EEUU logró nuevo ‘veranito de San Juan’ en Chile

Obama vino a hacer ‘su negocio’ y encontró un gobernante enloquecido dispuesto incluso a hacer de payaso e hipotecar el país para ser aceptado por la socialité gringa que pulula por la Casa Blanca.

Arturo Alejandro Muñoz

SOLAMENTE UN MANDATARIO como Barack Obama podía haberlo logrado. Años atrás, Bill Clinton y George W. Bush desfilaron por las calles de Santiago sin dejar huellas profundas (de las buenas ni de las reguleques, como diría Ximena Ossandon), siendo mediáticamente rescatable sólo el cambio de nombre en un pequeño local del mercado capitalino (Clinton), y un entrevero en el ingreso al Centro Cultural Mapocho (Bush y su ‘bodyguard’).  

Convengamos, sin temor a equivocarnos, que el desharrapado intelectual de apellido Bush había dejado la imagen de USA por los suelos, aquí y en el resto del mundo.

Con Obama, en cambio, el asunto alcanzó niveles de farándula circense y, además, dejó  estelas políticas que pueden agradar a muchos, aunque también preocupan a tantos. Es cierto que el repechaje norteamericano en América Latina venía produciéndose –con sólida lentitud- desde la administración Clinton, y que tuvo un sobre pique con Bush merced a la nueva sociedad que el ‘cowboy’ formó con el presidente colombiano Álvaro Uribe.

No obstante, ha sido en definitiva Barack Obama quien logró recapturar un subcontinente donde hoy la mayoría de los gobiernos le son favorables, y en algunos casos (como Chile) abierta y vergonzosamente incondicionales. ¿Cuál fue el paso que lo distinguió de sus antecesores en estas tierras del sur del mundo? ¿Su mejor formación académica? No, eso no fue, porque la prensa chilena, tan subsumida en la farándula, otorga poco o nada de crédito a la inteligencia y al academicismo. ¿Sus promesas de campaña bajo el lema del mediático ‘yes, we can’? Tampoco.

¿Entonces, qué fue, o qué es? Algunos analistas opinan que la respuesta es más simple (y preocupante) de lo que podía pensarse. "El color de su piel, simplemente eso le otorgó el plus que EEUU requería para reingresar a América latina con ventajas voluminosas". No faltó el chileno que pretendió compararlo con la figura señera de Martin Luther King, e incluso con el esmirriado Mahatma Gandhi, “ambos tan premios Nobel como él”, apuntó un descerebrado locutor radial que flota en la farándula local. 

Digamos –para que no se confunda mito con realidad- que en su mini gira por tres países de la América Latina, mister Obama tuvo enorme aceptación en los gobiernos y en las castas políticas parlamentarias, no así en los respectivos pueblos de esas tres naciones donde, ciertamente, el apoyo fue a todas luces menor, agregando a ello que las críticas más significativas provinieron de amplios sectores laborales y estudiantiles, los cuales se sumaron a organizaciones poblacionales en el rechazo no sólo a la visita misma, sino principalmente al país que ella representaba.  

Entonces, resumiendo el asunto, poca duda cabe respecto de que Estados Unidos goza momentáneamente de una especie de ‘veranito de San Juan’ en Sudamérica, gracias a la aceptación colaboracionista que manifiestan algunos gobiernos locales, destacándose con luces propias Colombia y Chile, seguidos a escasa distancia por Brasil y Perú, países estos últimos que se inclinan ante el poderío de Estados Unidos con objetivos muy distintos a los de Santos y Piñera, ya que Dilma Rousseff desea instalar a Brasil en el Consejo de Seguridad de la ONU, mientras Alan García impetra el apoyo de Washington para inclinar en La Haya la balanza a favor de la demanda marítima peruana contra Chile.

