(Crónica)

Huyendo de la muerte encontraron la muerte

Aquel día nadie pensaba en la muerte. No tenía porque pensar en otra cosa que no fuera la vida. La muerte atrae a la muerte. La vida atrae la vida. Eso fue lo que pensaron cuando huyeron de un infierno interminable desde que el diablo se apoderó de un país llamado Libia y sembró el terror, la violencia impensada y la muerte sin tener que pagar nada. El diablo sigue dejando una estela de muerte y destrucción en todo país que invade. Por eso aquel día familias enteras, hasta sumar más de 800 personas abordaron un pesquero viejo y maltrecho con la idea de ir en la búsqueda de la felicidad. De un mundo mejor, por lo menos. Y me viene a la cabeza pensamientos de la Madre Teresa de Calcuta, como este: "Cuando recojo de la calle a un persona hambrienta, le doy un plato de arroz, un pedazo de pan. Pero si la persona está separada, se siente indeseable, despreciada, aterrorizada, porque se le arrojó de la sociedad, su pobreza espiritual es mucho más difícil de superar".

El bote de la muerte zarpó. En su interior llevaba un cargamento de vidas desesperadas, atormentadas, aterrorizadas, hambrientas y dispuestas a dar la vida por un futuro incierto. Las aguas de Malta, en el Mediterráneo se cubrieron de muertos. Hombres, mujeres, niños y niñas, flotaron con los ojos abiertos buscando ver a Dios en el lejano cielo, después que la maltrecha embarcación de la muerte se hundió con las vidas que le servían de cargamento. Muchas de esas personas pensaron, desde el más allá, que se habían equivocado. Que ese no era el mundo que ellos buscaban. Se equivocaron de crucero. ¡Quién les sería el que les vendió "equivocadamente"el boleto de la muerte! ¿Dónde estaba Dios que no impidió esa venta engañosa? Pero cuando hay necesidad de escapar de un infierno, no hay dioses ni que valga, sólo impera el destino en manos del diablo.

¿Quién es el diablo en este mundo "civilizado"? El diablo está conformado por una maquinaria de guerra capaz de acabar con la vida en el planeta tierra en sólo minutos. Ese diablo está facultado, según, piensa él para invadir, para destruir y crear el caos donde hay orden. Ese diablo está facultado para anclar portaviones nucleares en los mares de cualquier país. Amenazar y mentir sobre lo que él crea que es verdad. Transforma la mentira en verdad y muchos se lo creen. Las garras bélicas de ese infernal representante del mal destruyeron a Irak, a Afganistán, Libia, e intenta destruir a Siria. Eso genera monstruos, como los que vemos desatados en buena parte de África y asia. Asesinatos despiadados. Jamás visto, después de las acciones de los nazis contra los judíos. Esas acciones criminales desesperan a la gente y tratan de huir hacia lugares seguros, donde resguardar sus vidas, Pero…

La muerte los persigue hasta en las aguas tranquilas de Malta en el Mediterráneo. Eso ha venido sucediendo hace años, cuando inmigrantes tratan de llegar a las costas de Italia huyendo del infierno. Sin saber, como sucedió, el 19 de abril de 2015, una barcaza de pesca que había zarpado de Libia, naufragó y dejo un manto de cadáveres sobres las aguas de Malta, en el Mediterráneo. La cifra de muertos ronda, a estas alturas, las 900 personas, entre hombres, mujeres, niños y niñas.

¿Cuál es el origen de esta tragedia humana? Veamos una historia: Se dice que hubo, en el 2006, una alianza entre 8 grupos fundamentalistas en Irak, disque con el objeto de enfrentar a las tropas estadounidenses. El grupo asumió el nombre de "Estado Islámico de Irak". Sus métodos: el secuestro, la tortura, el asesinato y atentados terroristas. Tal como lo habían aprendido de los marines estadounidenses que había invadido y destruido a su pueblo, así como la historia cultural de éste. El Estado Islámico desplazó a Al Qaeda, otro grupo nacido de las entrañas del diablo estadounidense. Y ahora extiende sus tétaculos por varios países de África y Asia. La siembra de cadáveres en aguas de Malta, es una consecuencia directa de tres causas fundamentales: la miseria, el terror sembrado por los integrantes del Estado Islámico y la destrucción de Irak y Libia, y el desorden político que reina en lo que queda de esos países. ¿Qué está haciendo la gente, ante este panorama sombrío? Huir para escapar de la muerte y la miseria, e ir en la búsqueda de un destino mejor, aunque incierto.

