Genial idea táctica-estratégica la de unificar fuerzas gobernantes regionales; en la unión, está la fuerza, pero es bastante indispensable que el pueblo sea el timonel y factor de lucha, que sea protagonista en la solución de sus problemas y dé con sus lecciones administrativas luces comunales al poder constituido para que la transferencia no sea traumática y para que lo constituido sea parte de lo constituyente; porque al final todo somos pueblo y el amor es el mismo.
Hay que romper con esa satánica figura del enfrentamiento de pueblo contra pueblo, puesta en vigencia por el sistema neo-capitalista y sus gobernantes para que este tuerto reine en el mundo de los ciegos.
Las 18 gobernaciones y hasta las 5 opositoras deben ser objeto de este hermoso plan coordinado con el Plan de la Patria y de corte de socialización a los derechos y deberes ciudadanos; es menester que estos dos vayan de la mano política y que la política se plene de pueblo; sin pueblo, imposible que haya democracia revolucionaria.
Él supedita el accionar político-social-económico, él es la geopolítica dentro de su espacio llamado al Estado Comunal, es adhesión a la purísima esencia humana.
Siluetas discordantes no son otra cosa más que el despiste del amaño vetusto, omisión a la infalibilidad revolucionaria, que envilece la premisa: muchas incongruencias, ambiciones, vicios convenidos de avaricias políticas al margen del pre-pautado plan, fuera del marco ideológico.
El día tiene amanecer, atardecer, anochecer. La esperanza se cifra desde la alborada, desde el majo vespertino crepuscular y desde el ocaso que anuncia el reposo para reiniciar el neo crepúsculo matutino, y solo en revolución, solo así, la oda se hace vida; y es desde nuestra disposición a la política desde donde se emprenderá la humanización al omnímodo ser-polis.
