La revolución no tiene quien la escriba. ¿Y mientras tanto qué comemos?

-"No miren más a ese animal -dijo el coronel-. Los gallos se gastan de tanto mirarlos."*

La revolución, esta, que hay quienes la miran, acarician y hasta le enseñan los primeros pasos, va creciendo saludable y fuerte. Dicen ellos, pese uno se la pasa todo el día escrutando, rascándose la cabeza y no le mira nada de lo que dicen. Es posible existe y sea como dicen, pero en verdad, por mi madre querida, yo de eso, nada veo. "Además es una niña inteligente que de solo verla se comprende el brillante futuro que le espera". Es natural que digan eso, pues son ellos quienes la crían y forman para el futuro y cada quien hace eso como cree debe hacerlo y no por lo que le digan los demás. Además es cierto que hay cosas que unos ven y otros no. Es más o mejor, para ser auténticos, una cosa es ver con los ojos de la cara y otra con los del corazón u otra parte, eso depende. Cada quien le pone a las cosas el condimento que le gusta y hace bien.

El gallo del coronel, lo único que le queda después de haber perdido la fe y los años en aquellas inútiles guerra y al hijo recién muerto, es también su futuro, pues pese su esposa dice: "-No sé qué le han visto a ese gallo tan feo . A mí me parece un fenómeno, tiene la cabeza muy chiquita para las patas", el responde "Ellos dicen que es el mejor del Departamento. Vale como cincuenta pesos." Pero ellos tienen sus intereses con lo del gallo, como su compadre Don Sabas que quiere comprárselo por esa pequeña cantidad, pero como dicen otros para "revenderlo por una cifra superior".

El coronel cree en su gallo, pues como ya dije, es lo único que le queda. No tiene más nada en donde guindarse y consolarse. Aquellas guerras, más de cien según dicen, todas perdidas y dadas sin saber para qué, le dejaron incrédulo y mal pensando de aquellos quienes le llevaron a eso. Sobre todo quienes sabe en el poder y disfrutando todo lo que eso significa mientras él, que dejó hasta el cuero en la sierra, vive su vejez de manera casi miserable, al lado de su esposa más desesperanzada, pues ni en el gallo cree. Ella ni siquiera ve el futuro inmediato, como el Coronel, en lo único que les queda, su gallo.

Anoche miércoles, una de las figuras de esta revolución, o lo único que queda, habló maravillas de ella, con la misma ilusión del coronel por su gallo, como que nos garantiza entre otras cosas, además de cajas de CLAPS en abundancia y perniles, salud de calidad y gratuita, como que los hospitales se halla de todo. Y por supuesto, lo que falta viene como en camino.

El coronel se acordó de su gallo, allí amarrado en la puerta y a quien los muchachos del barrio miraban y les dijo aquello de no mirarlo porque lo gastaban.

Volvió aquél sobre su revolución, que dice también es nuestra, aunque no la veamos ni la sintamos cantar o hacer quiriquí y menos sus grandes logros, como la mujer del coronel no mira nada en el gallo. Con el coronel me puse a mirar el gallo y pensar que en él estuviese el destino nuestro, este futuro que no debe ser tan largo y estirado porque los reales son muy pocos y a medida que pasan los días hasta en el banco se vuelven sal y agua. Es un futuro como de muchos días y unas cuantas comidas para no perecer, los reales se disuelven y los días parecieran crecer. Los aumentos para protegernos resultan pequeños ante el avance de los "Precios Acordados". Como que los primeros se hiciesen para que los segundos crezcan y los rebasen sin que nadie se percate porque estamos como en una gallera y en medio de una riña de gallos donde espuelas y picos caen sin misericordia sobre nosotros.

Pero de repente, intentando explicarme las cosas y preocupado por no entender lo que los demás bien entienden y no mirar lo que los demás miran, como que hay una revolución en marcha y hasta en beneficio de quienes allá en la gallera estamos sufriendo los rigores de la guerra, me interrogué:

¿No será que, como dice el Coronel, de tanto tratar de explicármela, entenderla, ver lo que los demás miran sin mirar, la haya gastado por lo menos en mi mirada? ¿No será mejor no mirarla para sentirla y disfrutarla? ¿Mirarla atentamente no me lleva a desgastarla y desfigurarla por lo menos ante mí?

Interrumpí el discurso de aquel dirigente que hablaba del gallo y de todo lo bello que nos pone a disposición y mostraba la mano llena de cosas que sólo él tiene pero a nosotros no llegan para preguntarle todo lleno de angustias. ¿Y cómo haremos mañana y pasado, si los reales escasean, las tarjetas están lánguidas y enjutas, los salarios lloran para que nosotros no lloremos y por lo menos ahorrarnos el costo de las lágrimas? ¿Cómo obtener todo eso que usted nos muestra en su mano izquierda?

Mi miró el dirigente y me señaló hacia el gallo y dijo:

-"Vela como camina, como se menea, es bella y fuerte. Si esperas, tienes paciencia hasta que ella crezca y llegue a la mayoría de edad, tendrás todo lo que deseas."

El Coronel, miró a su esposa y como consolándola por el pesar que hoy le ocasiona la vida y lo oscuro que se le anuncia el futuro, le dijo

-"Es un gallo que no puede perder."

-"Pero suponte que pierda."

-"Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso –dijo además el coronel.

La mujer desesperada ya, llena de ira dijo. "Y mientras tanto qué comemos», y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía. -Dime, qué comemos. El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante."

"Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: -Mierda."**

Tendré que esperar, por lo que visto y por lo que el dirigente dice, que la niña llegue a la mayoría de edad.

¡Coño! ¿Y mientras tanto qué comemos?

** El Coronel no tiene quien le escriba

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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