La luz de Venezuela

En una semana más comenzará en Caracas el IVº Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela. Mucho debería esperar la militancia latinoamericana de las conclusiones que allí surjan. Es presumible que también Washington aguardará los resultados, para definir si lanza o no la agresión desde hace mucho programada y siempre postergada por el temor de entrar a una ciénaga sin fondo.

Enemigos pero también amigos de la Revolución Bolivariana se preguntan en el mundo cómo es que el gobierno de Nicolás Maduro ha podido sostenerse pese a la muerte de Hugo Chávez, la escalada sin precedentes de Estados Unidos para derrumbarlo, la insurrección de una porción considerable de las clases medias y, sobre todo, los efectos demoledores de la guerra económica, con sus secuelas inmensamente costosas en términos de producción y distribución de bienes, en inflación desenfrenada, en degradación de las relaciones sociales.

Por supuesto la primera y más obvia respuesta a esa incógnita es que el Estado Mayor político-militar ha sabido mantener la unidad; que cuidó igualmente el entrelazamiento de masas populares y Fuerza Armada. Falta decir, sin embargo, para no convertir esos datos en consignas con menos y menos significación, que la unidad de las dirigencias, la mancomunidad de trabajadores, pueblo pobre, sectores medios comprometidos, cuadros y bases militares, plasma en una organización común y eficiente para el combate en todos los terrenos, dentro y fuera del país: el Psuv.

No es una afirmación fácil para estos tiempos. Aun así, resulta imprescindible: la clave está en el Partido. Lo sabía Chávez cuando en 2006 lanzó la idea de su construcción, a contramano de las corrientes de opinión y pensamiento por entonces dominantes.

Ahora viene la prueba de fuego: que todos esos afluentes y muchos más de diversa naturaleza, durante las sesiones de los días 28, 29 y 30 de julio, coronen las numerosas reuniones y encuentros preparatorios con un debate sin cortapisas sobre las acechanzas a la Revolución, acuerden un programa de acción y logren conformar cuerpos dirigentes que expresen la realidad del Partido sobre la base de reafirmar la transición al socialismo.

Responsabilidades

Delegadas y delegados al Congreso tendrán presente la inmensa responsabilidad que les cabe para el futuro de Venezuela. Es necesario agregar más peso a esa carga. La humanidad está otra vez ante una encrucijada sufrida tres décadas atrás: continuidad de la victoria cultural del imperialismo o contraofensiva anticapitalista. Aunque poco o nada se hable de esto, está a medio camino la estrategia planificada por los cerebros del imperialismo como continuidad de la batalla ganada cuando acabó desmoronándose la Unión Soviética, en 1991.

Ahora es Venezuela el punto de apoyo para la palanca de la contrarrevolución en ese entramado de nociones y sentimientos profundos que es la cultura. En el diseño Nicaragua complementa el objetivo de cerco y aniquilamiento, presentada como el desenlace sangriento de otra revolución fallida. A Cuba, en cambio, tras medio siglo de ataque sistemático, se la presenta ahora como en camino de regreso, a la busca de la salvación en las leyes del mercado. Respecto de Bolivia están a la espera de las cercanas elecciones presidenciales que, así lo esperan, la hagan vulnerable al relanzamiento de calumnias y sabotajes contra Evo Morales.

No importa cuán falsas sean aquellas alegaciones. Con sus poderosísimos medios de difusión pueden apoyarse en dificultades reales, en errores y desviaciones históricamente insoslayables aunque a menudo intolerables en sus manifestaciones concretas. Gracias a ellas pueden ensayar una reedición ampliada de la estafa planetaria que presenta al capitalismo como solución de todos los problemas de la humanidad y al socialismo como causa de penuria y violencia. El objetivo es apagar el faro de la Revolución Bolivariana e imponer otra vez, llovido sobre mojado, el oscurantismo capitalista, abonado como otro fracaso en la búsqueda del socialismo.

