La paz, la única opción

Desde hace siglos los seres humanos le han rendido culto a la guerra y quizás por esto en casi todas las civilizaciones antiguas existieron dioses de la guerra y no de la paz. La historia registra nombres de diversas deidades ante las cuales se le prosternaban como forma de adoración. Puedo nombrar a Aries el dios de la guerra en la mitología griega, Marte en la romana, Thor y Odín en la nórdica y germana, Montu en la egipcia, Huitzilopochtli en la mexicana, Ek-Chuah el de los mayas, entre tantos dioses conocidos en diversas culturas antiguas a los cuales se les entregaban ofrendas. Quiere decir que el afán destructor entre los seres humanos es algo atávico y pareciera que en la actualidad, en pleno siglo XXI no hemos logrado superarlo.

En el caso de las vetustas civilizaciones, explica la mitología, como en el caso de la griega, los dioses participaban activamente favoreciendo a uno u otro. Por ejemplo, Hera, Atenea, Poseidón y Hermes apoyaban a los griegos, contrariamente, Afrodita, Ares y Apolo respaldaron a los troyanos. Actualmente, en las guerras no participan las deidades sino hombres de carne y hueso, quienes dejan sobre el asfalto y los campos de batallas ríos de sangre, carnes putrefactas y huesos que convierten las ciudades destruidas en un paisaje desolador. Pasado tantos años es fácil darse cuenta que las guerras no resuelven los conflictos, en el peor de los casos los agrava.

Modernamente no son las religiones las que le hacen encomio a las guerras, ahora el capitalismo tiene un medio para hacer una apologética de las conflagraciones entre los pueblos, este se llama Hollywood. Esta corporación cinematográfica, a través de sus películas, inventa íconos para calificar de buenos y de héroes a los soldados estadounidenses y de malos, a todo aquel que en su filmografía se enfrente a los designios del gran imperio. Es muy difícil que en un film hollywoodense los norteamericanos pierdan una guerra, a pesar que en la realidad muchas son en las que han fracasado. Existe una canasta donde los directores y productores de cine hollywoodense introducen en sus cintas a los malos y cobardes, en esta incluyen a los alemanes, a los rusos, a los japoneses, a los iraníes, a los iraquíes, a los cubanos, a los mexicanos, a los chinos, a los bielorrusos, a los árabes en general, y todo aquel soldado que luche contra la hegemonía del dólar. En todo caso, EEUU no tiene dioses que ofrecer a la humanidad, pero tiene los superhéroes inventados por Hollywood que cumplen el mismo rol de las deidades antiguas.

Ciertamente la guerra es buena para muy pocos, solo beneficia a los dueños de las criminales corporaciones fabricantes de armas, los necrófilos, que aumentan sus cuentas bancarias de conformidad con la cantidad de muertos y ciudades destruidas. Por el contrario, la guerra es mala para los pueblos, las verdaderas víctimas de los conflictos armados, son los que ponen los difuntos para que los capitalistas se hagan más ricos. Lamentablemente, de las guerras no se puede hablar de logros sino de muertos y destrucción, este el único legado de la barbarie. Las guerras nunca podrán terminar mientras:

Existan países vendedores y compradores de armas.

Los científicos utilicen sus cerebros y modernos centros científicos para inventar armas criminales.

Que en el planeta vivan pocos que poseen mucho y muchos que poseen casi nada.

El racismo tenga presencia en la Tierra.

Que las miserables corporaciones económicas y financieras deseen apoderarse de todos los recursos existentes en el globo terráqueo.

Que las cicateras corporaciones económicas, industriales y financieras contaminen el planeta.

Que algún país desarrollado actúe como un imperio y se empeñe en apropiarse de los bienes de las demás naciones.

Que existan líderes que piensen y actúen en función del unilateralismo.

Que el mundo desatienda los grandes problemas de los seres humanos, como es el hambre, la falta de salud, de vivienda, de educación, de niñez abandonada, del trabajo infantil, de la prostitución infantil, de la trata de gentes, de la producción y distribución de estupefacientes.

Que existan gobernantes de países poderosos que se consideren el policía mundial, una especie de estado supranacional que aplique, de manera unilateral, sanciones económicas, bloqueos, amenace e invada con ejércitos a países más débiles desde el punto de vista bélico y económico.

Que algunos países poderosos formen alianzas con grupos terroristas, mercenarios y mafias para dirimir problemas de tipo político.

Que se utilicen las organizaciones internacionales como la ONU, la OEA, OMC, OIT, FMI, BID…para el beneficio de poderosos grupos económicos.

Que el dinero esté por encima de la bondad y la justicia.

En verdad, los anterior es un breve compendio de los motivos por las cual es casi imposible acabar con ese pesado lastre llamado guerra, que para lo único que ha servido es para ocasionar muertos, destruir poblaciones, crear rencores y generar venganzas.

El imperio estadounidense, las colonias de la UE y los cachorros y rastreros del grupo de Lima, le declararon la guerra a Venezuela, sin otro motivo, que no sea el afán de las grandes corporaciones financieras, militares, industriales globalizadas de apoderarse de nuestros recursos que reposan en las entrañas de nuestros suelo y en su parte exterior. El bloqueo y los sanciones son parte de esta ofensiva, pero no conforme con los sufrimientos ocasionados a nuestro pueblo digno, lo amenaza con "diversas opciones que están sobre la mesa", según el bufón de Donald Trump, los voceros del Departamento de estado, las ratas traidoras como Guaidó y su padilla de bandidos.

Por fortuna ya no existen dioses de la guerra y por desgracia, tampoco de la paz, estos nunca los inventaron ni tampoco los invocaron. Pero para los venezolanos existe una sola elección y esta opción es la paz. No podemos optar por otra, dado que esta es la que nos permitirá vivir con tranquilidad y en democracia, buscando las soluciones de nuestros propios problemas a la venezolana y no bajo criterios de gobierno impuestos por extranjeros. Solo en paz podremos encontrarle solución a las contrariedades que se nos presenten, porque lamentablemente se avanza sobre las imperfecciones, así lo hicieron las civilizaciones que consiguieron florecer para darle una calidad de vida a sus habitantes. Con la guerra nada es posible, la guerra atrae desgracias y desolación, solamente hay que revisar el mapa de oriente medio y observar lo que ocurre en Afganistán, Irak, Siria, Libia, Yemen, entre otros países, que fueron llevados a una guerra criminal y sanguinaria por los mismos motivos, igual de falsos, que en la actualidad el imperio le está endilgando al gobierno del presidente MM. Para la guerra nada, así se confabulen todas las fuerzas malignas del planeta (la derecha internacional) contra Venezuela, la paz es la única opción.

Simón de la Trinidad, a pesar de ser un insigne general era militante de la paz, por esto en el "Correo de del Orinoco", en la "Proclama dirigida al pueblo de Venezuela", en Angostura, 1818, aparece: "El clamor de Venezuela es libertad y paz: nuestras armas conquistarán la Paz, y vuestra sabiduría nos dará la libertad". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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