La guerra y la paz

El capitalismo es un contexto de guerra. Una sociedad desigual e injusta  genera entre los individuos tensiones en la lucha por la inclusión social, pero entre clases sociales crea un ambiente para verdaderas guerras, huelgas y protestas, marchas; los campesinos ignorados cierran caminos para ser escuchados,  igual lo  hacen los maestros, los viejos pensionados. Hablar de paz en una sociedad desigual donde se cometen toda clase de injusticias es poner por encima de las tensiones sociales, de la realidad, un significante que no significa nada, un concepto sin sentido.

Cuando te botan de un empleo y no te cancelan tus prestaciones sociales te están atacando con violencia, están violando tus derechos.  Cuando el Estado no te garantiza los derechos establecidos en la constitución violenta tu paz. La paz no puede estar por encima de tus derechos ciudadanos y humanos. Cuando el capitalismo esquilma el producto de tu trabajo explotando tus capacidades y necesidades, cuando te roban tiempo libre, salud, desarrollo intelectual y físico, el capitalismo ejerce violencia sobre ti, no puedes pensar en paz porque tu vida es una lucha constante por resistir los embates, que ejercen sobre ti los que más tienen y pueden, ¡tú, que no tienes ni puedes! Sin igualdad y sin justicia nunca habrá paz.

Por más que algunos escalen peldaños en la escala de la sociedad capitalista siempre lo harán sobre la miseria de otros,  por uno  que triunfa cien empobrecen. Para que una familia pueda disfrutar todos los días de aire acondicionado y agua caliente en su casa, selvas  enteras tienen que desaparecer, muchos pobres morir  de hambre y necesidades en el planeta, es imposible sostener una sociedad planetaria de ricos y famosos, ¡eso no  existe, no puede ser un ideal! La única manera de tener paz es peleando por ella, racionalizando el consumo y la producción capitalistas,  igualando la sociedad sobre las necesidades y capacidades, y sobre esa igualdad practicar justicia,  aplicar leyes justas para  todos de igual manera.

El discurso de la paz pero que a la vez sostienen un estado de injusticias y de desigualdades es un engaño, es hipocresía y manipulación mediante una noción huera, sin correspondencia con sus verdaderas intenciones y con el estado de injusticias alimentadas con disimulo y en secreto.

El cuento del magnicidio, y las elecciones que se avecinan.

La detención en Barinas del líder sindical Víctor Venegas acusado por la fiscalía de ser el jefe de un complot para matar al  presidente cumple con una doble función: amedrentar a la gente que protesta por reivindicaciones laborales y desviar la atención de las elecciones presidenciales de este año, que el gobierno quisiera postergar el mayor tiempo posible, hasta que les sean favorable, es decir, si  es posible,  indefinidamente. Sin embargo  Maduro habla de Paz, es decir, quiere paz para poder ejercer como jefe de este pésimo gobierno disponiendo del país  a su antojo, en beneficio de un grupito de lampreas (como el choro El Aissami), aprovechadores y vividores del poder. Esto es lo que esconde el discurso que aboga por la paz, este es el verdadero significado de la palabra, que los dejen gobernar “en paz”, que los dejen sostener este estado  de injusticias “en paz”, sin protestas, sin conflictos sociales, que nos dejemos joder y explotar “en paz”; la paz de los bobos, la paz para los bobos, la paz boba de los que no luchan, de los medrosos, sin temple, que no saben o no quieren pelear… la paz de los muertos.

La lógica del capital es también la lógica de la guerra moderna, hacer  daño en nombre de la paz. Es una manipulación perversa publicar una fotografía de un niño judío abrazado  a otro palestino, cuando hay una guerra de resistencia palestina y otra de colonización sionista israelí. Lo que vale para condenar la guerra y develar la hipocresía sobre la paz fuera de Venezuela vale para condenar  el  discurso de la paz  dentro de Venezuela y develar  la guerra social que esconde, de ricos en contra de los más débiles y pobres. Esa es la lógica del capital, robar a diario el producto del trabajo humano y la explotación de la  naturaleza, joder a los débiles llevando el estandarte de la paz, la calma social en la dictadura de la chatarra democrática de los países capitalistas, disimulando la guerra social, la guerra sin cuartel que libran los grandes propietarios sobre los expropiados, sobre los que no tienen literalmente nada, ni riquezas materiales, ni libertad, salud, conocimiento, nada de nada, esclavos de un orden social infame. Ese orden viejo y decadente, del cual no se puede escapar Maduro creando misiones desechables y maquillando la traición al socialismo con palabras, es por lo que ahora él apuesta, llamando nuevo lo que es muy viejo y no sirve para sostener la paz, en algún momento estalla la bomba de tiempo.

En el centro del problema está no hablar con la verdad. Esta sociedad de iniquidades se construye sobre la mentira, el  chantaje, el engaño. El hombre Chávez quiso hacer lo correcto develando la hipocresía capitalista, su mentira que infecta todo y a todos, su lógica. Hoy somos víctimas de esa forma de autoengaño, de engaños y mentiras. Usándolo como  modelo hay que volver al plan de la patria original, retomar al camino a la revolución socialista; sin su ejemplo moral todo estará perdido en el fango de las elecciones. Súper Bigote es solo un muñeco, no existe, es la representación de la falta de seriedad de un grupo de traidores, y María Corina es la venganza definitiva sobre la memoria de Chávez, sobre el  socialismo, y sobre todos los que seguimos creyendo en él.

¡Volvamos a Chávez, al socialismo en contra de la lógica del capital!, 

¡Vivamos lo más cerca posible de la verdad!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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