El fracaso del gobierno “socialista”, Steve Ellner y aniquilamiento del movimiento social

A finales de 2017, el profesor Steve Ellner publicó un (muy buen) artículo en Aporrea, en el cual analizó la situación del proyecto bolivariano a partir de ideas o planteamientos que Louis Althusser, Nicos Pulantzas y Ralph Miliband formularan entre las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX.  Estos tres intelectuales marxistas, ocuparon un importante espacio en estas décadas y después también, en ese debate sobre el Estado. El tema o problema del Estado, continúa siendo relevante dentro del campo de la teoría marxista. 

No discute ni coloca Steve Ellner en su artículo, la frase “fracaso del gobierno socialista”. Steve Ellner expone como título del artículo: “El gobierno venezolano puede ser "socialista" pero el Estado venezolano es lejos de ser socialista”. En este artículo  se fija revisar, a partir de cuatro consideraciones teóricas sobre el Estado (dos de Nicos Pulantzas) cómo la dirección política del proceso bolivariano (Chávez y Maduro) navegó (no muy conscientemente pienso yo) dentro de apreciaciones, que terminaron complicándole la existencia al proyecto. No es tampoco esta una conclusión de Steve Ellner en este artículo, es más bien, una idea mía, sobre la cual ya tenía una ligera percepción y que este trabajo de Steve la abrió nuevamente.

En las  primeras líneas de este artículo, Steve Ellner nos ofrece una consideración, que cuadra a mí entender con la formulación de Pulantzas. Dice Steve: “El Estado es lejos de ser monolítico y tampoco es el comité ejecutivo de una clase determinada”. En algunos de sus últimas obras, Pulantzas llegó a pronunciarse sobre una visión del Estado, cuya esencia era visible, como una relación de fuerzas y el centro de las contradicciones.

Steve, en una parte de este artículo lo recoge muy bien, cunado expresa:

“La estructura capitalista no es solamente una relación de dominio, sino una relación de lucha de clases, una dimensión que tiene que reflejarse en la superestructura del Estado. Así, Poulantzas afirmó que "las luchas populares atraviesan el Estado de arriba hacia abajo y en un modo bastante distinto de la penetración de una entidad intrínseca desde el exterior". En el mismo trabajo mantuvo que el Estado es "la condensación de las relaciones de clase”[i] (el subrayado es mío)

Quisiera ahondar en toda las situaciones que expone Steve Ellner en este artículo, pero creo que están muy claras. Este trabajo de Ellner, es un material para la discusión, sin embargo no entro a considerarlo en su totalidad. Más bien, hago uso de las inquietudes que me generó su lectura para tratar un aspecto, que suena a mi manera de ver, como relevante y que estimo, como un aspecto clave para comprender, cómo el no haber dispuesto de una estrategia clara teórica y prácticamente sobre el Estado, nos trajo a esta situación de retorno hacia la derecha.

Lo dice Steve Ellner   en el artículo. La burguesía la más radical, estuvo clara en su proyecto; tuvo conciencia de su lucha. El gobierno en pleno proceso de golpe y paro (2000/2002) se cuadró con una opción de alianza con una “burguesía” emergente “nacionalista”, que finalmente se descarriló y terminó, producto de una estrategia equivocada por parte del gobierno, siendo fiel a su conciencia de clase. El caso de Alberto Codemus que Steve coloca como un ejemplo de este proceso, ilustra, la escasa confiabilidad de una alianza, que no era un proceso descartable o inviable, `pero que aposto casi todo a esa carta, porque las contradicciones pasaron a ser desde la perspectiva del gobierno, como unas diferencias.

La escasez y la especulación, aunque se sintieron más fuertemente entre el 2013 y 2015, ya era parte del curso de un proyecto que logro penetrar al proyecto bolivariano porque hubo un pésimo manejo y ubicación de las estrategias sobre las cuales podían construirle, viabilidad política y económica al proyecto. Marta Harnecker, procesa muy bien esta situación en uno de sus trabajos, que seguramente lo concibió aquí mientras servía de apoyo a Hugo Chávez Frías. Marta Harnecker, apostaba por la construcción de una correlación de fuerza para ser posible y lo imposible. La dirección política del proceso optó por la negociación, que siempre tuvo como camuflaje el diálogo y unas diferencias.

“En el caso de Venezuela ´-dice Steve Ellner-, la bifurcación entre la burguesía tradicional y la burguesía emergente no puso en evidencia la conciencia de clase de esta última que era incapaz de, o no quería, desplazar a la primera, aprovechándose del apoyo del gobierno para promover el desarrollo económico autónomo”

Es muy bueno tener presente, que en el mejor momento político del proceso (13-A); la dirección política de la revolución sugirió e imploro por un diálogo. La burguesía desde ese momento, le vio la cara  de pendejo que tenía esta dirección política. Luis Miquilena no abandonó el proceso después del golpe. Ya su estrategia se había infiltrado en la estructura del gobierno y del partido. Luis Miquilena se quedó  en el gobierno y a través de otros sus objetivos.

