La utopía de Petro

Sin duda alguna, Petro candidato a la presidencia ha sido un factor para mover el ánimo de los colombianos hacia un nuevo esfuerzo de cambio, sobre todo vastos sectores populares y la clase media urbana. Las masivas manifestaciones a lo largo y ancho del país, en ochenta ciudades y poblaciones, han mostrado un fervor inusitado, un ambiente de ruptura y deslinde de las propuestas y figuras de la política tradicional colombiana: desde la derecha ultramontana liderada por Álvaro Uribe y su candidato títere Iván Duque, hasta la derrotada opción oligárquica tradicional personificada en Vargas Lleras.

El fenómeno Petro es innegable: su carisma y discurso renovador ha movido la fibra de millones de colombianos. La Colombia Humana es una bandera, una ola de aire renovado en el panorama. La primera vuelta arrojó una suma de votos que superó en un millón y medio la más alta votación de la izquierda en el país, logrado por el fallecido jurista Carlos Gaviria con dos millones de votos en el 2006. La segunda vuelta, entre el candidato derechista y el del progresismo, dilucidarán este 17 de junio el porvenir del país entre dos proyectos antagónicos en su esencia: el tradicional ligado al carro imperial estadunidense y el de Colombia Humana, una propuesta con raíz popular que se deslinda de la clase política corrupta y oligárquica.

Una disección al discurso y propuestas de Petro nos llevan a la esencia de su planteamiento.

1.- El progresismo como corriente política se inscribe en el liberalismo, es decir, la idea capitalista de que dentro del sistema es posible crecer económicamente y lograr el bienestar individual y por tanto el avance social, sin tocar la gran propiedad privada, que en Colombia, tan sólo en el campo, es aplastante realidad: el 90 por ciento de la tierra fértil está en manos del uno por ciento de la población, una clase terrateniente cuasi-feudal, acompañada de consorcios agroindustriales (nacionales y extranjeros) en las regiones bananera (Urabá), de palma africana (zona norte y puntos diversos en todo el país), o la zona cañera (Valle del Cauca).

Fiel a esa idea liberal, el candidato Petro ha destacado en sus discursos que el Estado debe apoyar a que todos los colombianos sean "emprendedores", impulsen su actividad económica particular en busca del "progreso". Propone crear una banca estatal que dé crédito a los sectores de pequeñas y medianas empresas, y a los comerciantes pequeños para romper la hegemonía financiera y el desangre causado por la gran banca. Propone impulsar la producción agrícola, impulsar, dar crédito y asistencia al campesinado de pequeña propiedad y comprar latifundios improductivos para entregar tierras a los campesinos. En síntesis, dentro de su idea de progreso, la propuesta petrista se basa en impulsar el capitalismo sin los grande capitalistas y terratenientes, lo cual en Colombia es utopía pura si no se afectan las grandes propiedades de tierra, obtenidas tras décadas de expoliación por medio de la violencia paramilitar y estatal causa original del desplazamiento masivo (siete millones de desplazados internos, en su mayoría propietarios de tierra). La apropiación de vastos territorios baldíos propiedad de la nación por grandes consorcios se suma a esta expropiación por medio de argucias legales, testaferros y el aparato del Estado. Esta realidad del campo colombiano convierte en utopía el discurso preventivo de no expropiar ni un milímetro de tierra, sino gravarlo cuando sea improductivo. De tal manera Petro se deslinda de las acusaciones de sus adversarios, quienes lo acusan de querer expropiar sus latifundios: el gran temor de los terratenientes colombianos, el talón de Aquiles que no toca Petro, en su afán de "jugar limpio" y deslindarse de ideas "castrochavistas" o socialistas.

2.- Las alianzas de cara a la segunda vuelta han recogido en torno a Petro a oportunistas de toda laya, derrotados en la candidatura de Fajardo, sectores liberales y otros. El compromiso de las XII leyes pactado con los verdes y otros sectores, raya en el ridículo al acordar, entre otras cosas, que el gobierno de Petro "respetará la propiedad privada", como si éste fuera a tocar lo que más le preocupa a la lumpen-burguesía colombiana: sus propiedades acumuladas a la sombra de la violencia, el narcotráfico y el saqueo indiscriminado del Estado durante doscientos años de historia. Raya en el cinismo semejante e innecesaria imposición "programática", puesto que el candidato progresista ha recalcado hasta la saciedad su defensa del capitalismo, en suma su idea es impulsar este sistema sin tocar sus raíces expoliadoras. Ahí radica la médula utópica de su propuesta.

