Los 550 intelectuales de la derecha

A estas alturas del conocimiento es ridículo convertir un adjetivo cargado de libertad de pensamiento, en sustantivo descontaminado del entorno que lo rodea. Autocalificarse de intelectual suena a querer definirse como persona libre de "pecados", impoluta como la madre de Jesús y casta como la esperanza de los pobre. Es decir, jamás cometerían la cobardía de ocultar la cabeza luego de haber participado directamente con sus "reflexiones", en la degradación moral, política, económica y cultural de una sociedad, de un país. Porque quien piensa no necesariamente es dueño de la verdad y, quien piensa al servicio de grupos económicos, tiene más de bufón que de librepensador.

Que "550 intelectuales" venezolanos, nacidos o naturalizados, se definan como anticomunistas es recordar la persecución jurídica, policial y físicamente exterminadora contra quienes denunciaban las agresiones a la población afrodescendiente, empobrecida, latina, por la autodeterminación de los pueblos y el derecho a la paz. Persecución impulsada por el senador Joseph McCarthy (1909-1957) en Estados Unidos de América, durante el período de la guerra fría.

De allí que, en la circunstancia actual de Venezuela, no sorprende en absoluto la presencia de quienes añoran pasearse por los pasillos de Miraflores, recibir premios literarios bien remunerados, viajar al exterior financiados por algún organismo del estado, presidir Ministerios, ocupar una Embajada, dirigir universidades públicas y privadas, en fin, continuar adulando al gobierno que los consideraba "intelectuales", por lo tanto, elegidos para guiar en medio de las sombras que ellos acreditaban con "pensamientos reflexivos", resguardando los intereses ideológicos de quien les deba de comer.

No se necesita tener demasiada memoria para recordarlos a la diestra de Rafael Caldera (Copei.1.969.-1974 / 1994-1.999), detrás de Carlos Andrés Pérez I y II, (AD. 1974-1.979 / 1989 – 1.993), compartiendo un achocolatado "toronto" con Luis Herrera Campins (Copei. 1.979-1.984), festejando etílicamente con Jaime Lusinchi y la inefable Blanca Ibáñez (AD.1.984-1989), conversando finamente con Ramón J. Velásquez (AD.1.993- 1.994) durante el nefasto interinato presidencial.

Menos aún borrar de un plumazo las infinitas ocasiones cuando andaban de mimos "intelectuales" con los Amos del Valle, turisteando en las inmensas llanuras propiedad de terratenientes, aceptando jugosas "donaciones de "empresarios prósperos" o navegando en yates a motor de rendimiento con burócratas corruptos.

Para estos "550 intelectuales anticomunistas" el pasado no está dentro de sus cavilaciones y si está, es para justificar con un discurso grandilocuente, la explotación despiadada de los trabajadores, el asesinato impune de dirigentes sociales, la pobreza extrema, el derroche inmisericorde, la burocracia corrompida, la dirigencia sindical y política vendepatria, la tortura a los presos políticos, la lisonja a la embajada norteamericana, comprobadamente injerencista en los asuntos internos de nuestro país.

Ni qué decir de los banquetes con las camarillas que controlaban a dedo la antigua Corte Suprema de Justicia, Consejo de la Judicatura, Fiscalía y Contraloría General. Las tertulias, con wiski 24 años en la mano, en cuarteles y guarniciones con oficiales de alto rango, listos para reprimir protestas del pueblo y amparar el contrabando hacia Colombia y Brasil.

Tampoco podemos olvidar cómo se correteaban por los medios de (in)comunicación social, cual príncipes dotados de majestad "intelectual". Ahí está a la vista la alienación cultural metida en el cerebro de una población inoculada con telenovelas rosas, el concurso de "la chica más linda de la noche", programaciones de tv cargadas de frivolidad, manipuladoras películas y "comics", Made en Hollywood y universidades formando profesionales ajenos a la realidad y el compromiso con la patria-país.

Es que la hipocresía también es intelectual y se consolida a medida que los privilegios e inmunidades toca la puerta de estas individualidades, cuya trayectoria moral, ética y política va de la mano con una sociedad podrida en principios y desigual distribución de la riqueza.

Que la actual situación del país se estremece cada día con una hiperinflación cruel e indigna, un gobierno atrapado en contradicciones, no los libera del triste y penoso papel que desempeñaron y desempeñan en defensa de quienes hicieron y hacen de Venezuela, un botín para saquear. Se escudan en el término de "intelectuales" queriendo suprimir, olímpicamente, el grado de complicidad que tuvieron para mantener a Venezuela como prototipo de "democracia" neocolonial pro-yanqui.

La historia está siempre desenmascarando a los sofistas del momento, porque quien pretenda olvidar el pasado comete el error de repetirlo, sin embargo, hoy aunque la estructura societaria capitalista se encuentre en estado crítico, este "sanedrín del pensamiento" tiene un contrapeso. El mismo pueblo de a pie, el olvidado y burlado, adquirió cierto grado de conciencia política. Se ha visto así mismo como sujeto histórico para detectar y protestar con argumentos, las irregularidades que suceden en el país.

Igual han aparecido nuevos dirigentes, hombres y mujeres sin posturas engoladas ni actitudes sectarias, con sólida formación académica y textura moral e ideológica, desarrollando conceptos, propuestas, ideas dirigidas a transformar una nación inmerecidamente sometida a bloqueo económico, guerra mediática, saboteo burocrático, terrorismo eléctrico, negligencia gubernamental, hostigamiento diplomático y corrupción petrolera.

Los "550 intelectuales anticomunistas" no resisten el derecho de las mayorías a pensar y ser parte de un nuevo modelo de sociedad, donde el derecho a la vida y la felicidad no requiera títulos con olor a champan y discursos maquiavélicos.



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Elmer Niño


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