¿Cuándo la cultura actual será barrida por una verdadera revolución política?

La cultura de la culturolatria

La cultura en estos procesos pacíficos es una aventura que quiere renovar las relaciones de un pueblo con el mundo y de las mujeres y los hombres entre ellos. Es una puesta en cuestión de una nueva sociedad que se puede construir con la sociedad pasada.

Esta cultura es claramente un culto religioso con sacerdotes y funcionarios pagados por el Estado, pero que reclaman del Estado toda la ayuda para los diferentes cultos que, como todos los cultos son simbólicos. La cultura es otra cosa, es un juego aparte. Que la persona de la calle diga: Que sentido debería tener la nueva cultura, fuera de la culturolatria o del teatro experimental que hasta hoy ha significado la nueva cultura.

La cultura revolucionaria está muy pegada a la doble moral de la Iglesia católica reflejada en nuestros hábitos que no actúan, solo hacen gestos, teatro, al filmar una representación revolucionaria sin estudiarla, analizarla, solo teatro cultural revolucionario. Las investigaciones están sujetas al presupuesto recortado por la crisis o al reciclaje de los ministros, con nuevos viceministros sacados de la misma rutina. Cultura establecida, protegida por la lealtad que vive en detrimento del crecimiento del pueblo. Es una falsa cultura como lo es la Iglesia católica.

La culturolatria mata a los dioses y pretenden matar la verdad revolucionaria. La verdadera cultura es más democrática, real y espontáneamente socilitada. Años después de la satisfacción de las necesidades más primarias, la cultura no puede seguir de “arriba hacia abajo hasta el pueblo” a partir de misteriosos métodos sectaristas burocratizados en extremo, cuya condición parece ser un buen nivel de vida material, un consumo suficiente de influencia de poder, en una existencia con la masa demasiado necesitada.

Un pueblo presionado, forzado, a los especialistas culturales con el tiempo no tendrá más ganas de escuchar o leer ese lenguaje refinado, volverá a la incultura a la falta de un libro o de una obra interesante. Esas formulas, mientras se sostenga en la practica la culturolatria revolucionaria, no harán más que aumentar el desorden mental.

I.J.Good, en su libro “Cuando los sabios dan libre curso a su imaginación” dice: “La verdadera cultura de un pueblo, con verdaderos progresos espirituales y morales, se ha hecho siempre de una manera espontanea, por lentos procesos, en el curso de periodos largos de paz y de relativa prosperidad material. A menudo bajo la invisible acción de las mujeres. En esos periodos se forjan costumbres de honestidad en todos los sentidos de la palabra”.

Hasta hoy, la experiencia de estos años dicta que, es erróneo esperar que el Estado deba subvencionar la cultura bajo todas sus formas y hacerla entrar en sus planificaciones. A lo largo de la historia de la humanidad los artistas e intelectuales algunas veces han sido perseguidos, otros protegidos por los Estados. Francia, luego otros países crearon centros de cultura, nunca lograron cambiar, siquiera mejorar o fabricar un nuevo ciclo de arte o intelectualidad revolucionaria.

¿Cuáles son las investigaciones sobre esta nueva revolución, donde está su ideología? Para superar la prehistoria revolucionaria y nos acerque a un nivel superior, al nivel de la cultura socialista con actos elevados fuera del vulgar consumismo de las masas y de la culturolatria del funcionario. Si por cultura continuamos desbolsando lo que les es más fácil y le demanda apenas un esfuerzo de lo mismo, en acciones que ellos creen cultura revolucionaria, en conflictos burocratizados que parecen actos de auto terrorismo a pesar de estar todos en un mismo edificio en la esquina de pajarito, entonces el gobierno, no el pueblo, tiene más que inclinarse hacia esa cultura que, considera que toda disidencia es sacrílega, que toda opinión contra los derechos sagrados de los ministros y viceministros es un atentado contra el poder.

Sacrilego es, no poder, no querer, decirle no al presidente Chávez. No puedo aceptar ese cargo si el continuismo continua, porque así como está la cultura no apoya al proceso revolucionario rumbo al socialismo. Decir no, camarada presidente, es empezar a establecer principios culturales revolucionarios y democráticos.

Esta culturolatria reemplaza a la jerarquía católica en plana crisis. Como la masa ya no toma en serio los dogmas la situación de la Iglesia se ha vuelto imposible, los monseñores ya no pueden ser como en la edad media intelectual, instruida, en medio de un pueblo de laicos ignorantes. Ya no son más hombres sagrados. Ahora el funcionario o funcionaria de gobierno pretende reemplazarlos, desean ser burócratas sagrados, pero sin mensaje social en relación con sus aspiraciones materiales y económicas.

La culturolatria adopta la demagogia a la moda de la nueva cultura de Estado. Es un verdadero insulto psicológico, tan nefasto como un sistemático atraso en el aprendizaje del lenguaje de los niños que dejarían pasar la edad del lenguaje, produciendo irreparables inconvenientes. La futilidad y el exagerado verbalismo están produciendo ese atraso en la cultura revolucionaria, más grave aun, para la transición al socialismo.

rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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