Imperialismo Religioso

Una vieja y productiva consigna o estrategia militar es la de “divide y vencerás”, sin embargo   su antónimo no es nada desventajoso: Efectivamente, hay ejemplos muy importantes  y demostrativos de que si aglutinas   tus objetivos, llámense clientes, pacientes, enemigos, creyentes, trabajadores, alumnos y materiales diversos, los rendimientos suelen dispararse a favor del aglomerador correspondiente.

Los patronos burgueses tienen muchas décadas controlando cada movimiento y pensamiento de sus asalariados a través de un sindicalismo que en poco favorece al obrero y sí en mucho a los capitalistas. Los grandes supermercados dan cuenta inmediata de la diseminada clientela de los ya obsoletos “abastos”, pulperías y demás  expendios de bajo giro comercial. Las clínicas hospitalarias alcanzan múltiples atenciones de pacientes con un mínimo de instrumentos e instalaciones, si las comparamos con las extintas consultas domiciliarias de aquellos médicos de maletín negro. Los centros de estudio,  escuelas, liceos y universidades aglutinan a bajo coste una gran cantidad de alumnos, a diferencia de aquella escuelitas parroquiales y de las clases individualizadas y domiciliarias.

Los buses y multibuses transportan cientos de pasajeros, e igual rige para los megaviones y ferrocarriles eléctricos y monorrielados. El tonelaje de las embarcaciones movidas por energía nuclear y la producción en gran escala de las modernas ensambladoras dan cuenta de cómo el aglutinamiento  de materiales, de funciones, de personas y su atención en conjunto son buenos ejemplos de que en la unión está la ganancia de quienes la practican. ¿Y qué decir de los políticos de elevada retórica demagógica y popuñlista?

En materia económica, la concentración y forzosa centralización de las ramas industriales, comerciales y bancarias, conocido como labores y empresas transnacionales, ha logrado integrar el conocimiento tecnocientífico de toda la humanidad, abstracción hecha de los rezagos indígenas y primitivos que por allí andan desperdigados  en Centro y Suramérica y que hoy están sirviendo de fructífera bandera ante el fracaso evidente que han tenido los demagogos de la democracia burguesa ante su evidente fracaso para resolverle desde arriba los problemas de la pobrería asalariada y lumpemproletaria.

De manera semejante, las religiones monoteístas concentran todas las feligresías y credulidad metafísica de las personas con alta propensión a su dependencia de entes abstractos, a tal punto de que, por ejemplo en América se sigue la religión cristiana con una devoción y una disciplina que ya deberían practicar los descendientes de Jesús, una personalidad religiosa  ajena a toda idiosincrasia nativa “americana” ya que sus pobladores precolombinos tenían sus propios ídolos.  El gran Imperio Político y Militar Romano  pudo haber aflojado su gran poder por el respeto que hizo de las religiones de sus colonias y fue a través de la cosmovisión monoteísta  cristiana como sus últimos emperadores cedieron en su paganismo y terminaron decayendo militarmente.

Otro ejemplo de cómo la unión permite control de masas en favor de los dueños del poder ora religioso, político o  económico, es el idioma. Mientras los pueblos se mantenían con idiomas, dialectos o lenguas tribuales, los efectos de confusión “babilónica” se hacían  presentes, y hoy por hoy el inglés, ayer el francés y más atrás el latín han sido el mecanismo comunicacional que ha permitido dominar e imponer las directrices clasistas de los quienes curiosamente han sabido combinar divisiones y uniones para seguir   adueñados individualmente de unos recursos económicos y de unas masas trabajadoras  religiosa, sindical,   educativa e  imperialistamente apelotonadas en fábricas, liceos, universidades, supermercados, aviones. ferrocarriles, calles, iglesias y organismos internacionales como la OEA, la ONU, el Vaticano y   demás centros imperiales de poder de pocos contra muchos.

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Manuel C. Martínez M.


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