Crítica ácida

Bilis y votos

Diez y seis semanas (16), nos separan de las megaelecciones del 21 de noviembre, que prepara Venezuela con valentía y absoluta intención de guardar la democracia auténtica, la que ejemplifica en el mundo el respeto por el voto directo universal y secreto, clave de la convivencia a la que pro imperialistas han querido demoler. Todo indica y nuestros cuerpos de inteligencia lo saben hace tiempo, que únicamente desatando acciones militares fronterizas mediante casus bellis, fake news, falso positivo o lo que hayan planificado los asesinos de la paz mundial, evitarán la convocatoria.

No han podido destruir la actitud prístina del estado venezolano, ni siquiera apelando a intentos de magnicidio o diseminar por el mundo la matriz de una dictadura inexistente, incapaces de convencer desatan la ira peligrosa en la ultra derecha genocida e irritada, ejercen presión inusitada y mal disimulada en argumentaciones internacionales cada vez más gastadas, llenas de contagios irracionales, no aprobados por la humanidad ferviente y pendiente de la antiviolencia. Atravesamos la pandemia y los conflictos ocasionados por medidas que pervierten la democracia a la que dicen defender y la ofenden. Nadie le cree al capitalismo atolondrado.

El diálogo que se espera en México es saboteado por portavoces del ridiculómetro bajo cobertura noticiosa a guaidotistas vidiotizados declarantes, contrarios a los que prefieren sumarse a la línea de aspirantes a gobernadores, alcaldes, concejales y diputados a las asambleas legislativas estatales, hombres y féminas. Lo que le es difícil a la oposición es cuadrarse en parejas, porque no encuentran como igualar la paridad de género guardada en las primarias del Psuv en la cita del ocho de agosto. Por donde sea se les ve a los opositores una costura deficitaria al juzgar su asistencia o no a la contienda, luego de mafiosas actitudes anteriores con adulancia al imperio y loas a la violencia.

La diplomacia venezolana blande su verdad de los hechos, y los revela ayudada por análisis comparativos de respuesta excesivamente blandengue a la que debería tener esa no pacífica campaña de guarimbas y odio expresivo, que nos dejó secuela de muertos y heridos, algunos de ellos de por vida. Con el paso de los días, semanas, meses y años, los partidarios de Trump, ahora cuestionados por Biden que los apaña con un ojo abierto y otro cerrado, comprenden que la oposición fue perjudicada por el latrocinio politiquero en que moran aliados a la delincuencia, a cada paso alejados de la realidad.

El reto es sumamente difícil para el oficialismo, mientras esos mismos personajes entregados al extranjero y comprometidos con dejar atrás la soberanía, acabar con la constitución de 1999 no ocultan su afán de cumplir parámetros similares a los de la violencia policial y militar colombiana, unida a los narcos, en inmoral ambiente de preguerra civil. La producción alimentaria, el problema del gas y gasolina que nos roban, los desatinos de oportunistas no revolucionarios fingiendo serlo, la escasez de medidas que sean de agrado inmediato para combatir la inflación, y las falencias de la vida diaria, han acelerado el derrame de bilis a quienes están conscientes que por los votos se les aleja el triunfo. Palpable realidad.

Entre los motores oficiales de avance como país potencia, las y los venezolanos contamos con misión vivienda, que merece futuro capítulo aparte en estas opiniones, en un país socialista de nuestras condiciones que convoca emprendedores privados a iniciativas compartidas en beneficio social, abandonando aquellas administraciones al servicio del todopoderoso capital estadounidense y global. Somos y seremos modelo bolivariano, antiimperialista, independiente y soberano, que van a desear poblaciones del mundo en desarrollo. Nos atacan, nos dividen y contratan nuevos títeres como los gobernantes de 1959 a 1999.



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Luis Sánchez Ibarra


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