¿Hay una sola oposición? ¿Es que hay un solo son, “La salida” y por eso “Hasta el final”. Recordando a PDVSA y CAP

Gerardo Blyde, es un hombre a quien hasta ahora he creído serio y un tanto equilibrado, lo que significa algo así como hablar de un ejemplar extraño al universo donde se mueve y ejerce; si no diferente a la dirigencia en sus propósitos, por lo menos en el manejo de la diplomacia de la misma, pese a que en muchos casos, hasta a él mismo lo dejen entendiendo y con los papeles en las manos. Y esto sucede, porque esa oposición, hasta ahora, carece de la libertad necesaria para definir políticas y actuar posteriormente con coherencia ante lo planificado. Y lo que es peor, parece atada al viejo libreto, al de los tiempos de Trump, pues parece no puede o quiere, entender las señas que, desde la cueva le envían mensajeros en nombre del manager.

Esa oposición, pese las muestras más recientes revelan que, desde la Casa Blanca, han optado por cambiar de estrategia, como lo muestran los mensajes de Juan González y Daniel Erikson, no capta nada nuevo o se resiste a cambiar e insiste en lo mismo de antes, ahora bajo la consigna "hasta el final", que no es sino volver a "La salida". Pero, acompañada ahora, con otra idea extremista, extrañamente repetida por Gerardo Blyde, según la cual, "aquí sólo hay una oposición", pues según ellos, las otras no sólo que no existen como tales, sino se trata de aliados del gobierno. Para él y para ellos, basta que ese universo no comparta sus prácticas, envueltas en las consignas "La salida" y ahora "Hasta el final" y demasiado rigurosos en asumir órdenes desde EEUU, para que sea merecedor de la calificación de "aliado del gobierno". Tal extremismo y hasta tremendismo es insuperable. Eso sólo lo hallo, en los izquierdistas de los sesenta que asumieron la lucha armada y para quienes no había otra "salida". No asumirla era jugar el rol de "agente del imperialismo".

Si bien, es por demás obvio que, sus diferencias con el gobierno nacional son abismales, como si ellos y éstos formasen parte de países diferentes en todo, también lo son con el otro enorme universo opositor existente en Venezuela; que sí existe, tanto que ningún esfuerzo cuesta demostrarlo.

Es un discurso muy infantil, falto de densidad y seriedad, aquel destinado o dirigido a una multitud que es viviente y forma parte de todo el universo venezolano y por eso integrante de las distintas parcelas existentes, hasta la descomunalmente grande que, a causa del divisionismo, se mantiene en actitud favorable al abstencionismo, según el cual aquí hay una sola oposición, todo lo demás es gobiernero.

Pero además de poca densidad, es por demás extremista, dado que pretende ignorar la realidad venezolana y desconocer el aporte que todos los factores opuestos al gobierno podrían dar, no sólo cuantitativamente para sumar la mayor cantidad de votos posibles, sino también las ideas, programas y necesidades de la multitud que estos factores pudieran reflejar. Pues recomponer a Venezuela, demanda una sustancial unidad para enfrentar los retos por venir.

Y ese gesto, de ignorar a esa oposición, no resulta de un estado de ánimo, de un momento de incomodidad, sino de una concepción clasista muy acendrada que se asocia a los intereses y demandas del gran capital.

Pasa por alto que, por decisión y hasta definición misma frente al resto del universo, la revela contraria a las necesidades de unir al mayor número de voluntades y votos para ganar con un programa que recoja lo mejor, anhelos, no sólo de la mayoría, sino de diferentes visiones del universo venezolano.

Pero para esta oposición, la de "Hasta el final", no hay otra, solo existe ella y espera como inocentemente que, las miles y hasta millones de personas que están dentro del otro universo opositor, se le unan, por su sola voluntad y reconocimiento de lo superlativo de su significado y existencia.

Esta oposición, ha decidido imponer la falsa idea, nada difícil de desmontar, que ella es la única que existe, la otra es una simple comparsa del gobierno, con lo que intenta descalificar a quienes, si fuese inteligente, pudiese unirse o atraerla, como les guste decirlo, para llegar a acuerdos sustanciales, vitales, para lograr un cambio, dado que toda aquella no estaría en disposición de aceptar no sólo su candidatura, así no más, de sopetón y por la fuerza del orgullo clasista, tampoco su programa de acción y el carácter de sus relaciones con el gran capital, lo que no es otra cosa distinta que abrir o escarranchar nuestras puertas para que este entre a sus anchas y haga a su libre albedrío, sin control alguno, en lo que sea menester, particularmente en el área de los hidrocarburos.

Y como ella, soberbia, decidida a prestar su alma a cambio sólo de beneficios que privilegien su casta, no está dispuesta a hacerle concesiones a la chusma opositora colectivamente exigente, entonces hay que vender la idea que no hay oposición distinta a ella, los demás son gobierneros, hasta el Partido Comunista de Venezuela, el cual por malos manejos diplomáticos y políticos, no sólo es un opuesto por motivos fundamentales, como el salarial, sino también por los insulsos enfrentamientos habidos por asuntos como la tarjeta y la representación misma. Del mismo modo, tampoco son opositores los numerosos grupos e individualidades antes partidarias del gobierno y ahora distanciadas por distintos motivos. Como tampoco la inmensa cifra de votantes antes entusiasmados por Chávez y ahora descontentos.

