El desvío del capital público a los bolsillos de la empresa privada, ¿por qué?

¿Qué fue lo que motivó al gobierno de Maduro a vender la revolución? ¿A cambio de qué se entregó la revolución en el año 2013? La primera excusa fue la paz. Otra excusa, la ineficiencia. Otra excusa fue superar el rentismo del petróleo y diversificar la economía. Otra excusa, desarrollar las fuerzas productivas. Dicho así parecen razones legítimas y muy nobles, hasta que comenzaron a aplicar sus medidas para alcanzar estas metas reparadoras, es decir, hasta que, para cumplirlas, se aliaron con el  enemigo, con los capitalistas.

¿Por qué excusas?, porque las razones verdaderas apuntaban a cometer traición a la revolución, y más atrás, a la cochina y vulgar envidia. La alianza con la empresa privada fue más bien complicidad con sus empresarios, los mismos de siempre, para esquilmar la renta petrolera, la cual hasta entonces la había usado Chávez para los programas sociales y pagar la deuda social. Quienes traicionaron a Chávez, siendo parte de su gobierno, lo adularon, lo temieron pero nunca lo quisieron ni creyeron en él, sólo vieron en él una oportunidad personal de trepar socialmente desde el poder político, la oportunidad de hacerse ricos e importantes (Maduro, Cilia,  los hermanos Rodríguez, son los montañistas más destacados). Pero antes de la felonía hubo que acabar con algunos ministros leales  a Chávez y enemigos personales; fue el caso de Rafael Ramírez,  Héctor Navarro, Giordani, y otros… Muere Chávez y ese mismo año cambia el gobierno a un equipo de tecnócratas, unos recomendados por Ignacio Ramonet, otros solapados esperando su oportunidad como funesto Juan Carlos Loyo, más el señor Miguel Pérez Abad de Fedeindustrias, que ocupó varios cargos en la economía.

La consecuencia directa de esta cobardía fue la quiebra del Estado y su deterioro por falta de mantenimiento e inversión hacia sus instituciones y empresas: el sistema eléctrico nacional; el plan ferroviario; el  sistema de acueductos y agua potable; la privatización de las empresas socialistas y los fundos zamoranos; PDVSA y las empresas de Guayana; el abandono del sistema de educación, salud pública y de las instituciones de investigación científica; el metro de Caracas y el tren de los valles del Tuy. Todos estos servicios e instituciones fueron paralizados por falta de inversión y mantenimiento porque el dinero  dispuesto para sostenerlos en el tiempo lo desvió Maduro a lo que llamó “el desarrollo de las fuerzas productivas”, en su caso, de las “fuerza productivas capitalistas”, se los dio a empresas privadas, a empresas de maletín y se lo cogieron los burócratas. La idea fue quebrar el Estado en favor de la empresa privada,  del interés “privado”, privatizar el país; disponer del capitalismo desde el poder, y participar ellos mismos de la rebatiña neoliberal: fundar una “burguesía revolucionaria”.

Sin embargo, la institución más afectada por todas estas medidas fue la Constitución Bolivariana y las leyes chavistas más emblemáticas: la ley de hidrocarburos, la ley del trabajo, la del ambiente

La Constitución Bolivariana sigue siendo el gran obstáculo para privatizar el país.

Maduro fue capaz de frenar los planes socialistas de desarrollo. Las ZEDES socialistas (zonas especiales de desarrollo sustentables) fueron sustituidas por las ZEE (zonas económicas especiales), mediante un decreto ley, las cuales son zonas francas para el despliegue de un capitalismo neoliberal: las “maquilas” de Maduro y las playas y pueblos privados.

Para darle legalidad a ese plan neoliberal era necesario cambiar la Constitución y saltarse algunas leyes importantes, petróleo, trabajo y ambiente. Primero se intentó darle legalidad a estos planes, falsificando el Plan de la Patria 2013-2021 – el programa de gobierno diseñado por Chávez – convirtiéndolo luego en ley para que sus adulteraciones obligaran. Luego, viendo la desconfianza de los llamados inversionistas, se inventaron una constituyente y las “leyes constituyentes” de Herman Escarrá; de ahí nació la Ley de promoción y estímulo de las inversiones extranjeras. Más adelante, aprovechando la excusa del bloqueo económico, y no atreviéndose  a cambiar la Constitución terminaron torciéndola, decretando la ley antibloqueo, para desaplicar las leyes y actuar a espaldas de la asamblea nacional y del país, en secreto, hacer negocios de forma confidencial, y luego la Ley ORGÁNICA de Zonas Económicas Especiales.   

Hoy se viola la Constitución todos los días. Todas estas leyes violan la Constitución. Cada día en los cuales se adelantan sus planes neoliberales violan la Constitución. Cuando  privatizan las playas, violan la Constitución; cuando congelan y reducen los sueldos, la violan; cuando no cancelan las prestaciones sociales, violan la Constitución;  cuando devastan la naturaleza y restituyen las empresas que lo hacen botadas por Chávez, están violando la Constitución; cuando exoneran a los “inversionistas” del pago de impuestos y se los cargan al pueblo mediante el  IVA, violan la Constitución; cuando privatizan PDVSA, violan la Constitución; cuando ponen preso a trabajadores y sentencian a muerte a jóvenes en los barrios sin juicios, sin sentencias y sin derecho a la defensa, están violando la Constitución.

El equipo de Maduro perdió el pudor, el miedo; ahora se siente apoyado por el capitalismo y los capitalistas, enseñoreados frente a la gente común, a los trabajadores chavistas, a los más pobres desamparados gracias a este desgobierno de sindicaleros. El chavismo está atrapado entre las falsas elecciones capitalistas y la indiferencia, la depresión colectiva. Con la muerte de Chávez y la traición del madurato nos fuimos al abismo de nuevo, como Sísifo y su fardo. Habrá que comenzar de nuevo a cargar la piedra  de nuestra liberación.

¡SEÑORES, HAY QUE VOLVER A CHÁVEZ!, ¡CHÁVEZ VIVE EN EL PLAN DELA PATRIA!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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