Reformismo oportunismo

El reformismo es un deseo de felicidad que muere en el camino, y una oportunidad para muchos de ascenso social. Hay quienes afirman que llamar reformistas a los reformistas es una descalificación de "otros caminos", distintos a la violencia, para llegar al socialismo; que es un concepto acomodaticio y vago para anular a todo aquel que no es un socialista "radical". Pero, el reformismo define, literalmente, al uso de reformas al capitalismo para alcanzar el socialismo (diría Che, "con las armas melladas del capitalismo"), otros caminos, veredas, terceras vías, esquivando la confrontación directa con el capitalismo (no referimos a aquellas "reformas" que colocan la paz por encima de la revolución), o que hablan de "democracia social" o "capitalismo social" o inclusive de la "función social" del empresario, mil formas de hablar de lo mismo, o sea, de capitalismo. En rigor son maneras de lavarle la cara al capitalismo, como eso de hablar de "capitalismo amoroso" o de "burguesía revolucionaria", que son las fórmulas patentadas por el gobierno de Maduro para ponerle nombre a su propio "reformismo".

No obstante, en términos prácticos el reformismo, sea cual sea el alias con el cual se lo llame, representa los intereses del capital, con el cual no pueden competir los trabajadores, o la clase trabajadora siguiendo sus reglas, sus leyes, respetando el orden social que necesita el sistema para funcionar.

Desde los tiempos de Marx, de Rosa Luxemburgo, el reformismo es equivalente a oportunismo. Cuando hablamos de reformistas nos referimos a una clase de oportunistas que desean ascender socialmente en la pirámide del capitalismo. Ni siquiera pensamos en teorías de cambios a la sociedad burguesa capitalista a través de reformas, o acumulación de reivindicaciones sociales, pensamos en una clase que, bajo esa excusa, pretende ascender en la sociedad capitalista; adecos y copeyanos y sus derivados, izquierdistas variopintos, y ahora los maduristas, otra síntesis de la "izquierda democrática", o sea, democrática burguesa.

Chávez llega al poder de manera pacífica. Aun siendo a través de unas elecciones, su gobierno evoluciona hacia la radicalización de la revolución vistas al socialismo, en un proceso político intelectual de afinar las ideas y con cambios políticos visibles, cambios socialista y revolucionarios, quizás lleno de trabas y problemas, pero necesarios para sostener el impulso que demandaba esos cambios y su gradual ajustes, y el impulso del mismo comandante.

Esa ascensión al poder tan pacífica, al tiempo se hizo tensa. ¿Por qué?, por los riesgos que se corren cuando tus ideas no gustan a la porción más conservadora y privilegiada de la sociedad, cuando se intenta cambiar el orden institucional, social, político y económico, siempre habrá una reacción, la reacción de ricos, de los aspirantes a ser ricos, y de todos los que no desean cambios en el orden establecido (la iglesia, las academias, sectores militares, por ejemplo),una revolución siempre será violenta, la paz en una verdadera revolución es una quimera. Esa resistencia fue tan violenta que hubo un golpe de Estado, un paro empresarial, y una serie de conspiraciones que, sin embargo, mientras Chávez estaba vivo no impidieron su avance, no pudieron frenar la tracción de la marcha del comandante hacia radicalizar más la revolución. Frente a un Chávez decidido tuvieron que matarlo, para poder detener su impulso político e intelectual revolucionario. Lo asesinan y detrás estaban los reformistas, "prevenidos", que se dejaron ponchar, y más allá, la otra derecha al acecho, conspirando, amedrentando, acelerando con maña la restauración del pasado.

Después de Chávez, no fue necesario mucho esfuerzo, mucha violencia por parte de los conspiradores, ni mucho los gastos de Washington para financiar la reacción y frenar el impulso de la revolución chavista, los reformistas se encargaron de abrirles las puertas de acceso a nuestra economía colocando sus cuadros dentro del gobierno, desmovilizando a la masa chavista, y dándoles el dinero necesario para financiar a los conspiradores en forma de "créditos", de apoyo a las "fuerzas productivas", cuyo robo luego se convertiría en "capitales legítimos" que hubo que "repatriar" ofreciendo ventajas; los pícaros ladrones se despacharon y se dieron los vueltos.

Del resto de esta historia no vamos a insistir, ya hemos hablado bastante, junto a muchos que la comparten, de su resultado y del orden cronológico de cómo se han dado los hechos, políticos y económicos; del orden de cómo se han sucedido las mentiras, las trampas y la entrega de nuestra economía y la revolución. Este escrito tiene como objetivo establecer que el reformismo – el mismo que tanto denunció Chávez y del que tanto nos previno en sus locuciones – no era desconocido por él con el mismo signo de "arribismo y oportunismo" político, el cual señalaba a muchos de sus colaboradores, y que a pesar eso, nadie discute dentro de las escuelas políticas o ideológicas ese fenómeno histórico de cara a la acción de este gobierno. Hasta el mismo Maduro, manipulando la ignorancia y aprovechando su posición política (como buen oportunista), se ha atrevido acusar de "reformistas" a sus contrarios dentro de la izquierda, aprovechándose de esta falla ideológica y política, de este descuido en la formación política.

Sin embargo, "reformismo" es lo que mejor define, desde la óptica marxista, la conducta política de Maduro y el madurismo, a estos oportunistas y arribistas brotados del cansancio de los intentos fallidos de revolución, desde los adecos, pasando por comunistas y sus derivados, hasta llegar al "madurismo", que no es otra cosa que un chavismo que se cansó, un distintivo que debe vindicar, de alguna manera, el ego de Maduro, frente a la importancia histórica e inteligencia del comandante Chávez, que se lo ha "llevado por los cachos", hasta hoy. A veces la envidia y los celos resultan razones más poderosas, más naturales, para explicar la realidad, que muchos métodos científicos pretenciosos, de origen metafísico, que sólo rozan su superficie.

¡Cuidado con los reformistas!, decía Chávez, y los reformistas traicionaron, como siempre, la revolución.

¡VIVA CHÁVEZ!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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