El silencio de Amaranta, después de más de mil llamadas de atención

Desencanto, lo llama ella. Es como pedir ayuda desde otra dimensión de la realidad. Comparto ese sentimiento  con ella. Alguien por ahí se queja de nosotros porque “somos aburridos”, y uno se ríe con tristeza ¿¡aburridos!, porque uno grita y grita y nadie escucha?... Sin embargo no son esos los que tienen que escuchar nuestros gritos, son otros. Son los que sí entienden y callan. La indiferencia parece ser el cáncer  moderno.

Uno habló en otro momento de “fatalismo”, sin embargo,  el fatalismo supone algún tipo de consciencia, de reflexión, pero este silencio frente al desastre es más bien un abandono inconsciente, negación, la apatía del cuerpo que deja de bracear frente a la fuerza del mar, y se ahoga. Vivimos en una sociedad  con muchos ahogados vivos,  muertos vivos como los llama Amaranta.

Están los adormilados, no entienden, se distraen con sus emociones. Y hay los que sí entienden, pero callan y se duermen, los “negadores” que dejan que sus inclinaciones al peor de los vicios, el tedio, se los lleve, los lleve de la mano al último sueño, al sueño del ahogado,  – “Cuando vayan por ti ¿a quién vas a llamar? … Esa es la pregunta que te debes hacer, zombi que alguna vez fuiste revolucionario y ahora callas”.

Entiendo al alcohólico cirroso, que calla porque sabe que va a morir inexorablemente, quizás pensando en lo bien ganado su destino,  sin arrepentimientos. Solo que, envenenado su cuerpo, no puede hablar y gritarlo para que todo el mundo se entere de su elección, de que su final fue su propia decisión, un acto puro de libertad, su propio y particular “suicidio lógico”, como  el de aquel joven Kirilov que inventó Dostoievski. Pero,  estos callan ablandados por  sus inclinaciones que en algún momento envenenaron sus almas, a un espíritu  descoyuntado, difícil de mantenerse en pie como un  títere sin su titiritero… ¡Eso es lo que hay!

A mi manera de ver, la irrupción de Chávez en la política y en la historia reciente del país cada día cobra más importancia, frente a este panorama de revolucionarios flojos de espíritu y de voluntad, que hacen silencio frente a muchas injusticias, no a una. Hoy Chávez resulta mucho  más grande que hace 10 años, cuando murió seguramente asesinado por sus enemigos y traidores, felones, cómplices, alacranes, bichos que lo acompañaron y, como lampreas, se alimentaron de él. Es por hombres como Chávez que todavía grito, por esa herencia, que es humana, no nada más venezolana… Chávez, otro Prometeo más, sacrificado por “esclavos”, por los “Hermes” de Maduro, del Imperio, cobardes carceleros, obedientes carceleros, fieles carceleros. Frente al  silencio de los zombis cobardes, Chávez truena como un Titán.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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