Nada de eso existe en el campo opositor, según la visión de los del "Hasta el final y La salida"; solo son ellos en un frente y en el otro el gobierno, el restante espacio que es inmenso, está vacío. Es más, ni siquiera como espacio existe, pues allí sólo ven un barranco.

En un momento, cuando emerge Chávez, y este se convierte desde el poder en vocero de un plan o programa ensimismado, según el cual, nuestros recursos petroleros, allá en el fondo de la tierra, nos dan la facultad y el derecho de desafiar al universo y poder capitalista occidental y darle una vuelta al mundo, lo que muchos creímos de verdad y hasta aplaudimos de manera abrumadora, al mismo tiempo emergió o mejor tomó mucha fuerza, más por el temor despertado que por otra cosa, una opción distinta a lo de dejar todo como había estado, entre quienes hasta ese momento habían manejado y hasta gozado todo aquello en sus excelentes relaciones con Estados Unidos, pese de vez en cuando, habían sus naturales desavenencias.

Es decir, a la socialdemocracia, heredera del puntofijismo, se le apareció un competidor que antes se había conformado compartir el poder con ella, mientras gozaba de todos los beneficios económicos, la versión política de la Venezuela más conservadora y de la extrema derecha.

Esta nueva asociación que nace desde el 2000, tomando esto como referencia aproximada, de factores clasistas que habían hasta ese momento jugado un rol secundario y hasta poco significativo en la política, no en la economía, en la que siempre han estado en primer plano, aprovechándose de lo mejor, pero en un plano político en veces discreto, pues la socialdemocracia compuesta por representaciones de factores de clase media, intelectuales y una abundante representación de los trabajadores, que en buena medida ponían en la balanza sus concepciones en el manejo del Estado y la economía, además de sus intereses salariales y con el agregado del amplio movimiento estudiantil, ejercían el mayor peso en el manejo de la política, encuentra el momento y espacio para tomar cierto liderazgo.

Y esto se logra a partir de las huelgas, guarimbas y todo aquel movimiento desatado en 1999. Comienza con una huelga de empresarios que cierran los portones de sus empresas y luego se le suma la meritocracia petrolera, aquella que había logrado desde Pdvsa que el Estado, bajo el control de la socialdemocracia, les dejase hacer a sus anchas y en correspondencia con los intereses del gran capital gringo, nacional y dentro de este, el engendrado dentro de la misma meritocracia. Hasta la alta jerarquía militar que dirigía a los cuerpos militares, siendo Chávez presidente, se les asocia para terminar dando un golpe que no resistió ni 48 horas la reacción popular emergida hasta dentro del ejército mismo.

Quiero resaltar y hasta recordar un hecho curioso de la Venezuela de los tiempos de CAP y de cómo esa meritocracia petrolera había logrado el control de la empresa y a esta manejaba en favor del capital externo, como violar las cuotas de la OPEP para mantener los precios del hidrocarburo en favor de los grandes consumidores como Estados Unidos. Un domingo, en aquel programa dominical de José Vicente Rangel, llamado "José Vicente hoy", antes que Chávez se alzase, el muy visto y escuchado periodista, dio la siguiente información, palabras más o menos, "ahora mismo, con pocos minutos de diferencia, por el aeropuerto de Maiquetía, por pistas diferentes, uno tras otros, han salido dos vuelos. Uno de ellos, un avión de una empresa privada norteamericana, dedicada exclusivamente al transporte común de pasajeros, en el cual, entre tantos viajeros, se cuenta a Carlos Andrés Pérez, presidente de la República y una pequeña comitiva que se desplazan a Estados Unidos".

José Vicente entonces mencionó el nombre de la línea aérea privada que transportaba al presidente y sus pocos acompañantes, pero además hizo mención a las razones del viaje. Uno de carácter estrictamente oficial que llevaba al presidente al cumplimiento de una gestión del Estado.

"En el otro avión, continuó José Vicente, propiedad de PDVSA, viajan el presidente de esta, altos gerentes de la misma empresa y miembros de la familia de estos, todos ellos con el fin de hacer las acostumbradas compras navideñas en el país del norte".

Esto lo reveló el conocido periodista para mostrar hasta qué grado, la alta meritocracia petrolera, se había apropiado de una empresa que era del Estado, como representante de los venezolanos todos. Y como su gerencia se exhibía por encima del presidente de la República.

Esta historia, no es nada ajena a lo que ahora el bando opositor, que se autocalifica como la única oposición, aspira. Llegar al poder, sin estar en la obligación de compartirlo con nadie, hacer lo mismo que ellos dicen que Maduro hace, sólo que lo harían con placer y con los mismos fines. Pero tampoco se percatan que, aparte de no sumar para la idea que exhiben como fundamental y única, cambiar de gobierno, si lo hacen para generar de antemano, un enorme universo opositor contra ellos, en el supuesto caso que llegasen al poder, que haría que el control que ahora Maduro y los suyos tienen en la AN, seguiría intacto, pese cambien los rostros y las siglas partidistas.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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