Objetivo único: la toma del poder

El único objetivo de la lucha obrera debe ser la toma del Poder para implantar el socialismo por el ascenso de las mayorías nacionales, para satisfacer las necesidades elementales que les niega el capitalismo y mejorar el nivel económico colectivo.

Hace 60 años, cuando comencé mis lecturas y participación en las luchas sociales, aprendí que éstas tienen un real y único objetivo: la toma del poder político y del poder económico por la clase obrera, para instaurar el gobierno de las mayorías, presidido por el proletariado. La toma del poder, para suplantar y liquidar la dictadura de la burguesía (1%), e imponer el poder de las mayorías (99%)

En brevísima síntesis esto constituye el meollo de la lucha social. Es el conocimiento que aprendí de mis lecturas y participación en la organización social. Pero, hasta ahora no hemos visto que las luchas del proletariado estén dirigidas a esa meta, sino, todo lo contrario, a mantener la sumisión, explotación y alienación capitalista, aquí y en todos los países. A la cabeza de esa concepción están los sindicatos y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), instrumentos creados para defender los intereses del proletariado y avanzar a la toma del Poder, el internacionalismo proletario. Pero, en la práctica hacen todo lo contrario, la sumisión del proletariado al capital. Con que entusiasmo vemos a representantes de Fedecámaras hablar de la OIT. ¿Qué habrá hecho para que el enemigo de clase la elogie?

El sindicato es el medio de organización de la clase obrera para transformarse, de "clase en sí", en "clase para sí", cuyo único objetivo debe ser la toma del Poder. Pero, éste no es el fin que cumplen los sindicatos: luchar por la liberación y liquidación de la servidumbre del capital, sino, todo lo contrario, aceptar la explotación capitalista. ¿Qué son las luchas sindicales aquí y en todos los países? ¿En qué han consistido?

Han consistido en exigir algunas prebendas: salario, horas de trabajo, vacaciones, seguridad laboral, que figuran en la redacción de enjundiosos contratos colectivos, por medio de los cuales se reconoce, se acepta la explotación y servidumbre que impone el capital. Reivindicaciones para pretender mitigar la explotación capitalista, pero, jamás para el ascenso de masas, la toma del Poder político y la transformación social: la Revolución proletaria.

Esas prebendas o concesiones del capital no son conquistas risueñas de parte y parte. Se obtienen por medio de luchas cruentas, interminables, que dejan masacres, heridos, desaparecidos, cárcel para los dirigentes, torturas, pena de muerte, represión de las organizaciones gremiales, prohibición de los sindicatos.

En ese quehacer, la clase obrera mundial, con su extraordinario poder de masas, tiene 170 años, desde la publicación del Manifiesto Comunista, sin que su objetivo fundamental, el ascenso al Poder, se realice. Mientras el ejército de desempleados y la pobreza crecen por el incontrolable aumento demográfico a escala mundial, las fuentes de trabajo disminuyen por el desarrollo de la tecnología (robotización). Cada día el trabajo del obrero es más especializado y más alienante - la servidumbre moderna - por cuanto debe someterse al ritmo sin pausa, de una máquina. El trabajo, por el perfeccionamiento tecnológico de la maquinaria y por el proceso de fabricación en serie (fordismo), dejó de ser manual, artesanal. El trabajo no se realiza al ritmo de la capacidad del obrero, sino a la velocidad y ritmo que impone la maquina (robot). La extenuación del obrero al tener que trabajar como una pieza más en la cadena de producción, eleva el nivel de alienación al clímax de la explotación capitalista.

Y qué decir del trabajo esclavo en la extracción de minerales del subsuelo, en África, América y en todos los territorios donde la pobreza alcanza niveles críticos. El fenómeno de las migraciones tiene su origen en: guerras impuestas por el capital para el saqueo, la rapiña de las riquezas guardadas en el subsuelo de esos territorios: oro, diamantes, coltán, litio, hierro, cobre, petróleo, carbón, tala y destrucción de bosques y selvas por empresas madereras que se llevan todo, sólo dejan el aserrín de sus aserraderos (Indonesia, Brasil, Surinam). Rapiña y saqueo de las riquezas por medio de la inversión extranjera que sólo deja pobreza. En ningún país adonde llega la inversión extranjera, los pobres han dejado de serlo.

Cuando en una máquina una pieza se deteriora por el uso, se remplaza, se desecha, pasa a ser chatarra que se arroja al depósito de lo inservible. Igual ocurre con el obrero como pieza de una máquina en la cadena de producción capitalista.

En los intentos habidos de instauración del socialismo, la clase obrera no ha asumido a plenitud el poder político y económico. Ha sido suplantada por el Partido, que obedece a intereses de grupo y no, del proletariado. El Partido no es la clase obrera, el Partido es la burocracia que, montada sobre los hombros del proletariado, dispone del poder político y económico, no para servir los intereses de la clase obrera, creadora de riqueza, sino para servir los intereses del Partido. Ello ha ocurrido por cuanto la clase obrera no ha dejado de ser, "clase en sí", para transformarse en, "clase para sí". Es en este proceso de formación de la conciencia proletaria donde va a obtener el conocimiento y el poder para asumir la responsabilidad de conducir la sociedad (las mayorías nacionales), hacia la toma del poder, para la transformación económica/social, el cambio de la mentalidad burguesa y capitalista, a la mentalidad socialista.