En estos días, después de la tragedia más grande de la última década, los titulares de la gran prensa se han visto obligados a referirse al lamentable hecho. El Papá Francisco ha dicho: "Estos hombres y mujeres, como nosotros, buscaban la felicidad y encontraron la muerte". Mientras que al arzobispo Desmond Tuto dijo una vez: "Dios te creó porque Dios te ama. Si cada uno de nosotros pudiera atrapar esta verdad y dejarla que eche raíces en nosotros, no habría lugar en el mundo para la violencia, para la inhumanidad, para las animosidades étnica y el genocidio, para la guerra y la destrucción". Y concluyó: "Debemos reafirmar que Dios nos creó no para separarnos, no para la alienación que conduce a la desavenencia, división, odio y hostilidad. No, Dios nos creó por la familia, para estar juntos, para la interdependencia que lleva a la camaradería, a compartir, a la risa, a la paz, a la prosperidad".

La humanidad tiene que conmoverse y tomar medidas para que esta barbarie cese. La sociedad estadounidense tiente que tomar conciencia y despertar del adormecimiento a que ha estado sometida por su propio imperio. No más invasión a pueblos inermes. No más torturas. No más campos de concentración. No más destrucción. Todos los pueblos libres del mundo tienen que despertar y tomar acciones para preservar la humanidad. Dios nos creó a todos. Por lo tanto todo hombre, toda mujer, todo niño y toda niña, tienen derecho a la vida. Hace más de noventa años un hombre llamado Albert Schweitzer escribió: "… Desesperado ante la barbarie del conflicto bélico, estaba buscando ´una base en el pensamiento racional sobre el cual pudiera construirse una civilización ética y viable´. Por entonces escribí: ´Lentamente, nos arrastramos corriente arriba. Perdido entre mis pensamientos, me senté en la cubierta de la barca, luchando por encontrar la concepción ética elemental y universal, la cual no había sido descubierta en ninguna filosofía. Cubrí hojas tras hojas con oraciones desconectadas, simplemente para mantenerme concentrado en el problema. En la tarde del tercer día, en el mismo momento en que durante la puesta del Sol estábamos avanzando a través de una manada de hipopótamos, apareció como un relámpago en mi mente, impredecible y no buscada, la frase ´Reverencia por la vida´.

Dios, misericordioso. El que creó la vida para todos. El que creó la Tierra y los mares, con abundantes riquezas para todos. Dios protector, Dios todopoderoso, Dios de paz, Dios redentor, Dios creador, Dios de los milagros, Dios de los desamparados, Dios de los humildes, Dios de las personas que son empujadas a abandonar sus tierra por el acoso del diablo, Dios que estas en el cielo viendo lo que hace el diablo con sus armas, con sus armas destructivas, con sus marines, dejando una huella de odio por donde pasa; en fin, por favor, Dios, protege a esos hombres, a esas mujeres, a esos niños y niñas que buscan, desesperadamente, alcanzar las cosas italianas, para tener un chance de un mundo mejor. Ablanda los corazones de los gobernantes estadounidenses y a los europeos para que cesen de bombardean a pueblos enteros, para robarles su riqueza, y, sembrar, en su lugar, el terror y la desesperanza del mundo que tú creaste para que el hombre fuera feliz.

Despido esta crónica con unas palabras del Papa Francisco sobre la dignidad de los frágiles. Dice así: "Si un hombre o un pueblo cuida y cultiva su dignidad, todo lo que le acontece, todo lo que hace y produce, incluso todo lo que padece y sufre, tiene sentido. En cambio cuando una persona o un pueblo vende su dignidad, o la negocia, o permite que sea menoscabada, todo lo demás pierde consistencia, deja de tener valor. La dignidad se dice de las cosas absolutas porque dignidad significa que alguien o algo es valioso por sí mismo, más allá de sus funciones o de su utilidad para otras cosas. De allí que hablemos de la dignidad de la persona, de cada persona, más allá de que su vida física sea apenas un frágil comienzo o esté a punto de apagarse como una velita. Por eso hablamos de la dignidad de la persona en todas las etapas y dimensiones de su vida. Las personas cuánto más frágiles y vulnerables sean sus condiciones de vida, son más dignas de ser reconocidas como valiosas. Y han de ser ayudadas, queridas, defendidas y promovidas en su dignidad. Y esto no se negocia".



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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