Despejadas esas dudas, es difícil negar que Piñera realizó algunos actos propios de un payaso frente a Obama sólo porque en su corazón y en su mente bailotean los sones del entreguismo y del desprecio a la propia identidad, conjugando en nuestro conocido Sebastián la presencia de una dolencia que el suscrito ha apuntado en otros artículos: una posible debilidad que pudiese estar surcando de rato en rato por la inefable mente de nuestro mandatario. Esto lo sabía Obama, tenía que haberlo sabido, ya que sus servicios de inteligencia (tan superiores a los nuestros, como quedó demostrado con el dramático asunto del ‘rambo’ Italo Nolli Olivan) debieron prepararle un completo dossier al respecto,   previamente a iniciar su viaje a Chile. 

Mister President tenía absoluta claridad respecto del tipo de individuo con el que iba a encontrarse en Santiago, y ello le otorgaba garantías plenas en cuanto a contar en Chile con un mandatario absolutamente enloquecido –casi a nivel de calcetinera frente a su ídolo artístico- dispuesto a cualquier excentricidad y exceso para lograr que se le considerase como un miembro más de la socialité yanqui que pulula por la Casa Blanca, el Congreso y el Pentágono.

Piñera no fue el único personaje que se desquició políticamente con el presidente afroamericano (apoyando incluso bombardeos, invasiones, genocidios y saqueos norteamericanos en África y Medio Oriente), ya que Ena von Baer no le fue en zaga al descontrolarse con manoteos de colegiala y risitas estruendosas, hijas del nerviosismo que seguramente la invadió al estar físicamente próxima al primer presidente negro de los Estados Unidos. “Ya hice historia”, debe haber pensado la dama de apellido germano. Y eso ameritaba no sólo risotadas enfermizas sino, además, el entreguismo total a las pretensiones políticas-comerciales de Obama y sus asesores. Horas después, el periplo que realizó el alcalde Zalaquett para entregarle al mandatario norteamericano una estúpida ‘llave de la ciudad’, fue digno de ser registrado como caso de estudio en la escuela de medicina, en la cátedra de siquiatría. ¡Vergonzoso!

Pero, no faltan los chilenos que defienden a brazo partido estas muestras de entreguismo colonial y subdesarrollo absoluto. En un panel realizado en la Región del Libertador expuse estos asuntos. Recibí la airada andanada de críticas y descréditos de parte de un par de miembros de la Alianza, quienes me aseguraron que (transcribo textualmente sus frases) “el paradigma político y retrógrado (se referían a mí) no van de la mano con las formas de hacer política en el siglo XXI, porque hoy esas formas van más lejos del partidismo ideológico, y en la praxis es la supervivencia del género país”. ¿Alguien entendió algo?

Paradigma político, praxis, género-país, etc., ¿son las nuevas mañas de ocultamiento y obnubilación que quieren usar los derechistas lacayos de USA -y de las transnacionales predadoras- para desviar del ojo público la verdadera dependencia de los pueblos latinoamericanos?

Es que en este nuevo ‘veranito de San Juan’ que en Chile ha conseguido Obama para EEUU, hasta algunos otrora revolucionarios, socialistas, progresistas y ‘luchadores antidictadura por la libertad’, sudaron la gota gorda por la emoción de sentarse, compartir, cantarle, fotografiarse (o simplemente verle de cerca) con el ‘negrito Presidente’, más allá de entender –una vez que la calma y la reflexión han regresado al cuerpo- que ese hábil y fascista ‘negrito’ vino a hacer su negocio, negocio que se contrapone absolutamente con los intereses REALES de Chile. Y negoció bien, muy bien, tan bien como pésimo negociaron Piñera y la oposición, aunque la venta de Chile les haya otorgado nuevos réditos para abultar sus cuentas bancarias y engalanar sus pretensiones políticas.

¿Y el pueblo, el ciudadano, la gente, el país mismo? Ah…eso es un pelo de la cola.

arturoalejandro90@gmail.com



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Arturo Alejandro Muñoz


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