Earle Herrera, ironía, desasosiego y pesadumbre en su “Potencia”

Es como natural, nada mágico, uno espere de un hombre de la altura de Earle Herrera, optar por el creacionismo de Vicente Huidobro, en lugar del pragmatismo y dogmatismo que parece rodearle o mejor dicho que quisieran cercarle. Que parecen reproducirse, abrazar todo y todos como la enredadera, tanto que de repente uno mismo y eso puede estarle sucediendo al poeta oriental, debe quitársela de encima aunque sea a manotazos. Por eso el repetitivo uso de palabras como socialismo, imperialismo, revolución le parecen desgastadas. Pareciera preferir el hacer, según la libre interpretación que hacemos de su estado de pesadumbre y desasosiego al mismo tiempo, que ese adornarse; ahora, con esta palabra, recuerdo a Julio Cortázar en "La vuelta al día en ochenta mundos", con palabras y discursos que nada tienen que ver con el acontecer. Y si como dijo el propio Cortázar, si algo le faltó en su tiempo, a los escritores de nuestros países fue "naturalidad" y es eso "una de las pruebas del subdesarrollo".

La vida transcurre frente a uno como ella es. No es como una la imagina y espera que acontezca para atraparla y hacer con ella lo que dictan los sueños y hasta las buenas intenciones. Y un poeta o humano "no puede soportar tanta realidad", como dijo alguien que demandaba cuidado y sutileza en el lenguaje como Eliot. Y cuando un poeta como Earle Herrera, metido en la política, termina por hastiarse escuchando el discurso que no hace nada por transformar el mundo real, pudiera estallar aunque lo haga en ese sentido sutil e irónico de de su artículo "Potencia".

Pongamos atención a esa nada disimulada y creativa intención de Earle, con perdón suyo si esta vez digo algo indebido que hasta pudiera herirle, cuando cita a Bolívar en "El Manifiesto de Cartagena", en el cual el caraqueño inmenso "intentó", la palabra está escogido con la mayor sutileza que me permite mi bajo "rango", explicar las causas de la caída de la primera república. "Tuvimos filósofos por jefes, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados". Y luego, el poeta, para acercarse más a uno, al simple mortal, usó aquella vieja y popular expresión, del lenguaje cotidiano, atribuida a Apeles, de "zapatero a tus zapatos". Es decir, no se puede poner a andar la maquinaria productiva con poetas, el sistema escolar con soñadores y hasta soñolientos y las escuelas de medicina con militares. Como tampoco se le puede hacer al pueblo revoluciones o cambios sustanciales sin tomarle en cuenta. No se trata de diagnosticar la realidad para regodearse en ella, hasta hastiarse, sino cambiarla y para esto habría que crear, a partir de ella, o para volver sobre Cortázar, ser bastante naturales, como entender que en eso el pueblo cuenta de primero.

"Pertenezco a la estirpe de intelectuales aguafiestas, así nos llaman, difíciles para la lisonja y el aplauso", sentenció, aunque admite que en eso no es ortodoxo y menos dogmático, de vez en cuando "bato palmas", y por lo menos, eso digo yo también, cuando lo cree necesario.

Earle no está conforme y eso a mí me satisface, porque cómo puede uno, volviendo sobre Eliot y su apego al uso adecuado y pulido del lenguaje, no hartarse "de tanta realidad". ¿Y cómo callarse?

Claro, Earle es poeta, recuerdo que siendo muy jóvenes, creo que él más que yo, aunque no mucho, todavía en la escuela de periodismo, se ganó un premio municipal de poesía. Aun me veo parado en la parte de abajo de la escalinata de la UCV cuando me dieron la noticia y me alegré como si me lo hubiesen dado a mí, pese lo he visto una sola vez en la vida, aquí en Barcelona hace como un año atrás a las puertas de la "Librería del Sur", en una esquina de la plaza Boyacá. Siendo lo que es, buen poeta, sabe decir las cosas bien, hasta las que le molestan, tanto como para que quienes están dirigidas, si no le hacen caso, por lo menos sonrían.

Me gusta hasta su autocrítica, aunque no tenga la vehemencia que muchos esperan. Por eso citó a Eliot, para quien poema y prosa deben ser igualmente manejados con cuidado y esmero. Pese, según Earle, algunos camaradas le dicen que esas, sus reflexiones, no debe "plantearlas en estos tiempos", el cree lo contrario, "debí escribirlas ayer". Le entiendo como se ha sentido incómodo con demasiada realidad que el humano "no puede soportar" y la falta de "naturalidad" para abordarla y haber callado tanto tiempo. Aunque por respeto a él, debo admitir que lo hizo, tal como él mismo lo dijo, pero aquel barril de petróleo a 130 dólares, embriagó a todo el mundo, tanto que los piratas invadieron el barco, se llevaron hasta el ancla y nadie supo nada hasta tres días después.

Volviendo como al principio, me refiero al artículo de Earle, lo de "Potencia", creo que debemos volvernos más humildes, poner los pies sobre la tierra y conformarnos con el hacer lo necesario para que el pueblo se sienta atendido y satisfecho. Y para eso, apelar a la naturalidad nuestra, en el lenguaje de Cortázar y al reconocimiento al derecho de la gente a ajustarse su propio traje.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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