La desambiguación del que hacer

Relativamente interesante esta locución cuyo contenido ostenta el semantismo sujeto-objeto de las cosas para un “sentido del sentido”, como lo expresaba Roberto Hernández Montoya en unos de sus ensayos; es por eso, que este artículo va orientado a la parte filosófica del conocimiento científico epistemológico, y no de la teoría del conocimiento en general como lo es la gnoseología, aunado a las controversias e ineptitudes de quienes pretenden ser eruditos de las teorías políticas, o peor aún, plagiadores de oficios e iletrados profesionales. Destilamos el zumo para encontrar la vestimenta del plagiador, ya que su palabra trae un ángulo del desaliñador politiquero, que pretendió falsificar o copiar algún elemento para su propio peculio, esto lo refiero, ya que es ineficiente e ineficaz mentalmente aquel ser que procure imitar los escritos de otra persona, sobre todo cuando se trate de un titulo principal del documento. Por otro lado, pudiera añadirse que tal presentación de debe a la casualidad natural de las cosas, pero entonces estaríamos hablando de la “desambiguación” de las palabras, ya que su carácter se basa en una filología accionaria, es decir, que es el cometido de desambiguar los vocablos; y desde una óptica cuyo verbo transitivo de aspecto lingüístico pudiera manifestarse como: “el efectuar las operaciones necesarias para que una palabra, frase o texto pierda su ambigüedad”. Este último extracto lo desmaquilla muy bien la Real Academia Española. Queridos lectores analíticos, las desambiguaciones se dan por naturalidad en las escrituras universales, esto debido a que colindan etimológicamente con otras, pero su definición son distintas; claro está, que algunas personas toman esta pequeña ambigüedad como un producto creado por él mismo, no sabiendo que tenia su precedente en otro, cuyo elemento no fue mundialmente conocido, allí llamaríamos una “casualidad natural”; de lo contrario a esto, si el individuo conoce de la existencia cuyo creador no lo exteriorizó pero hay documentos que así lo acredita, el que lo expone a expensas de otro se llamaría plagio, es decir, que la persona que se adula con un elemento de otro sin su respectiva autorización para ejercerlo sacándole provecho en todos sus aspectos, este seria un ser perverso y de pocas luz intelectual para discernir de las diferentes filosofías científicas universales. Es preocupante observar un “camarada” cuando escribe y coloca como titulo una frase cuyo origen perteneció a un camarada como lo fue VLADÍMIR ILICH ULIÁNOV (LENIN) en su tratado político ¿QUÉ HACER? Publicado en febrero de 1902, allí Lenin, demuestra proposiciones específicas sobre la estructura y la estrategia que debe seguir un partido revolucionario; cuestión ésta muy acertada para abordar dichas organizaciones partidistas. En otro orden, pudiera añadirse que LEÓN TOLSTÓI y NIKOLÁI CHERNYSHEVSKI lograron crear obras novelísticas sobre la praxis del que hacer para que las cosas fluyan en las convenciones sociales dentro de los sistemas políticos con un ordenamiento libre y deseable desde las comunidades sin gobierno, un poco al estilo del anarquismo, ya que desde allí se desprendía su esencia. Es por ello que no se debe expresar en escritos, palabras que fueron exhibidas y creadas por anteriores pensadores filosóficos, como si fueran ahora los creadores de ellas; muy mal lo demuestra el hombre de los filamentos blancos en preguntarse ¿QUÉ HACER?, pues explico que esa palabra contiene una desambiguación lingüística o, quizás él mismo ha plagiado el título con que le dio manifiesto LENIN en su tratado político, cuyo esfuerzo fue considerado un emblema ideológico para los bolcheviques mientras mantenían el CORAZÓN fuerte como el del LEÓN.


Estudiante de Estudios Jurídicos de la UBV

carlosg2021@yahoo.com


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Carlos Gutierrez


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