzeh y el Aeropuerto de Al-Domair, en
las afueras de Damasco. Hubo asimismo ataques con cohetes contra el
Aeropuerto Internacional de Damasco y el Aeropuerto militar de Mezzeh,
entre otros objetivos.

María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia,
lamentó que el ataque perpetrado contra Siria por EEUU, el Reino Unido
y Francia se hubiera llevado a cabo justamente cuando el país árabe
tenía una magnífica oportunidad para tener un futuro pacífico.
"Primero probaron contra el pueblo sirio con la Primavera Árabe, luego
con el Estado Islámico, y ahora lanzando sus misiles inteligentes
sobre la capital de un país soberano, que desde hace muchos años
intenta sobrevivir en medio de la agresión terrorista,", comentó
Zajárova.

Tanto el presidente francés Emmanuel Macron, como la primera ministra
británica, Theresa May, formularon declaraciones de apoyo a la
barbarie desatada por Trump.

Lo singular de estas declaraciones es que todas parten de una
hipotética atribución a EEUU y las dos vetustas ex metrópolis
coloniales europeas para intervenir en los asuntos internos de Siria,
nación que es miembro soberano de las Naciones Unidas.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró que el
presunto ataque químico en la localidad siria de Duma, que sirvió de
pretexto para el inicio de la operación militar contra Damasco fue un
montaje y aseguró que tiene datos irrefutables que lo confirman.
Cuando se fueron conociendo los primeros detalles acerca de los
efectos de la ilícita agresión, miles de habitantes de la capital
siria salieron jubilosamente a las calles para manifestar su apoyo al
presidente Bashar al Assad, quien tranquilamente había llegado poco
antes a sus oficinas en el centro de Damasco.

La televisión siria transmitió en vivo las demostraciones de la
población que, con banderas sirias y dando palmas, mostraba
espontáneamente su orgullo patrio por la actuación de los militares
sirios que, por sí mismos, contando con el moderno equipamiento
militar de última generación aportado por las fuerzas solidarias
rusas, habían podido asumir con éxito la defensa de su país frente a
la agresión imperialista directa de Estados Unidos que posee el mayor
arsenal de armas atómicas, químicas y otras de prohibidas, y por tanto
carece de derecho moral para culpar a otros países.

Fue una acción unilateral, al margen del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, una flagrante violación de los principios del Derecho
Internacional y de la Carta de la organización mundial. Fue un grosero
atropello contra un Estado soberano que, pese a que solo dejo tres
personas heridas, no puede sintetizarse en un simple cuadrito de un
libro de tiras cómicas sobre la pintoresca actuación de un excéntrico
presidente.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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