El socialismo por sobre todas las cosas es una forma de vida que surge como consecuencia del cambio de las relaciones de producción. Es una concepción distinta a la forma de vida capitalista y burguesa.

El socialismo es la forma de vida donde existe la igualdad por la eliminación de las clases sociales, condición fundamental para que haya democracia. Sin igualdad social no puede haber democracia. La igualdad es posible cuando desaparece la propiedad individual sobre los medios de producción y se crea la propiedad social (colectiva): todo es de todos. Si existe propiedad existe la división de clases y perdura el aforismo del propietario, "lo mío es mío y lo tuyo también es mío (el trabajo)".

El único objetivo de la lucha de la clase obrera es la toma del Poder y no, el suplicar prebendas del capital para mitigar la explotación y servidumbre a la cual está sometida por el trabajo alienante. En el caso venezolano, esta triste y penosa situación de la clase obrera llega al clímax de la alienación, no sólo por el sometimiento a la servidumbre capitalista, sino, por el sometimiento a la dictadura surgida de la deserción militar del 4 de febrero de 1992 y que a Fidel Castro le llegó como anillo al dedo, ante los cambios que ocurrían en la Unión Soviética (la perestroika). Había que buscar otro árbol que, con su sombra, cobijara la maltrecha economía cubana. El aliado más cercano podía ser Venezuela por poseer el combustible indispensable para mantener activa la economía cubana: petróleo. Había que limar las diferencias que motivaron la expulsión de Cuba de la OEA - por petición de Venezuela - en la reunión de cancilleres de Punta del Este (1962). Para promover ese acercamiento, Fidel Castro asiste a la toma de posesión del II mandato de CAP y solicita el ingreso al Pacto de San José que suministraba petróleo a países de Centro América bajo condiciones especiales (origen de Petrocaribe). Ante la destitución de CAP y la llegada del reticente Caldera, había que elevar a "revolucionario" al anticomunista Chávez que tenía cursos en la Escuela de las Américas de Panamá y Guatemala (según propia confesión). El Servicio de Inteligencia cubano debía tener conocimiento de la trayectoria anticomunista de Chávez, su origen cristero y practicante de la santería. Fue la gran traición de Fidel Castro a la lucha internacional del proletariado. Con un acto de magia, Fidel transforma a militares anticomunistas en "revolucionarios y socialistas" (todo por petróleo). Olvidó que en las academias militares no enseñan socialismo, sino, fascismo para reprimir toda aspiración de las mayorías nacionales en cualquier país. Durante cuarenta años con los gobiernos adeco/católico/copeyanos, los militares habían reprimido las luchas sociales por medio de las técnicas enseñadas por la CIA en la Escuela de Las Américas. Las Fuerzas Armadas en cada país son ejércitos de ocupación encargados de mantener la servidumbre que el capital le impone a las mayorías nacionales.

Luego de 18 años de la dictadura militar chavista, el proletariado venezolano comienza a ser víctima y sentir las medidas económicas del régimen, no sólo por la represión a todo reclamo laboral, sino, por haberse metido con una de sus conquistas más preciadas, los contratos colectivos, desconocidos por la implantación del salario mínimo universal (salario mínimo para todos, menos para los militares y los jerarcas del chavismo).

El proletariado venezolano está frente a la gran coyuntura histórica de la toma del poder. Ante la debacle económica, política y social en que naufraga el país, sólo el proletariado, como creador de riqueza y principal actor y manejador de los medios de producción, debe asumir el objetivo fundamental de su lucha: la toma del poder. Expulsar a la camarilla militar gobernante y su comparsa de la izquierda claudicante. Ponerle fin a la gran farsa de, "revolución y socialismo", instaurada hace 18 años: gobierno de los militares, por los militares y para los militares que, con la comparsa de la izquierda claudicante, se apoderaron del país, destruyeron la agricultura, la industria petrolera, fabril, manufacturera, agroindustria, siderúrgica, petroquímica, la institucionalidad, los servicios ( salud, educación), el poder adquisitivo del Bs, toda esa destrucción y ruina trajo desabastecimiento de lo indispensable para la subsistencia, escasez, carestía y elevó la inflación a tasa millonaria (un millón por ciento para final del 2018). Ante este tenebroso cuadro de ruina y destrucción nacional, sólo el proletariado tiene el poder de masas para expulsar a la camarilla militar gobernante, ahora dueña del país – CAMIMPEG - y ponerle fin a la farsa de "revolución y socialismo", para instaurar un auténtico proceso revolucionario y socialista que cumpla con sus objetivos fundamentales:

Lucha de clases.

Cambio de las relaciones de producción

Lucha contra la alienación y enajenación del trabajo.

El único objetivo de lucha del proletariado es la toma del poder.



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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