La “cola” herramienta de la subversión política

La cola no la inventó el socialismo, ya existía cuando Adán y Eva, según los cuadros de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Hasta los astros y constelaciones están organizados en una eterna cola, unos detrás de otros, eso sí, sin pedir el último, sin coleados, sin broncas, y esto último es porque no van a comprar algo en particular que regula la sacrosanta ley de la oferta y la demanda; tampoco esas constelaciones son de adecos ni copeyanos.

La cola es sinónimo del capitalismo, del más salvaje. ¿Por qué? Bueno porque según sus leyes las empresas venezolanas, donde por cierto muy pocas son socialistas, no son capaces de producir suficientemente para satisfacer la demanda, es decir, incumplen con la oferta, trampean las presentaciones de los productos para generar escasez y el trapicheo especulativo en el mercado negro en una especie de colombianización de la vida cotidiana venezolana donde esas prácticas jamás existieron.

En el caso de Venezuela la única empresa "rentable" es tumbar al gobierno. ¿Cómo? Las empresas a pesar de decir continuamente que están quebradas mantienen a los medios de comunicación con su publicidad multimillonaria y los medios sirven para hacer el trabajo sucio de la subversión política. Organizar falsos eventos para documentar una realidad que no existe o que es la consecuencia de la propia conspiración de la oposición contra el Estado y las instituciones. Cuando hablo de medios son todos, incluyendo las redes sociales que utilizan a diestra y siniestra, desde el anonimato, creando falsos positivos, como arma de destrucción social con la carga que propagan de rumores, mentiras y medias verdades.

La cola es para subvertir, una herramienta que demuestra que es imposible la tolerancia entre dos modelos el capitalismo y el socialismo. El de la plusvalía a ultranza como meta, donde para nacer y morir hay que pagar; y al contrario, el socialismo humanista, que reivindican vivir en paz, promoviendo valores humanos, solidarios, contrarios a la lógica de la oferta y la demanda. Un sistema social donde nacer no cuesta nada y morir tampoco, es un sistema social digno, donde nacer o morir no significa dejar empeñada a la familia.

Las colas en Venezuela, como en todas partes, no tienen la culpa de nada, son una manera organizativa, de distribuir, no necesariamente por dinero, sirven para entregar donaciones, adquirir y comprar alimentos esenciales, medicinas y otros rubros que permiten mantener la vida como está establecida desde hace mucho tiempo. Pero cuando las colas son utilizadas para alterar la vida de una nación se convierten en subversivas y los revolucionarios tenemos que evitarlas ideando herramientas inteligentes de distribución, cultura comunitaria, acercamiento y confianza entre nuestros vecinos.

La cola sirve para muchas cosas. Hay gente especializadas en organizar colas. En las colas hablar es una manera de desahogar las penas. Te puedes enterar de posiciones políticas, de vecinos y personas que ni siquiera conoces, también de las tendencias, modos y modas. Siempre sirve a los aprovechados de la coyuntura, que cuando algo desfavorece a un grupo social, entonces otro grupo está capitalizando para sus intereses que pueden ser económicos, políticos o ambos.

Los mercados de alimentos parecen "museos" donde la gente va a mirar, unos pocos compran, las personas atinan a ver los productos en estanterías repletas con precios exorbitantes. De allí la necesidad de los CLAP, de las panaderías comunales, otras iniciativas y experiencias válidas que intentan ayudar a la comunidad. Pero hasta en ellas hay colas cuando el objetivo era eliminarlas haciendo entrega de las cajas CLAP y del pan casa por casa. Bueno hay vecinos elegidos por nosotros mismos del Consejo Comunal y de la organización de los CLAP que es una estructura designada por el PSUV que decide arbitrariamente por toda la comunidad y nos ponen hacer colas, usando la palabra "transparencia" como justificación.

Me pregunto, ¿hacer cola genera transparencia, confianza, liderazgo, comodidad? Creo que no, todo lo contrario. ¡Malestar! Por eso, cuando veo estas prácticas tengo las mismas dudas que los vecinos. ¿Por qué? ¿A quiénes le interesa ponernos hacer colas? Y me pregunto, ¿qué apañamos los vecinos cuando no rechazamos otra práctica igual o peor que la de los comerciantes y sus acólitos?

¿Cómo organizar la distribución de alimentos, medicinas, insumos para que todos de manera igualitaria y justa tengamos accesos a los mismos?

No existen métodos perfectos, hay muchas experiencias que no necesariamente son trasladables, cada comunidad debe acordar la estrategia organizativa. Pero, la primera lección para el liderazgo revolucionario es reconocer a la "cola" como una herramienta de la subversión política. Lo que no quiere decir que dejarán de existir pero sí buscar formas ingeniosas de minimizarlas. Por ejemplo, organizar un sistema de distribución de alimentos casa por casa con los vecinos desempleados, los jubilados y otros que quieran sumarse.

El objetivo es romper la lógica perversa que intenta ponernos a unos contra otros. Que tengamos control de las necesidades de los vecinos aunque no contemos con la solución inmediata, pero saber los problemas de la gente es una ventaja y una manera de demostrar que sus dificultades son importantes para la organización comunitaria que los hará llegar a las instituciones del gobierno y el Estado y resolverlas.

Trabajar en mejorar la calidad de vida de los vecinos debe ser el interés de la organización de los Consejos Comunales, del CLAP y dejar de un lado el falso "protagonismo patriotero" la politiquería de algunos malos ejemplos que pululan dentro de estas nuevas formas de organización social. Estudiar la ley de los CLAP que demuestra la falsedad que es el PSUV el encargado de esta tarea comunitaria del poder popular. Problematizar no es la meta sino buscar soluciones a todas las consecuencias de la guerra que enfrentamos.

Con la nueva política económica los consejo comunales y la estructura CLAP tienen el reto, junto a las distintas expresiones del poder popular y comunitario de lanzarse a la calle y en cada comunidad y organizadamente exigir a los comerciantes cumplir con los acuerdos publicados en gaceta con relación al control de los precios de los rubros regulados. Vamos a ejercer el verdadero protagonismo sin miedo y unidos todos para frenar las mafias que controlan nuestras vidas a través de los productos esenciales para la vida.

Este es el reto del Clap, crear la organización perfecta, una estructura que permita que el responsable de calle esté vinculado de manera directa con el 1x20, que llegue a todas las familias con vulnerabilidad social. Pero esta responsabilidad tan grande para la mayoría de la gente jóvenes y no tan jóvenes que lo hacen, la mayoría solo por compromiso y vocación, necesita del apoyo de todos los indiferentes de la comunidad que no participan, solo reciben los beneficios. A pesar de los problemas ahí vamos mejorando cada día. Vencer esta guerra económica depende de si todas y todos le ponemos el empeño político para ejercer el verdadero protagonismo del poder popular.

 

agapitoman1926@yahoo.com



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