Frenar ese curso –y hacerlo a escala mundial- es una exigencia inapelable, impostergable. Son inconmensurables las fuerzas dispuestas para ese combate en el terreno internacional. No es menos verdad que carecen de eje y estructuración para ponerse de pie y dar la batalla. Es todo un dato que así parezcan comprenderlo los organizadores del IVº Congreso. En un borrador de los documentos presentados a la discusión afirman:

"Valoramos la responsabilidad que nos corresponde al convocar el IVº Congreso del PSUV, organización política que tiene la tarea, junto a las fuerzas revolucionarias y el pueblo, de desarrollar los 5 grandes objetivos históricos legados por nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, como programa revolucionario de estos tiempos y del porvenir y convocar el instrumento orgánico para su realización que es la Vª Internacional".

Palabras y hechos

Existen franjas de la izquierda revolucionaria, comprometidas en la lucha contra el capital en sus definiciones, pero a menudo distantes de una evaluación acertada de las relaciones de fuerza a escala internacional e internas en cada país. A la abrumadora campaña de prensa mundial contra Venezuela se suman así, como factor de confusión y a menudo de desmoralización, ataques acaso basados en críticas ciertas, muchas veces palpables y suficientemente graves, pero desconectados del contexto global y, peor aún, limitados a la condena. Hasta donde se puede ver, esos ataques carecen del único factor que los haría útiles para resolver errores, desviaciones y hasta traiciones: un programa de acción para rehacer y fortalecer la unidad social y política de los trabajadores y el pueblo venezolanos tras la bandera de la Revolución.

Han proliferado en los últimos meses denuncias de todo tipo. Incluso si se pone de lado la percepción de que varias de ellas colocan ante todo la lucha por el poder entre facciones o individuos, resulta evidente la desmesura en ciertas acusaciones que sin explicitarlo llaman a un frente único para derrocar a Maduro.

Hay cuadros valiosos, a quienes a priori resulta difícil imaginar corruptos o traidores, involucrados en un curso de acción suicida, que los arrastra a la corriente contrarrevolucionaria impulsada por el imperialismo. En la hipótesis negada de que tal curso se impusiera significaría el fin de todo vestigio de Revolución y la propia autodestrucción de quienes así actúan.

Unidad es la primera y principal consigna. Dicho esto, es preciso subrayar que el llamado a la unidad ha sido a lo largo de la historia mundial un instrumento para acallar la crítica, para encubrir un curso de acción contrario a la transformación, para imponer direcciones corrompidas y someter a las mayorías.

En Venezuela la unidad de las grandes masas, de éstas con las autoridades del Psuv, con el gobierno y la Fuerza Armada, es para salir del marasmo económico, acabar con la corrupción, hacer valer el poder de los trabajadores urbanos y rurales, de los estudiantes, hombres y mujeres comprometidos con la transición al socialismo. Y esto no puede ser la reiteración de frases y consignas sino, permítaseme la reiteración, la realización inmediata y concreta de un programa de acción. Sin eso no habrá unidad, llámela quien la llame.

En el marco general de los documentos fundacionales del Psuv y el nutrido acervo acumulado desde entonces, lo que cuenta como clave, como única conclusión eficiente del IVº Congreso, es la combinación de un plan de acción para detener ya, sin demora ni excusa posible, la mano asesina de la burguesía local e imperialista. Condenar a los corruptos. Apartar a quienes han "saltado la talanquera" (como tan elocuentemente señala el habla venezolana). Corporizar en la acción un programa de continuidad de la transición al socialismo.

Esto no significa impedir el debate interno. Por el contrario: alentar el estudio de la teoría científica de la transformación social, de los ejemplos en cada una y todas las revoluciones, confrontar libre y francamente opiniones sobre esas bases, es una condición para mantener a la vez la unidad y la continuidad de una línea de acción anticapitalista y antimperialista.

Es una demanda muy grande. No obstante, puede esperarse que el IVº Congreso del Psuv haga lo necesario para que la luz de la Revolución Bolivariana siga alumbrando el proceso de recomposición de fuerzas anticapitalistas, manifiesta de manera desigual pero consistente en toda América Latina.



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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

 luisbilbao@fibertel.com.ar      @BilbaoL

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