Vienen tiempos difíciles

Misteriosamente, todos los productos que antes escaseaban y solamente podían ser comprados a los bachaqueros o en el norte de Santander, comenzaron a aparecer. Harinas de maíz pre cocido, harinas de trigo, avena, margarina, leche, quesos y ñemas, ahora se pueden comprar una o dos veces por semana a precios "acordados" algunos, y otros diariamente, pero al precio que a los comerciantes les dé la gana.

Recuerdo que cuando el pueblo comenzó a suplantar las harinas procesadas por harinas de yuca y otros tubérculos, estos empezaron a desaparecer y a subir de precio, la famosa oferta y demanda tal vez…tal vez no…

Como dije, hoy todos los productos procesados por nuestros "empaquetadores" o importados y distribuidos por nuestros generosos comerciantes pueden conseguirse con mucha más facilidad, pero comerse una ensalada fresca se ha vuelto un lujo, los precios de los vegetales y verduras se dispararon brutalmente. Tomates a más de 1500 bolívares soberanos, zanahorias a tres mil, ni hablar de las papas ¡y eso que tenemos un constituyente campesino que se supone es sembrador de papas! Y que de los aliños, cualquier ramita verde cuesta hasta ¡4000 bolívares soberanos el kilo! ¡Bravo por la agricultura urbana! Al parecer cualquier intento de cambiar y mejorar la alimentación del venezolano debe ser destruido.

En las farmacias hay de todo, bueno casi, pero a precios que rayan la obscenidad, inalcanzables para un pensionado o pensionada o para alguien con sueldo mínimo.

Como vemos, las grandes empacadoras y distribuidoras que en Venezuela se hacen llamar productores, y las grandes transnacionales de los medicamentos, cosméticos y demás productos de higiene personal, de un día para otro, dejaron de tener problemas de "producción" y ahora sí, mágicamente, tienen suficiente mercancías para abastecer el gran mercado venezolano.

Tengamos en cuenta que Venezuela es el único país en el mundo que durante más de un siglo le ha entregado dólares del estado a las transnacionales y a los importadores nacionales para que se compren ellos mismos sus productos, los re empaquen y nos los revendan a precios exorbitantes.

Y esta es la única revolución que permite, a pesar de los muchos esfuerzos para cambiar las cosas, (los clap por ejemplo) que la distribución de casi todo este todavía en las manos de mafias capitalistas depredadoras, y que sigan existiendo oligopolios y monopolios en manos de las viejas elites contra revolucionarias y en las de algunas de esas nuevas elites que inevitablemente se han ido creando con las nuevas dinámicas económicas.

No me mal interpreten, el compañero presidente Maduro, al igual que el comandante Chávez han tenido que gobernar con una camisa de fuerza implantada por las grandes potencias y sus cómplices en las oligarquías locales.

A pesar de sus buenas intenciones, solo han podido, hasta ahora, contraatacar con medidas puntuales, para tratar de que las acciones contra revolucionarias no afecten más drásticamente al pueblo.

En el peligroso y deshonesto ajedrez de la política nacional y sobretodo en el de la más complicada y mucho más deshonesta geopolítica internacional, la revolución ha jugado inteligentemente, y es gracias a las diferentes medidas y acciones tomadas por ambos presidentes, que aún no nos enfrentamos con una guerra de carácter militar, lo que a nuestro parecer es uno de los planes más diabólicos de los enemigos de la patria bolivariana y su revolución. Esto no justifica ni disculpa los grandes errores que en muchos aspectos se cometieron y que lamentablemente seguimos cometiendo.

