Elucubraciones: ¿Venceremos? ¿Quién dijo?

No desespero, no me apuro, no me turbo. No espero nada para mañana o acaso mañana para mí es una planicie interminable que miro desde el porche de una estancia, desde un lejano sur.

Elucubración 1: a los revolucionarios del mundo les esperan tormentas, tifones, erupciones volcánicas, tornados, territorios zombis. Por momentos llegarán a jardines suntuosos floridos de esperanzas, danzarán tomados de las manos con inocente júbilo, y de pronto, después de nubarrones premonitorios, volverán a los pantanos, se hundirán en arenas movedizas, demonios abisales los halarán de las piernas, hacia abajo, para ayudar a un trágico final. Los revolucionarios resistirán con todo, se asirán de las pocas ramas que sobresaldrán del lodazal, lograrán emerger de las arenas, se arrastrarán exhaustos por el pantano y accederán a otro jardín y después a otro pantano y después a otro jardín y después… y así por varios siglos.

Elucubración 2: ¿Venceremos? Quién sabe. A veces estoy con mi manada y grito consignas porque puedo ser patético o mimético o gregario o solidario, pero no necesariamente porque esté convencido ¿Venceremos? Puede ser, puede no ser. Que nos derroten no significa que el capitalismo, el perverso sistema que nos rige, se eternizaría. No puede hacerlo porque es contra Natura. Somos la única especie en la que suele privar el individuo sobre el colectivo. En todas las especies sociales, animales o vegetales (¿minerales?) ocurre todo lo contrario. Usted verá a dos alces machos pelear, chocar sus cornamentas por el dominio sobre la manada, pero después, por largo tiempo, solo existirá el alce colectivo, todos los alces, para protegerse, para preservarse. La victoria del capitalismo sería la extinción de la especie humana y es tonto negar que eso pudiera ocurrir. Es una posibilidad bastante probable. En fin, de todas formas luchar es vencer en la medida en que no te rindes, no te dejas subyugar, sigues creyendo como un obstinado ¿Venceremos? Yo digo luchemos y el tiempo dirá lo demás.

Elucubración 3: Comparo a la Humanidad con un individuo de la especie, que pasa por distintas etapas a lo largo de su existencia. Acaso la Humanidad está apenas en su primera infancia, dando sus primeros y torpes pasos, cayéndose y levantándose mientras aprende a caminar. Acaso todo lo que decimos no son más que balbuceos a veces insignificantes. Si es así, no sabríamos ni siquiera si llegaríamos a la adolescencia, ni qué decir de la edad adulta. Acaso creceríamos, nos desarrollaríamos, llegaríamos a caminar seguros y a pensar racionalmente. A diferencia de los individuos, el colectivo tendría la oportunidad de hacerse inmortal, con su inteligencia, con su creatividad. Crecer sanos, superar esta puerilidad incongruente, ser de grandes lo que se llama "hombres de bien" ¿Venceremos? ¡Quién dijo y quién sabe!

Sea como sea, pido al lector que no dé demasiada importancia a estas elucubraciones mías. Nada depende de ellas, el destino será lo que será. Las elucubraciones son hipótesis, a menudo desvaríos filosóficos o literarios. Son productos de cierto ocio creativo que me es necesario y querido.



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Néstor Francia


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