3.- El planteamiento medioambientalista de la Colombia Humana centra su discurso en sustituir el petróleo por la energía solar y la producción agrícola en contravía de la minería extendida que se impulsa como centro de la economía neoliberal extractiva. Lo ecológico frente a la industria movida por la energía generada con hidrocarburos. Desde luego que poner a producir energía mediante paneles solares es una idea de avanzada, sin duda futurista. ¿Cómo desmontar la industria y el uso de la energía tradicional con un programa renovado y en corto tiempo, en un cuatrienio presidencial? Es una transición que debe ser paulatina y no se ha logrado ni siquiera en Europa, donde hay fuerte impulso a la generación de energías limpias. Sustituir la energía doméstica por la fuente solar ocasiona lesionar intereses muy grandes en manos privadas, enquistadas en el poder político. Si la resistencia de esas empresas regionales (como Electrocaribe, etc) adquiere carácter violento, como suele suceder en Colombia, ¿el gobierno no afectará a dichas empresas ni tocará sus intereses si fuere necesario?

4.- Sustituir al "petróleo por el aguacate": parar la locomotora minera extractivista con el impulso de la producción agrícola es un proceso que puede durar décadas, pero sin afectar o quebrar el latifundio es una misión imposible. La tenencia de la tierra ha sido generadora de la violencia y el conflicto militar en Colombia desde el siglo pasado y ni siquiera la burguesía ha podido frenar la avaricia de los terratenientes, hoy asociados al narcotráfico: Ni la Revolución en Marcha de López Pumarejo en los años 30, ni la Reforma Agraria de Lleras Restrepo en los años 60, ni la resistencia campesina guerrillera que terminó de modo parcial hace unos meses con la desmovilización de las FARC.

5.- Respecto a la paz, Petro ha hecho referencias en su discurso, salvo defender la aplicación de los moribundos Acuerdos de La Habana y pregonar que sin cambios no hay paz, que el modelo actual genera nuevas y más extremas violencias. El resurgir de los paramilitares, la consolidación de la mafia y sus nexos con los cárteles mexicanos lo constatan.

6.- La experiencia bogotana de la alcaldía de Petro (2012-2015) arrojó luces con respecto a las reacciones del sector privado usufructuario de los grandes negocios: sabotaje (caso basura), persecución política (destitución del alcalde por el procurador), reacciones concertadas desde el poder (bloqueo al metro subterráneo). Con Peñalosa alcalde, es decir, con la vuelta de la clase política tradicional al poder capitalino, se revirtieron las medidas de avance logradas por Petro: se intenta privatizar la Empresa Telefónica de Bogotá (ETB) a pesar de su inocultable consolidación económica, se volvió a manos privadas el reciclaje de la basura, se ignoraron los estudios del metro subterráneo, se reforzó el plan de Transmilenio que beneficia a los particulares dueños del negocio más lucrativo del mundo: la ciudad pone la infraestructura vial y estaciones, mientras los empresarios se apropian de las ganancias del transporte urbano masivo, además de limitar la construcción del metro que los quitaría del negocio a futuro.

7.- La eliminación de las EPS, entes privados explotadores de la Salud en Colombia, la democratización educativa, el respeto a los derechos laborales, son propuestas de avanzada en un país que se mueve bajo los hilos del neoliberalismo (minería de fracking, trasnacionalización) y el rezago cuasi feudal en el campo. Romper el dominio del capital en la economía, promover una industria limpia son metas ineludibles que pasan por afectar el gran capital, más allá de gravámenes y controles que no están dispuestos a aceptar si cuentan con el poder político y económico.

