Rodolfo Sanz se cayó de la cama y se le acabaron los sueños

Ayer leía en la página central del Diario VEA el debate iniciado por Rodolfo Sanz para discrepar de otro artículo publicado en el mismo Diario titulado el “Socialismo Comercial”. Los involucrados directamente en esa discusión son dos cuartos bates y sabrán, cada quien, sostener la argumentación ideológica de sus respectivos puntos de vista. En consideración de ser público el debate no he podido abstenerme de opinar pero únicamente en el aspecto filosófico de la cuestión que está en el área de mis modestas investigaciones.

El titular del artículo sintetiza las reflexiones de este escrito de manera impactante y fue seleccionado con una intención deliberada de ironía porque los sueños a que haremos referencia no son precisamente los fisiológicos. No, estamos hablando de la condición sine qua non y universal del ser revolucionario, o sea, hablamos de la capacidad humana de soñar, de sentir, de imaginarse, de creer en la utopía y de crear todas las formas posibles del pensamiento con la carga ética y estética imbuida en la idea de los poderes creadores del pueblo inventada por Aquiles Nazoa. En forma revanchista Rodolfo Sanz trata de confundir, al que se quiera dejar confundir, al intentar descalificar, minimizar y falsear la conceptualización revolucionaria de la utopía tildándola simplemente de fantasía. La discusión entre el concepto revolucionario de lo utópico realizable y la idea burguesa de la utopía imposible la creíamos completamente superada porque sobre ese tema ya en el pasado escribieron muchos intelectuales en todo el mundo . Me preocupa un tanto, que un cuadro político de la talla de Rodolfo Sanz con las tremendas responsabilidades que ocupa en la revolución bolivariana nos salga a estas alturas con tremendo contrabando filosófico que en vez de asimilar el desafío histórico de la revolución bolivariana a la utopía posible por la cual luchamos los revolucionarios esté citando a Tomás Moro para enredarse en un juego de palabras con el socialismo real cuando dice: “ El socialismo requiere una alta dosis de realismo.” Hay dos planos, dos acepciones de utopía: a) el de los mitos, la esencia imaginativa, el don profético y la fantasía libre de grandes sacrificios y b) el de los hechos históricos, transformadores, revolucionarios, la utopía misma en trance de concretarse en medio de grandes esfuerzos y dificultades. Los revolucionarios militamos en el segundo plano sin una línea divisoria con el primero porque no puede haber una separación mecánica entre lo imaginado y lo vivido. Qué se trae entre manos Rodolfo Sanz tratando de confundir la utopía realizable con la utopía imposible etiquetando ambas en la palabra fantasía que utiliza con insistencia e inconsistencia.

La revolución bolivariana tiene muchas particularidades entre ellas su alta dosis de lo espiritual, subjetivo y religioso. Podría llamarse perfectamente la revolución de la esperanza. Las masas creen en Chávez con un sentimiento de Fe y hay un enamoramiento de las mayorías con su líder. Ese fenómeno sociológico es la base del chavismo con el Comandante Presidente llamando a cerrar filas con las ideas socialistas. Esta peculiaridad de la revolución bolivariana la hace capaz de realizar grandes transformaciones. Es necesario que la esperanza en el socialismo no se debilite. Es imprescindible que la mayoría del pueblo crea en la utopía realizable del socialismo. Estamos bien jodidos cuando un Rodolfo Sanz llama a no soñar y a no creer en la utopía porque según él todo eso son ilusiones y fantasías. Estas reflexiones son un llamado de alerta a las desviaciones de derecha.

Las consideraciones de Marx y Engels al imponer a quienes los precedieron la etiqueta de socialistas utópicos en oposición al socialismo científico sirvieron para diferenciar contundentemente las teorías de Saint-Simon y de Fourier , en Francia, y de Owen en Inglaterra, de la categoría de análisis metodológico descubierta por Marx y Engels. Ahora la significación negativa que se le puso al término utópico sólo ha prevalecido en pensamientos dogmáticos y estériles. En su obra “Fuegos Bajo el Agua. La invención de la Utopía” de Isaac J.Pardo son innumerables las citas de escritores que reivindican el término utopía del concepto peyorativo al que había sido relegado desde tiempos remotos. Se acepta en la actualidad que lo utópico es: “una fuente de esperanza, un modelo para la acción, la materialización de la razón, la solución de los problemas sociales, la senda de la felicidad, un ideal digno de ser imitado o el inevitable resultado del proceso histórico” (Ian Tod y Michael Wheeler) También cita Pardo a Mannheinm: “ Solamente llamaremos utópicas a aquellas orientaciones que trascienden a la realidad y que, al informar la conducta humana, tienden a destruir, parcial o totalmente, el orden de cosas predominante en aquel momento”… “De ahí el carácter revolucionario de la utopía, de ahí la incomprensión que suele rodear a los planteamientos utópicos y las reacciones adversas que provocan”. Agrega Isaac Pardo a su cita.

Hoy en día es utilizado comúnmente en el mundo el término utopía, por escritores e intelectuales de izquierda, para hablar de la utopía de Marx y Engels la cual se concretaría en la Rusia Zarista con la revolución bolchevique conducida por Lenin. Aquí en Venezuela con la lucha de clases y con el pueblo organizado también vencerá la utopía de la revolución bolivariana conducida por el Comandante Chávez.

(*)Profesor

sergiobricenog@yahoo.com

http://padreamalivaca.blogspot.com


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Sergio Briceño García(*)

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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