Falta de control y seguimiento de las finanzas públicas. El eterno juego de las sillas, donde por "lealtad", simple amiguismo o por compromisos se rotan cargos o se mantienen en sitios claves a personeros de demostrada ineficiencia. La falta, desde un principio, de una verdadera y efectiva política cultural revolucionaria, y sobre todo de un fuerte sacudón en las políticas comunicacionales. Debemos admitir que en los últimos 5 0 6 años, se han hecho avances pero lamentablemente muy lentos y a veces demasiado tarde, sobre todo considerando la despiadada guerra multiforme a la que estamos siendo sometidos, recordemos siempre que la falta de información y la desinformación se vuelven armas para el enemigo.

En esto de la falta de verdaderas y efectivas políticas culturales, la revolución bolivariana no está sola, el mismo error lo han cometido la mayoría de los gobiernos progresistas, los partidos de la izquierda tradicional y muchos intelectuales de izquierda. Ni hablar de los intelectuales tarifados de la derecha que temprano en los 70 se prestaron diligentemente a cooperar en el establecimiento de los programas de propaganda con los que todavía siguen avasallando nuestras mentes.

Sacar a millones de la miseria y la pobreza, cancelando la inmensa deuda social heredada de la cuarta república, (una de las principales promesas del comandante Chávez), sin una intensa y profunda campaña de creación de conciencia y una verdadera revolución cultural a todo nivel, simplemente sirvió para crear millones de consumidores compulsivos, fáciles presas para la brutal propaganda que sabíamos el enemigo iba a desatar en contra del proceso.

Dejando de lado la crítica, constructiva o no, no podemos negar los grandes avances logrados en escasos 20 años de revolución, los cuales hemos resaltado ya en varios escritos. Los más importantes sin duda alguna, la constitución bolivariana del 99 y la gran cantidad de leyes aprobadas para promover y fortalecer la organización popular.

Si, sabemos que muchas de estas leyes al igual que mucho de lo que establece nuestra constitución no se ha llegado a implementar, por ahora, pero si lo pensamos bien, mucha de la responsabilidad la tenemos nosotros, los ciudadanos de a pie, quizás debido a esa falta de interés en participar en la construcción y defensa de la patria, que heredamos de la funesta democracia representativa, quizás también debido a terrible colonización mental a la que somos sometidos a diario por las redes, los medios y el resto de la industria cultural en manos de las elites corporativas que nos aliena cada vez más, debilitando nuestra voluntad revolucionaria y haciéndonos dudar hasta de nosotros mismos como seres humanos. Día a día, poco a poco, van destruyendo nuestros valores positivos, sembrando el egoísmo, el odio y la barbarie en las mentes de todos, especialmente los más jóvenes.

Sin duda vienen tiempos difíciles, las elites corporativas y financieras que controlan el mundo, no cesaran sus ataques en todos los niveles y de todas las formas. Las sanciones, la persecución y la propaganda fascista solo se profundizaran. Nuestra única defensa, nuestra única salida, como lo hemos dicho siempre, es la unión y la organización popular horizontal con el acompañamiento decidido y firme de todos en el gobierno y el estado, quienes deben apoyar y ayudar a los movimientos sociales a organizarse para la resistencia, y sobretodo mantener al pueblo bien informado, a tiempo y con la verdad, sin tapujos ni medias tintas.

Los venezolanos debemos entender que nuestros problemas tenemos que resolverlos nosotros, con trabajo y constancia, no va a venir nadie de afuera a tratar "desinteresadamente" de ayudarnos. Mucho menos podemos copiar formulas burguesas transnacionales que solo incrementan el sufrimiento de los pueblos "o inventamos o erramos".

Tampoco podemos quedarnos tranquilos esperando que las cosas las resuelvan los de arriba, las soluciones deben buscarse y construirse entre todos.

Contraloría social, transparencia, acabar con el compadrazgo, el elitismo, la burocracia y la corrupción (todos males capitalistas heredados de la cuarta y muy difíciles de erradicar en un corto plazo) son solo algunas de las tareas que se nos plantean.

¡Pero recordemos siempre que la verdadera revolución el verdadero y más poderoso cambio debe empezar en cada uno de nosotros!



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Gustavo Corma


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