Mesianismo dogmático y disidente

Los mesiánicos siempre andan en busca de una religión, de identificarse con un enviado que salvará a la humanidad. De aquí que conformen una religión secular que ha llegado a ser común, por no decir vulgar. La difusión de este culto terrenal se manifiesta en nuestra época en todos esos discursos salvadores que tanto nos promete.

El mesianismo es una doctrina o un dogma sin Dios, me refiero al Dios cristiano. Sin embargo, es una práctica religiosa. Los mismos fíeles creyentes en el mesianismo rechazarán esta asimilación entre su llamada doctrina política y la práctica religiosa. Por otra parte, afirmarán dogmáticamente que su creencia permanece incompatible con la fe tradicional que es «el opio de los pueblos».

La disputa entre el mesianismo dogmatico y el disidente es solo una querella verbal. En ellos todo depende de la definición que se dé a las palabras del profeta. La doctrina descubre a los verdaderos mesiánicos de aquellos que han traicionado al eterno. Para los mesiánicos, el mundo es solo una interpretación global de luchas contra el mal, la cual inflama en ellos sentimientos próximos a los de aquellos cruzados de todos los tiempos; fija la jerarquía de sus valores y determina la conducta correcta en su devoción.

Tal entrega a la causa llena, en el alma individual y colectiva, las funciones que de ordinario signan su religiosidad. La ausencia de lo trascendente es sustituida por lo sagrado del líder, que lo convierten en una noción de ser divino. Se hace imperativo la devoción y el culto a la persona.

El mesianismo construye cultos, ritos y pasiones para su tribu, esto es, para sus militantes y simpatizantes. Son prácticas de una devoción terrenal impregnada, a la vez, de un misticismo bárbaro; que termina por convertirse en fe religiosa.

El mesianismo le da vitalidad a lo espiritual y a la autoridad del supremo jefe, a lo que éste ha dicho y lo convierte en legado. Estos ardores religiosos toman por objeto la acción política. El mesiánico arrastra una ruptura mística con su desdicha secular por los hombres.

La ideología mesiánica se inspira en la inmanencia; pues concibe el mundo sin referencia a lo trascendente. Sin embargo, tal culto se inclina por la conquista del poder para instaurar una nueva ciudad celestial, siempre guiados por un discurso de promesas redentoras.

La transferencia de las pasiones a lo político continúa el desplazamiento desde el centro espiritual de interés. Se mataban entre ellos para determinar quién está investido de la misión de interpretar correctamente el legado sagrado y de administrar los sacramentos que en él se encuentran. Esto se materializa en establecer cuál partido y cuál método político ofrece las mejores oportunidades de propagar la ansiada prosperidad material entre toda la población.

Postulan una sociedad sin clases, pero dirigida por sacerdotes supremos y gurús esclarecidos. Los mesiánicos han ligado los valores éticos a su realidad política, no es posible distinguir uno del otro. Por ello, los adeptos y simpatizantes deben profesar un fanatismo de entrega a la causa política, como si ésta fuese un orden ideal. En este sentido, sus discursos tienen un carácter religioso.

El profetismo mesiánico, que nos promete una vida mejor, es un esquema devocional y de profetismo. Todo profetismo niega consigo lo que es y esboza, por el contrario, una imagen de lo que debe ser y será. Elige un individuo —líder invencible y eterno— y un grupo selecto para trasponer el espacio que separa este presente indigno hacia el porvenir radioso. Siempre son promesa, de esas está conformado su discurso.

La sociedad que nos prometen podemos compararla con el reino de los mil años, soñado por todos los milenaristas. Por otra parte, la desdicha que padece la población prueba la vocación de los mesiánicos entregados éstos a su salvación, el partido se transforma en Iglesia. Aquellos que se oponen se niegan a escuchar la buena nueva y no reconocen la revolución, cuya proximidad continúan predicando durante estos años de miseria.

Todo ese discurso devocional es traducido a invectivas y previsiones racionales del enfrentamiento de las fuerzas de producción. Sin embargo, solo aseguran condiciones de vida decente a la minoría de los elegidos, de los sacerdotes supremos y gurús del partido. Mientras siguen prometiendo la expansión y la prosperidad de la patria combinada con un cambio en el modo de propiedad y de gestión, que derramará sobre toda la población los beneficios de la abundancia.

Pasa el mesianismo, dogmatico y disidente, fácilmente del profetismo a la «gran esperanza del siglo XXI», de la fe revolucionaria a la devoción del progreso económico. El profetismo de los mesiánicos oscila entre la opinión pseudo-razonable acerca del devenir de la nación al dogma pseudo-místico de sus propias creencias.

Referencias:

Facebook: https://www.facebook.com/coasfiobeddelfin/

Web: http://obeddelfin.wix.com/coasfi-obed-delfin

Blog: http://obeddelfin.blogspot.com/

Blog: https://obeddelfinblog.wordpress.com/

Academia.edu: https://ucv.academia.edu/ObedDelf%C3%ADn

Issuu: http://issuu.com/obeddelfin

Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCm3hV2yxTGlWR81wvnyS19g

Pinterest: https://www.pinterest.com/obeddelfin



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1580 veces.



Obed Delfín


Visite el perfil de Obed Delfín para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Obed Delfín

Obed Delfín

Más artículos de este autor