El gobierno se quedó convencido, que lo estratégico era esta alianza con esta “burguesía” emergente y “nacionalista” y desmovilizó a los actores sociales populares a través de diferentes mecanismos clientelares. El proceso dejó en un segundo plano, la estrategia de “movilización y lucha para lograr el socialismo”. Para hacerlo más gráfico; el gobierno dejó de creer, en esa consigna, que en su tiempo usaba la Liga Socialista y que nos advertía que “el socialismo se conquista luchando”.

Hoy, como muy bien lo expone un intelectual de América Latina comprometido con las luchas sociales (Raúl Zibechi) “todos los problemas que afrontan los gobiernos progresistas son culpa del imperialismo, las derechas, la OEA y los medios. No hay voluntad para asumir los problemas creados por ellos mismos, ni la menor mención a la corrupción que ha alcanzado niveles escandalosos” (http://www.jornada.unam.mx/2017/04/28/opinion/018a1pol )

Dos hechos, a partir de los cuales puede visualizarse cómo la burguesía tradicional y emergente tuvo conciencia de clase y cómo el gobierno desmovilizó a los actores sociales que eran expresión de esa “relación de fuerza” que se expresa en el Estado, es la llamada guerra económica y las misiones. Puedo suponer, que la llamada “guerra económica” fue una política de la burguesía en la cual el gobierno dio ventaja para su desarrollo y las misiones, que pudieron verse como un programa compensatorio temporal, fueron parte de una política que terminó siendo clientelar y sirviendo a la desmovilización.

No había razones para luchar porque el gobierno nos garantizaba todo, incluyendo salir de la pobreza porque habían unas necesidades que atender con políticas compensatorias. El gobierno metió en el congelador la lucha social, como un aspecto relevante en la construcción del socialismo. El gobierno cuando lo disponía o creía, sacaba la gente a la calle a marchar por alguna cosa, pero esto no era parte de  una lucha. Simplemente era una forma de cerciorarse que el clientelismo funcionaba.

Este proceso de desmovilización social, tiene o tuvo dos vertientes. Una vertiente, fueron los programas de compensación (misiones) en el cual la pobreza se captó como un problema producto de necesidades insatisfecha y no como producto de un sistema. La pobreza era el problema y no una consecuencia. Las misiones se sembraron para atender una consecuencia. La otra vertiente, tiene que ver con un proceso aniquilamiento por el clientelismo y rentismo de la fuerza social, que es el factor potenciador de la fuerza política.

Marta Harnecker lo plasma muy bien en su trabajo “Instrumento de la Política”. Dice Marta Harnecker:

“Por último, lo más fundamental, cuando nosotros definimos la política como el arte de cambiar la correlación de fuerzas, debemos tener claro que esa correlación de fuerzas no se cambia solo con fuerzas políticas. Tú tienes que crear fuerza social, construir fuerza social, es esa fuerza social la que va a permitir fortalecer tu fuerza política y vencer a la fuerza política opositora. Por lo tanto, la política revolucionaria apuesta, fundamentalmente a la organización popular”[ii]

Todo ese proceso de organización del poder popular fue sustituido por el partido y una dirección política que se empeñó en burocratizar esta organización. Steve Ellner finaliza su artículo con una nota, que a mi manera de entender, recoge el aspecto o la causa más clave en el giro que el gobierno ha dado hacia la derecha:

“A diferencia del Estado, un partido verdaderamente revolucionario es independiente en gran parte de la estructura capitalista durante el periodo de construcción socialista. Su condición semi-autónoma es reforzada por fuertes movimientos sociales que también ejercen influencia sobre el Estado. Más que los izquierdistas en el gobierno, el partido izquierdista es capaz de frenar la ineficiencia y la corrupción de la burocracia estatal. Como afirmó Poulantzas II, al mismo tiempo que los izquierdistas hacen una guerra de posición dentro del viejo Estado, tienen que organizarse y movilizarse fuera e independiente de él (Poulantzas, 1978: 251; Jessop, 1982: 179; Jessop, 2008: 118). Mientras que rechazaba la tesis del poder dual de Lenin y la autonomía absoluta del paradigma de "nuevo movimiento social", Poulantzas insistió en que las luchas populares "siempre tienen efectos a largo plazo dentro del Estado"  El “movimiento social” se adhirió o lo ataron incondicionalmente a la estructura partidista y se ahogó. (Subrayado mío). Los casos donde ese movimiento social ha sentido la necesidad de mantener una relativa autonomía, se produjo la exclusión o se han ganado algunos no muy buenos calificativos.

Haber apagado intencionalmente ese proceso de darle vida a los movimientos sociales y suponer que el gobierno garantiza la fuerza suficiente para salir de este Estado, produjo las condiciones para el retorno hacia la derecha, que es lo que hoy se conversa con la derecha. Si dudan por la bulla de los discursos, miremos la ley aprobada por la ANC sobre la promoción y protección de las inversiones.

La burguesía tradicional (Fedecamaras) y la “emergente” y “nacionalista” tiene los barriles de petróleo en dólares en cuentas fuera del país y ni petróleo suficiente estamos produciendo. ¿Dónde dormía la clase obrera de PDVSA? Willy Rangel, se la pasaba y pasa en las alturas, disfrutando de las miles del gobierno.

Hasta en eso, tuvo claridad y conciencia la burguesía. Su propósito de destruir PDVSA con el concurso de rojo rojitos, fue efectiva. No necesito de meritocracia.



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Evaristo Marcano Marín


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