8.- La política exterior expuesta por Petro en sus discursos, reiterado en el cierre de campaña en Barranquilla el 20 de mayo, apunta a deslindarse del chavismo, inclusive a denunciar las elecciones del país hermano ese mismo día. En el afán de quedar bien con la opinión pública (la misma que ataca por igual a Petro y a Maduro sin tregua), el candidato progresista desconoce ese proceso electoral: "el resultado de las elecciones en Venezuela no puede ser admitido como un fallo de la democracia", reza un comunicado oficial con su firma emitido el día siguiente, en el cual invoca también a la putrefacta OEA y sus tentáculos. En últimas, involucra con un asunto que atañe a los venezolanos si nos atuviéramos a la autodeterminación de los pueblos. Inclusive avala a los opositores impulsores de la violencia en el vecino país, aliados de la derecha colombiana. En esa idea persistente de diferenciarse del discurso chavista, termina por conceder guiños a la intervención militar estadunidense en Venezuela. Quizás la defensa de la soberanía nacional (siete bases militares extranjeras) sería más didáctica para la masa de colombianos que abrazan las banderas de su candidatura.

9.- Petro es una bocanada de renovación en la política colombiana, que ha ilusionado a millones de compatriotas con un cambio de proyecto nacional, pero capitalista. Su propuesta de Colombia Humana es acogida por vastos sectores a pesar de las contradicciones intrínsecas que conlleva: cuando insiste en no expropiar los latifundios, queda bien con los de enfrente pero no aboga por los intereses de los millones de desplazados, campesinos expropiados por la violencia paramilitar. Cuando propone sustituir la energía petrolera por fuentes limpias, dar cabida a la productividad, combatir la corrupción, crear una banca estatal, darle independencia a la justicia respecto al poder político, se acerca a la idea democrática necesaria en Colombia dentro del sistema capitalista. Pregonar que la política de hoy no es de izquierda ni de derecha, sino de la vida contra la muerte es un buen planteamiento comunicativo, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, dicen los sabios abuelos.

10.- La ofensiva mediática en los monopolios de la información (RCN-Caracol-El Tiempo-Semana- El Espectador) no cesa, arrecia: con noticias sesgadas, con encuestas amañadas, con apoyos intrínsecos, con entrevistas capciosas a Petro, con artículos de opinión desinformadores o tendenciosos, con programas pagados, con omisiones de la campaña de Colombia Humana, con cadenas de mensajes y discursos plagados de mentiras, con anuncios presidenciales engañosos de farisea neutralidad, con trampas fraudulentas en las mesas de votación. El poder político usa los medios de su propiedad para la campaña, para encumbrar a los candidatos de su clase. Duque es un delfín encubierto de Santos, cobijado y manipulado cual marioneta por Uribe, el supuesto rival acérrimo del espurio Nobel de la Paz.

La primera vuelta electoral del 27 de mayo colocó en proyecto tradicional con la hidra de dos cabezas (Duque-Lleras), frente a la propuesta renovadora de Petro. Los restantes candidatos (Fajardo-De la Calle) no se acercaron en lo mínimo a cuestionar el actual establecimiento, son mutaciones del mismo y lo menos que pudieron hacer era como ´progres´ era sumarse al progresismo, cuestión que desecharon por el cómodo llamado al voto en blanco. La izquierda y la derecha ponen en juego el futuro colombiano, muy a pesar de los grises del espectro. El modelo neoliberal, de minería extractivista, de propiedad concentrada de la tierra, de apropiación del poder político para obtener ganancias privadas, es la continuidad atada al carro capitalista guiado en el continente por Estados Unidos.

Sólo una victoria petrista podría encaminar al país por el sendero de la democracia liberal, la que ha estado secuestrada desde hace dos siglos en Colombia. La segunda vuelta es decisiva: si triunfa Duque, el país se sumirá en otra horrible noche con tintes fascistoides, con narcoparamiltarismo, con entrega de la soberanía en lo militar (7 Bases USA+OTAN), lo económico, lo político y del sistema jurídico con la deportación a Estados Unidos de luchadores como Santrich. Sea cual fure el resultado electoral, lo positivo será un movimiento popular que rebasará al progresismo por sus limitaciones y por la interacción de amplia experiencia y lucha del pueblo colombiano por una transformación a fondo de las estructuras de un sistema corrompido hasta la médula e incapaz de proporcionar bienestar y avances reales a las masas populares.



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